Un objetivo: la participaci¨®n de los padres en la selecci¨®n del profesorado
La normativa legal vigente no contempla la posibilidad de que los padres de alumnos participen en el nombramiento de profesores, seg¨²n se recordaba recientemente en una nota oficial del Ministerio de Educaci¨®n, dada a conocer por la Delegaci¨®n Provincial de dicho Ministerio, en Barcelona. Dicha nota era respuesta a las peticiones formuladas en tal sentido por diversas asociaciones de profesores y de padres, y en ella se indicaba que la modificaci¨®n de esta normativa deber¨ªa producirse a trav¨¦s del cauce parlamentario.Con posterioridad, en otras declaraciones del Ministerio de Educaci¨®n se hac¨ªa referencia a la posibilidad de institucionalizar una ?cierta participaci¨®n? de los diferentes estamentos interesados en la vida de los centros de ense?anza, dentro de un plan que se estudia para ?ciertas reformas? de la pol¨ªtica educativa.
La terminolog¨ªa oficial, como se ve, no puede ser m¨¢s ambigua y t¨ªmida a la hora de encararse con la imperiosa necesidad de una democratizaci¨®n profunda de las estructuras educativas. Dicha democratizaci¨®n debe pasar necesariamente por la resoluci¨®n definitiva del controvertido problema de las oposiciones.
La opini¨®n p¨²blica se halla suficientemente sensibilizada al respecto, aunque no deja de notarse una cierta contradicci¨®n entre los estamentos afectados por el sistema de oposiciones. Con frecuencia se advierte que quienes combaten el procedimiento de las oposiciones, antes de pasar por ellas, se convierten despu¨¦s, imbuidos de cierto esp¨ªritu de cuerpo, en sus m¨¢s ardorosos defensores, una vez obtenido el ansiado puesto seguro de trabajo.
Ya nadie, sin embargo, se atreve a defender p¨²blicamente la idoneidad del sistema de oposiciones como no sea la Administraci¨®n, que, con demasiada frecuencia, utiliza el simplista argumento de que ese es el procedimiento que debe seguir utiliz¨¢ndose, para seleccionar el profesorado, porque ¨¦se es tambi¨¦n el sistema habitual para cubrir todo tipo de plazas en la Administraci¨®n civil del Estado.
Oposiciones y democracia
Es interesante conocer las f¨®rmulas utilizadas al efecto en un pa¨ªs, indudablemente democr¨¢tico, como Dinamarca.
Y lo primero que salta a la vista cuando se estudia el sistema que funciona en Dinamarca, para cubrir los puestos de profesorado, es, precisamente, el protagonismo ejercido por las entidades ciudadanas.
El procedimiento, a grandes rasgos, es el siguiente. Las vacantes que se producen para cubrir puestos de profesores, se publican en el Bolet¨ªn Oficial, con un plazo m¨ªnimo de catorce d¨ªas. Los aspirantes env¨ªan sus solicitudes a trav¨¦s de los ¨®rganos locales oficiales, que son: representantes de los padres, comisi¨®n escolar, junta local y el director del centro.
El primer tratamiento de las solicitudes presentadas se produce en el Consejo de Padres, que est¨¢ constituido por cinco miembros elegidos por votaci¨®n, entre todos los padres del alumnado. Este consejo realiza la primera selecci¨®n, o¨ªdo previamente el asesoramiento t¨¦cnico del director, y propone a tres candidatos, se?alando un orden de preferencia a tenor de los m¨¦ritos aportados. La propuesta pasa ahora a la Comisi¨®n Escolar, ¨®rgano municipal compuesto tambi¨¦n de cinco miembros que ostentan la representaci¨®n proporcional de los partidos pol¨ªticos, que acepta normalmente la selecci¨®n efectuada por los padres, y la remite a la Junta Local o Corporaci¨®n municipal. Si un determinado solicitante ha sido propuesto por los ¨®rganos precedentes, con votaci¨®n general, como el mejor, la Junta Local realiza inmediatamente el nombramiento oficial.
Una vez en su puesto el nuevo profesor, su nombramiento no tendr¨¢ car¨¢cter definitivo hasta transcurridos dos a?os de un periodo de prueba, que puede ser cortado al cabo de un a?o si se aprecia incompetencia pedag¨®gica y espec¨ªfica en la materia de estudios que imparte. La determinaci¨®n de dicha incompetencia es responsabilidad del director del centro, que ha de tener en cuenta las opiniones del claustro.
Problema colectivo
Es muy importante se?alar que es casi imposible separar de su puesto y del ejercicio de su profesi¨®n a un profesor por el hecho de tener cierta ideolog¨ªa pol¨ªtica o, incluso, por comunicarla metodol¨®gicamente en clase.
Nos hemos estado refiriendo al proceso de selecci¨®n de profesores para la escuela popular, el equivalente a nuestra ense?anza b¨¢sica. Pero el procedimiento es similar en el caso de los institutos de bachillerato. En uno y otro niveles educativos se da la intervenci¨®n decisiva de los Consejos de Padres que, por cuanto se lleva dicho, junto con las entidades de car¨¢cter municipal, contribuyen a dar un car¨¢cter inequ¨ªvocamente democr¨¢tico al sistema dan¨¦s
Ni que decir tiene que los argumentos de selecci¨®n del profesorado son sometidos a un riguroso an¨¢lisis en las diversas instancias que participan en todo el proceso, para detectar posibles casos de recomendaci¨®n o nepotismo, y cuando existen indicios de cualquiera de estas irregularidades, inmediatamente se detiene dicho proceso, se sustancian responsabilidades y se inician de nuevo, desde el principio, los tr¨¢mites de la selecci¨®n.
Indudablemente, en Dinamarca se entiende que la educaci¨®n es un problema de toda la sociedad y no de unos cuantos expertos iluminados. En consecuencia, su estructura educativa est¨¢ montada sobre un escrupuloso respeto al derecho de participaci¨®n ciudadana. Las escuelas e institutos, se supone que las universidades tambi¨¦n, funcionan con una organizaci¨®n en la que se respeta la opini¨®n de los t¨¦cnicos, pero en la que no se desprecia, como evidentemente sucede en Espa?a, los intereses y opiniones de una sociedad a cuyo servicio se deben todas las instituciones de car¨¢cter p¨²blico.
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