El ¨²ltimo superviviente de la literatura yiddish
La supervivencia es la antigua y gran obsesi¨®n del pueblo jud¨ªo, y como tal signa toda su historia y su literatura. La innumerable di¨¢spora y el peregrinar ubicuo se combina con el enorme esfuerzo de conservaci¨®n de una cultura milenaria y de unas tradiciones que sufren los embates dobles de la asimilaci¨®n o desintegraci¨®n espiritual y la de los peligros exteriores de destrucci¨®n o exterminio. La literatura de los jud¨ªos, tanto la escrita en el yiddish de los centroeuropeos como en el hebreo moderno o en las m¨²ltiples lenguas europeas en las que se ha expresado, mantiene esa constante complicada con el tremendo trauma del holocausto nazi y el proceso de transformaci¨®n del jud¨ªo tradicional en un pueblo moderno. El dilema entre preservar su identidad hist¨®rica u optar por la liberaci¨®n que implicaba su renuncia a la singularidad, atormenta a m¨¢s de una conciencia, dilema que se ver¨¢ agravado cuando el jud¨ªo abandona el ghetto al que estaba condenado y se hace un ciudadano m¨¢s de los Estados modemos de Europa y Am¨¦rica.Toda la literatura en yiddish, tanto la narrativa como su riqu¨ªsima veta po¨¦tica, desde sus or¨ªgenes jas¨ªdicos, expresa las ansias de liberaci¨®n de los jud¨ªos y un canto a la vida que podr¨ªa parecernos parad¨®jico si tenemos en cuenta las s¨®rdidas condiciones y la marginaci¨®n en que viv¨ªan. La exaltaci¨®n de la dignidad del individuo y del privilegio de vivir ilumina toda una literatura en la que la alegr¨ªa no se ver¨¢ nunca relegada pese al rosario de sufrimientos y vejaciones. La esperanza que rebasa los l¨ªmites de la religi¨®n, ser¨¢ una raz¨®n para sobrevivir que acabar¨¢ cuajando en el idealismo del -retorno a Si¨®n que inflamar¨¢ los versos de Bialik o la prosa legendaria de Agnon.
En este contexto se mueve la literatura de Isaac Bashevis Singer, el ¨²ltimo gran superviviente de la lengua yiddish -condenada a desaparecer tras la institucionalizaci¨®n del hebreo moderno en Israel y la asimilaci¨®n a las lenguas europeas de las comunidades jud¨ªas de la di¨¢spora-, postrer patriarca de una larga tradici¨®n que se nutre en las leyendas jas¨ªdicas (tan bien recopiladas por Elie Wiesel en su C¨¦lebration Hassidique), en el intrincado y sabio tesoro del Talmud y en esa otra gran cantera de sabidur¨ªa que es la tradici¨®fi oral.
Una lengua exterminada
Isaac Bashevis Singer s¨®lo escribe en yiddish, pese a vivir en Estados Unidos desde hace muchos a?os, y aunque controla personalmente las traducciones al ingl¨¦s, no ha querido renunciar nunca a su castigada lengua y asumir una nueva personalidad ling¨¹¨ªstica como otros escritores del exilio o de la extraterritorialidad -como le gustar¨ªa calificarlo Steiner- Nacido en Polonia a principio de siglo, hijo y nieto de rabinos, Singer estudi¨® en el seminario rab¨ªnico de Varsovia y emigr¨® a los treinta a?os. Al abandonar Polonia en 1935 logra ponerse a salvo de las dos grandes olas de destrucci¨®n que acabaron con gran parte de los autores jud¨ªos: primero, la persecuci¨®n y el exterminio masivo de sus correligionarios durante el nazismo (s¨®lo en Polonia se calculan cuatro millones y medio de v¨ªctimas) y despu¨¦s, la violenta represi¨®n sufrida por los supervivientes del ¨¢rea sovi¨¦tica durante el per¨ªodo negro de 1948 a 1952, en el que muchos escritores y poetas en yiddish murieron en las c¨¢rceles de Stalin o fueron ejecutados dentro de una pol¨ªtica generalizada de destrucci¨®n de las minor¨ªas que afortunadamente fue corregida a partir de 1956 (a?o en que fueron rehabilitados los escritores perseguidos) y que tras la fundaci¨®n de la revista en yiddish Sovietish Heimland hace renacer la esperanza de que la literatura en yddish no desaparezca totalmente.
Las novelas de Singer est¨¢n encuadradas en la vida jud¨ªa y, concretamente, en la vida de los jud¨ªos centroeuropeos, son grandes frescos por los que pululan un sinf¨ªn de personajes distintos en todos -los sentidos y a los que los une s¨®lo su condici¨®n de jud¨ªos y, como tal, de distintos a los dem¨¢s hombres y frente a la devastadora acci¨®n del .progreso que atenta contra una moral y unas costumbres ancladas en la tradici¨®n y en el recelo. Tanto en La familia Moskat (1950) como en La casa de Jampol (1967) -existe una excelente versi¨®n espa?ola de Andr¨¦s Bosch y publicada por Noguer en 1970- Singer construye una gran saga que se inicia en 1863, a?o de la insurrecci¨®n polaca contra el zar, para continuar con -el fin del siglo XIX y el comienzo del nuestro. Son a?os de profundas transformaciones que afectan de lleno a los jud¨ªos que salen del ghetto tras el fracaso de la independencia polaca y el comienzo de la industrializaci¨®n del pa¨ªs para ,incorporarse a la vida nacional e influir poderosamente en el comercio, la industria, las ciencias y las artes. ?Todas las ideas espirituales e intelectuales que han triunfado en nuestros tiempos -escribe Singer- tienen su origen en el mundo de aquel tiempo, y as¨ª ocurre con el socialismo y el nacionalismo, el sionismo y el asimilacionismo, el nihilismo y el anarquismo, la igualdad de derechos de la mujer, el ate¨ªsmo, la debilitaci¨®n de los v¨ªnculos familiares, el amor libre, e incluso el fascismo, en sus rudimentos.?
La familia Moskat o el pueblo de Jampol ejemplarizan en su seno todas las turbulentas rupturas caracter¨ªsticas de ¨¦pocas de transici¨®n, agudizadas en un medio especialmente sensible como la mi,nor¨ªa jud¨ªa que comienza a despertar en su lenta marcha hacia la igualdad en la diversidad con sus semejantes. Singer es un narrador sencillo, asombrosamente simple, y en eso difiere de los grandes escritores del demonismo polaco. Un lenguaje directo, una prosa llana que no deja ning¨²n resquicio a la ambig¨¹edad y que no posee ning¨²n parentesco con el resbaladizo mundo de WitkiewIcz o con el de su tambi¨¦rt contempor¨¢neo Gombrowicz. Si tuvi¨¦ramos que buscarle un paralelismo, tendr¨ªamos que acabar en otro gran escritor jud¨ªo de fecunda producci¨®n que traz¨® la vida de las comunidades rusas de principio de siglo, Scholem Aleijem, del que s¨®lo le diferencia la especial inclinaci¨®n humor¨ªstica, del segundo. Si a Scholem Aleijem se lleg¨® a llamarle el Dickens jud¨ªo, a Singer le encajar¨ªa un monstruo de tres cabezas formado por Flaubert, Dostoievski y Navokov, en el que se conjugan la visi¨®n herc¨²lea de la gran narrativa tradicional, el an¨¢lisis sereno y la presentaci¨®n clarificada de los personajes, junto a una sensualidad vitalista que vence su pesimismo ancestral y que pudo entusiasmar al mismo Henry Miller.
Pero es quiz¨¢ en los cuentos en los que Singer escapa del cerco polaco, si bien en La casa de Jampol sus personajes salen de sus fronteras e incluso viven en Par¨ªs los d¨ªas de la comuna, es en sus narraciones breves donde logra trasladar la acci¨®n al otro lado del oc¨¦ano y recrear atm¨®sferas distintas en Broadway o en California. El contacto con la realidad americana vigoriza las historias que se suceden tanto en El Spinoza de Market Street (1961) como en Un amigo de Kq/ka (1973) -de este ¨²ltimo existe edici¨®n castellana: Editorial Planeta. Barcelona-, colecciones de cuentos, entre los que no faltan los que hacen literatura d ' e literatura, como el que da,t¨ªtulo al volumen, o las referencias misteriosas con un poco de c¨¢bala e intriga policial a la manera de La muerte y la br¨²jula, de Borges, y las personales batallas entre un rabino y -su dios forjada por lecturas filos¨®ficas gentiles contrapuestas a los sagrados libros del Zohar, el Talmud y la santa Torah. Como esos sobrevivientes del jasidismo que a¨²n nos cruzamos en los grandes aeropuertos del mundo, con sus patillas en tirabuz¨®n y sus atuendos del siglo XVIII, la narrativa de Isaac Bashevis Singer trasplantada al torbellinesco universo norteamericano generaliza lo particular y se alimenta del choque f¨¦rtil e imprevisible de dos culturas que se complementan y se destruyen.
Babelia
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