El lenguaje po¨¦tico de Brines

Insistencias en Luzbel, Francisco Brines.

Aunque predomina un tono apagado de eleg¨ªa en los versos de Francisco Brines, parece que en esta su cuarta aportaci¨®n el alma sale algo m¨¢s serena. Si el fin de sus poemas pudiera reducirse a la demostraci¨®n de uno de los lemas del texto -El nombre de la vida es el enga?o, cosa que le colocar¨ªa en un terreno opuesto al de su colega Claudio Rodr¨ªguez, para quien la alegr¨ªa es un modo de salvaci¨®n- no obstante, varias composiciones insisten en el acto de amor y en el deseo cumplido como una raz¨®n de ser. El estoicismo, constante fuente de calma y control hasta en la armon¨ªa de su m¨¦trica, ahora est¨¢ a¨²n m¨¢s arrastrado por el hedonismo y la b¨²squeda en otros cuerpos de una perdida juventud.Opera una tensi¨®n entre la b¨²squeda de placer er¨®tico y el estoico enfrentamiento con la terminaci¨®n de los actos en que no pueden quedar m¨¢s que amargas cenizas de la fruici¨®n de ayer. Esta lucha entre un coraz¨®n vol¨¢til y un desenga?ado intelecto, que siente el apagamiento de su tiempo y su mundo, caracteriza toda la obra de Brines. Tambi¨¦n explica como ciertos conceptos en su poes¨ªa pueden tener valores afirmativos o negativos, seg¨²n el estado de ¨¢nimo en que se emplean.

Colecci¨®n Visor. Madrid, 1977. 87 p¨¢ginas.

En ning¨²n libro del poeta se ha hablado tanto como aqu¨ª de la juventud o del deseo de amor carnal en cuanto casi ¨²nica fuente de alegr¨ªa en la vida. ?Yo quiero que los cuerpos / dejen su fuego hermoso entre mis brazos?, declara un texto, pero en otro, el cuerpo que te abraza sigue destruyendo el suyo. Var¨ªa tambi¨¦n el concepto de la carne, que en un poema lleva ?la densidad del tiempo? m¨¢s en Respiraci¨®n hacia la noche, es alegr¨ªa?. En un plano m¨¢s general a¨²n, el poema Actos de supresi¨®n se refiere a la vida como ?f¨¦rtil? y ?est¨¦ril? a la vez, para preguntarnos despu¨¦s: ??qu¨¦ m¨¢s da? Ardiente / es el enga?o?. La indiferencia de ese ??qu¨¦ m¨¢s da?? es la del tiempo recorrido: lo ?ardiente?, lo vivido en su instante.

La grieta que divide el orbe po¨¦tico de Brines no responde s¨®lo a la brevedad del tiempo sino a una perpetua crisis metaf¨ªsica. La clave viene en una de las peque?as definiciones que introduce la primera y m¨¢s gen¨¦rica de las dos secciones del libro: ?Dios?, nos dice, es ?el enga?o?. Ya sabemos que ?la vida viene a ser lo mismo?, aunque esto no supone su devaluaci¨®n. Quiz¨¢ no se trata s¨®lo de una falta de fe religioso sino de la incapacidad de mantener ideales que ilusionen la existencia. La consecuencia en ciertos poemas, como en algunos de su libro anterior A¨²n no, llega a ser un relativismo mortal frente a la constante huida del tiempo: ?valieron igual sonrisa, indiferencia? (El por qu¨¦ de las palabras). Con el distanciamiento fatalista y su resignaci¨®n, Brines casi rechaza la felicidad cuando no es un acto de amor.

Pero no del todo. Un poema como Salvaci¨®n en la oscuridad demuestra c¨®mo Brines a¨²n responde, por sus siempre despiertos sentidos, a la belleza del paisaje valenciano en una manera que recuerda la de Skye en otro poema crepuscular, Isla de piedras de Palabras a la oscuridad (1966; Premio de la Cr¨ªtica). En este texto, la dicha se forma en soledad a la vez que da ocasi¨®n para una de las t¨¦cnicas claves de este poeta: el enajenamiento y evaporaci¨®n de su ser en otro que mira o escucha en un tiempo distinto. Si en este caso puede sugerir la serena, casi tel¨²rica, continuaci¨®n de la vida, en otro como Sucesi¨®n de m¨ª mismo, puede inferir el acabamiento personal.

El lenguaje po¨¦tico de Brines suele descartar la palabra sorprendente por la que simboliza su metaf¨ªsica, indivisible de su persona. Si en Identificaci¨®n en un espejo se refiere al ?borroso espejo de la vida?, encontramos esta idea de borrarse o la misma ra¨ªz aplicada a instantes, naranjos, sonrisa, cuerpo, juventud y mundo, en distintos textos del poemario. Igual en el espejo de un poema de su primer libro, Las brasas (1960; Premio Adonais), ¨¦l encuentra la sombra de la noche borr¨¢ndole. Sus im¨¢genes suelen ser de un orden reducido tambi¨¦n y se repiten por toda su obra: las rosas de pasajera belleza o ?el vaso del olvido? en El oficio de servidor, que recuerda la ?copa? de cenizas en m¨¦todos de conocimiento, de A¨²n no.

Si el amor da momentos de felicidad en esta poes¨ªa, hay una enorme soledad que la fundamenta tambi¨¦n. La anonimidad de la persona amada resulta de la b¨²squeda del placer por s¨ª mismo. En Canci¨®n de los cuerpos, el poeta revela su gozo en amar un cuerpo ?de quien nada conozco / sino su juventud?. Pero un texto como Continuidad de las rosas indica que Brines no olvida su condici¨®n solitaria: ?cierra el postigo: / nadie te espera ya, y a nadie esperas?. Aqu¨ª, una serenidad mortal aten¨²a la m¨¢s profunda tristeza. Sin el paliativo de creencias espirituales, el poeta demuestra su coraje.

Seguramente los poemas m¨¢s originales del libro son los doce de las primera parte donde Brines, sin caer en lo abstracto, indaga en la nada y el olvido para demostrar la metaf¨ªsica que respalda su poes¨ªa. El luzb¨¦lico rechazo de una fuerza simb¨®lica tradicional en Curso de la luz indica el poder de su desenga?o ante este tipo de im¨¢genes. Pero el libro tambi¨¦n tiene sus momentos de cari?o, como el maravilloso poema a su abuela Rosario. Enfrent¨¢ndose constantemente con el ser que se deshace, Brines engendra una sombr¨ªa palabra para leer en malos tiempos.