Elecciones municipales y uni¨®n de la izquierda
Ex comandante de IngenierosPara cualquier espa?ol interesado en los problemas de la comunidad en sus diferentes niveles (nacional, regional, local), aunque no tenga una militancia o participaci¨®n pol¨ªtica activa, es evidente que las elecciones municipales tienen una importancia extraordinaria de cara al futuro de nuestra convivencia. El tema, por otra parte, empieza a ser tratado, aunque de manera incipiente, por los distintos grupos, partidos y entidades pol¨ªticas y ciudadanas, y hay que confesar que en ocasiones, para ese espa?ol de que hablaba, cl¨¢sico ciudadano de ?a pie? (entre los que me cuento), el tratamiento que se le da es, en cierta manera, preocupante: partidos que piensan acudir en solitario a las elecciones, b¨²squeda de nombres brillantes antes que elaboraci¨®n de programas, superficialidad, etc¨¦tera. Bajo esta impresi¨®n, me gustar¨ªa aportar mi modesta contribuci¨®n como habitante de un municipio (concretamente Madrid, en el que tambi¨¦n nac¨ª) y no perteneciente a ninguno de esos grupos o partidos, aunque no por falsas neutralidades ni purismos ¨¦ticos o intelectuales, sino por imposiciones profesionales pasadas que una largamente esperada amnist¨ªa supongo que transformar¨¢ en presentes; as¨ª, pues, mi perspectiva es puramente ciudadana.
Por un lado, creo que las elecciones municipales tienen la importancia pol¨ªtica de toda confrontaci¨®n electoral, que siempre permiten comprobar el respaldo que los distintos grupos e ideolog¨ªas tienen entre la poblaci¨®n. Aunque en Espa?a est¨¢n muy recientes todav¨ªa las elecciones generales del 15 de junio, que, por primera vez en cuarenta a?os, nos dieron un perfil de ese respaldo, no cabe duda de que en estas pr¨®ximas elecciones ese perfil puede quedar mucho m¨¢s dibujado, al trasladar el ¨¢mbito de los comicios del plano provincial (en realidad nacional) al local, con la posibilidad de elegir personas conocidas como tales y no como mitos lejanos. Adem¨¢s, las circunstancias han variado en cierta medida en este corto per¨ªodo de tiempo, pues de una parte han sido legalizados algunos partidos pol¨ªticos y, sin duda, lo ser¨¢n el resto pr¨®ximamente; hay ya unas actuaciones, aunque incipientes, y tambi¨¦n unas omisiones, desde el Poder o la Oposici¨®n, de los partidos con representaci¨®n parlamentaria; finalmente, el miedo a lo que significan unas elecciones, a manifestar una opini¨®n, l¨®gico despu¨¦s de una tan larga dictadura, se ha disipado en parte con la pr¨¢ctica anterior.
Por otra parte, esas elecciones significar¨¢n tambi¨¦n la liquidaci¨®n pr¨¢ctica de unas instituciones t¨ªpicamente fascistas (?municipio, familia, sindicato?) que permanecen inalteradas en formas, pr¨¢ctica y personas desde hace mucho tiempo, constituyendo cada d¨ªa que pasa una mayor incongruencia con la realidad ciudadana e incluso con otras instituciones que, mal que bien, van adquiriendo un aspecto democr¨¢tico.
Pero sin duda el aspecto primordial de esta oportunidad electoral es la posibilidad que ofrece de ir cambiando la vida, tanto ciudadana como rural, de una deshumanizaci¨®n creciente en algo en que el hombre y la naturaleza (¨²nico entorno consustancial de aqu¨¦l) sean los verdaderos protagonistas. Parece claro actualmente que a la situaci¨®n que en nuestro pa¨ªs ha dejado la dictadura, con su corrupci¨®n descontrolada, se a?ade una crisis generalizada de la llamada civilizaci¨®n occidental, que pide, con igual o mayor urgencia que nuevas formas de gobernarse los pueblos, nuevos moldes de convivencia, distintas maneras de relaci¨®n, diferentes ambientes para la vida de los humanos. Y todo esto es tarea que hay que ir acometiendo ya y precisamente a niveles locales, partiendo de las realidades lacerantes de nuestras ciudades inhumanas y de nuestros pueblos semidesiertos.
Entiendo que la perspectiva necesaria para una tarea tal s¨®lo es posible desde una ideolog¨ªa de izquierdas, en su aut¨¦ntica significaci¨®n, es decir, desde aquella, en que se entiende que los hombres tienen derecho, com¨²n e igual para todos, a la posesi¨®n y disfrute de los bienes materiales y culturales. Y tambi¨¦n entiendo, en forma contrapuesta, que esto es, o debe ser, com¨²n a todos los partidos, grupos o personas de izquierda, aunque sus conceptos pol¨ªticos puedan diferir, aun de forma notable. Mucho se ha escrito sobre la uni¨®n de la izquierda, o quiz¨¢ con m¨¢s exactitud, sobre su desuni¨®n. Aunque es lamentable a veces la fragmentaci¨®n excesiva o la separaci¨®n, por personalismos u otras causas, de grupos con ideolog¨ªa similar, sin embargo son absolutamente comprensibles para m¨ª, en t¨¦rminos generales, esas divisiones e incluso en ocasiones estimables, pues entiendo que la izquierda se mueve por conceptos ¨¦ticos mientras que la derecha lo hace generalmente por intereses particulares, con los que es m¨¢s f¨¢cil llegar a acuerdos y uniones concretas.
No obstante esto, creo que si es razonable que por ello se produzcan actividades pol¨ªticas independientes e incluso confrontaciones electorales a nivel legislativo o de gobierno del Estado, no me parece en absoluto lo mismo en ocasiones como la de las pr¨®ximas elecciones municipales, pues, como he dicho antes, entiendo que problemas tan localizados e inmediatos como los de vivienda, urbanismo, escolarizaci¨®n, medio ambiente, abastecimientos, transportes. etc¨¦tera, s¨®lo pueden tener unas mismas o similares soluciones para personas de izquierdas, militen en el partido o sindicato en que militen o no militen en ninguno. Y si esos problemas no se piensan en abstracto, sino localizados en barrios y situaciones candentes, enredados todav¨ªa por la Administraci¨®n de la dictadura, me parece que las medidas a aplicar estar¨ªan todav¨ªa m¨¢s claras para cualquier ciudadano con aquella concienciaci¨®n.
Por todo ello, creo firmemente que ser¨ªa un grave error que los partidos socialistas y comunistas de las distintas tendencias pretendieran acudir separados a las elecciones. Y ello tanto en los municipios en que se prevea, por el resultado del 15 de junio, minor¨ªa para las izquierdas como en los que se pueda esperar mayor¨ªa, como es el caso de Madrid; en los primeros, para presentar una minor¨ªa s¨®lida y coherente dentro de los Consejos Municipales que se formen, y en los segundos para contar con municipios y, sobre todo, alcaldes capaces de desarrollar la ingente labor que todos los ciudadanos esperamos.
Acabo de leer en la prensa que los partidos de izquierda gallegos han firmado un acuerdo de principio para presentarse en bloque, con programas comunes. Ojal¨¢ este acuerdo se ratifique y mantengan ese criterio hasta el final. Desde aqu¨ª invito a todos los partidos de esas ideolog¨ªas con asiento en Madrid a que, en uni¨®n con sindicatos y organizaciones ciudadanas, se autoconvoquen para formular un programa concreto y aut¨¦ntico de actuaci¨®n municipal y formen la candidatura id¨®nea para desarrollarlo, con personas de partidos o no, pero de ideolog¨ªa y praxis que hagan claramente esperar una capacidad de acci¨®n para ello.
Y no me parecer¨ªa v¨¢lida la excusa de que hay que evitar polarizaciones excesivas, ni tampoco que se esgrima el fantasma de los peligros de un frente popular. Nada de esto existir¨¢, cuando ya tenemos unas Cortes democr¨¢ticas, con una correlaci¨®n de fuerzas contraria, y cuando, adem¨¢s, la futura confrontaci¨®n s¨®lo va a tener lugar a niveles locales. Por el contrario, creo de lo m¨¢s positivo que las fuerzas actualmente en el gobierno del Estado tengan un cierto contrapeso en las administraciones locales, evitando los peligros (¨¦stos s¨ª muy verdaderos) de un partido que totalice todos los poderes.
Terminar¨¦ diciendo que todos los espa?oles, y m¨¢s concretamente los madrile?os, que hemos votado y votaremos por partidos de izquierda, tendremos que exigirles responsabilidades a ¨¦stos, si no impiden democr¨¢ticamente que los futuros ayuntamientos est¨¦n en las mismas o parecidas manos que en la actualidad.
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