La fuga hacia adelante
El viernes d¨ªa 2 el presidente Su¨¢rez adelant¨® su regreso a Espa?a. Varios problemas de fondo dejaban entrever una situaci¨®n cr¨ªtica: tensi¨®n alta en el Pa¨ªs Vasco, inquietud militar, escepticismo en la izquierda y en las centrales sindicales, ausencia de un verdadero programa de gobierno, desconfianza creciente de empresarios e inversores con riesgo de descenso en la productividad.Que la crisis aparezca con un pretexto u otro, tanto da. Se trata de unapresi¨®n conjunta de problemas, que rompen cada d¨ªas las costuras del traje oficial. En el caso de la semana pasada, dos fueron los detonantes: el pobre balance del viaje presidencial a cuatro capitales europeas y la declaraci¨®n, resonante, del se?or Alvarez de Miranda, presidente del Congreso y miembro del partido del se?or Su¨¢rez, en favor de un cambio de Gobierno.
Adolfo su¨¢rez regres¨® a Madrid y organiz¨® su contraataque en cuatro etapas: primero, decir que no pasaba nada; segundo, asegurar que la psicosis de cambio s¨®lo se deb¨ªa, a una manipulaci¨®n de la prensa o a maniobras inconfesables; tercero, organizar un lobby destinado a los peri¨®dicos y los partidos, presionando para conseguir el silencio en unos casos, la colaboraci¨®n en otros, y cuarto, el montaje de un conjunto de medidas, anunciadas anteayer, seg¨²n la conocida estrategia de la fuga hacia adelante.
Algunas canciller¨ªas extranjeras dicen haber establecido ya su diagn¨®stico: ?Su¨¢rez es,el Carrero Blanco de la nueva situaci¨®n. ? Seg¨²n esa tesis, el actual presidente ser¨ªa el hombre incondicional, carente de ideas propias, que se limita a ejecutar instrucciones. Pero una tesis as¨ª no es admisible, porque equivaldr¨ªa a atribuir al Rey todas las grandes decisiones de gobierno, y esa atribuci¨®n carece de fundamento.
Lo que ocurre es que en el diagn¨®stico hay una parte de verdad. Su¨¢rez, seguramente, no ha sido el ideador de la ruptura con el franquismo, ni el autor de todas,sus etapas: reconocimiento de partidos, elecciones, negociaci¨®n de autonom¨ªas... Este ha sido un plan con una elaboraci¨®n al m¨¢s alto nivel. Y ¨¦sa ha sido la gran decisi¨®n de la Corona: atreverse a hacer un cambio necesario y respaldarlo hasta el final. Cubierta la primera etapa del cambio, la situaci¨®n es otra. Tras las elecciones, el Rey parece haberse limitado a observar la labor de gobierno del se?or Su¨¢r¨¦z.
Las dos grandes misiones de la Corona en las siete Monarqu¨ªas europeas, son claras: el Rey es el s¨ªmbolo de la naci¨®n en los momentos de peligro- as¨ª el monarca dan¨¦s al personificar, en 1940, la resistencia contra la invasi¨®n nazi-, y es el ¨²ltimo instrumento estabilizador en casos de crisis nacional: Isabel de Inglaterra, en 1956, salva la grave situaci¨®n interior producida por Suez, sustituyendo ¨¢Eden y nombrando a MacMillan. En pa¨ªses con separatismos latentes (B¨¦lgica, Gran Breta?a, Espa?a), la Corona puede ser una garant¨ªa adicional de unidad. Por eso se ha repetido que se trata de una instituci¨®n barata, aunque sus intervenciones se prpduzcan muy de vez en vez. Cuando en una monarqu¨ªa constitucional no se recurre al poder arbitral de la Corona, es se?al de buena salud.
Ahora, Espa?a se encuentra conuna Monarqu¨ªa no consolidada, pero con fuertes tantos en su. haber. Pero se halla tambi¨¦n ante una crisis econ¨®mica grave, a la que se a?ade una peligrosa interinidad constituyente y una mala gesti¨®n gubernamental por parte del segundo Gobierno Su¨¢rez.
:El se?or Su¨¢rez ha perdido catorce meses antes de intentar un plan de recuperaci¨®n econ¨®mica, mientras la situaci¨®n se descompon¨ªa; permiti¨® as¨ª que el Gobierno anterior -tambi¨¦n presidido por ¨¦l- terminara sus d¨ªas en junio, sin tener dispuesto el presupuesto nacional, que debe ultimarse anualmente en marzo; ha visto degradarse la situaci¨®n en el Norte; ha montado una complicada intriga para tratar un problema secular, el de Catalu?a; ha mostrado sus dificulta des para negociar las grandes opciones diplom¨¢ticas en que se juega nuestra pol¨ªtica exterior (CEE, acuerdos USA, cr¨¦ditos, Sahara, dependencia exterior). Y finalmente, no parece controlar del todo ya sus propias filas; las resistencias de socialdem¨®cratas, liberales y democristianos para plegarse al juego unilateral de UCD, impuesto desde la Presidencia, han evidenciado la divisi¨®n interna del propio partido. Y ¨¦ste es tambi¨¦n un flanco al descubierto: se ha perdido un tiempo indispensable sin conseguir el despegue de la gran formaci¨®n pol¨ªtica que necesita la burgues¨ªa espa?ola. Los errores de gobierno suelen ser reparables, pero pueden ser grav¨ªsimos en una etapa de transici¨®n, en la que no hay todav¨ªa constituci¨®n, ni verdaderos partidos, ni instituciones establecidas, ni tradici¨®n democr¨¢tica de largo plazo.
En esta situaci¨®n, el presidente precipita su regreso a Espa?a y hace frente a los hechos con dos frases: ?Tranquilos, se?ores, que todo va bien?; ?Hagamos Espa?a entre todos y no creemos dificultades al Gobierno?. La pol¨ªtica de la habilidad insustancial llega aqu¨ª a su punto culminante.
La estrategia Su¨¢rez amenaza con ignorar los problemas acuciantes para montar una serie de decorados espectaculares. Es la huida hacia adelante. S¨®lo a remolque de los ¨²ltimos hechos anunci¨® anteayer la Presidencia, un programa de gobierno. Hay quien duda de la dimensi¨®n del proyecto. Y hay que decir, respetuosamente, que las dudas se comprenden, porque para hacer un verdadero programa pol¨ªtico es indispensable tener un m¨ªnimo de ideolog¨ªa propia, y Adolfo Su¨¢rez ha demostrado a lo largo de catorce meses que no la tiene. Es decir, ten¨ªa una, la del franquismo, que ha tenido que abandonar por razones obvias. As¨ª, el vac¨ªo ideol¨®gico es total, y el pragmatismo qu¨ªmicamente puro. Y hay que reconocer que un gobernante de esta clase resulta ¨²til en una operaci¨®n concreta para la que fue designado en la crisis de julio del 76: la de proceder al desmontaje de las instituciones franquistas. A partir de ah¨ª, su utilidad era ya negativa, como se demostr¨® al no lograr en las elecciones del 15 de junio sino un tercio del voto popular. Su Gobierno es un Gobierno de minor¨ªa, sin posibilidad actual de coalici¨®n. El ¨²ltimo proyecto del presidente aspiraba a sumar los doce votos de la minor¨ªa catalana, pero no lo ha conseguido. Por eso tiene que apelar a la ?fuga hacia adelante ?.
?En qu¨¦ consiste esa t¨¦cnica? Su¨¢rez intentar¨¢ en estos d¨ªas una jerie de operaciones de supervivencia: programa de gobierno para diciembre, restauraci¨®n de la Generalitat, congreso de UCD, convocatoria de elecciones municipales y sindicales, reforma del C¨®digo Penal, y hasta la amnist¨ªa general, adelant¨¢ndose al inevitable voto de las Cortes.
Entre tanto, se asegurar¨¢ en art¨ªculos de peri¨®dico y en informaciones m¨¢s o menos oficiosas que los rumores de crisis son el resultado de una maniobra oculta movida, como dir¨ªa Franco, por los resentidos de siempre. Pero los hechos son tan evidentes que la contraofensiva no enga?a a nadie.
Hay pocas f¨®rmulas concretas para salir de la crisis. Unas apuntan la recomposici¨®n del partido mayoritario UCD, con un nuevo Gobierno monocolor. Otras, la alianza con el otro gran partido del Parlamento, en un Gobierno de coalici¨®n. O formar un Gabinete de m¨¢s amplia concentraci¨®n. En cualquier caso se precisa un Gobierno con autoridad limitada en el tiempo, pero inequ¨ªvoca en el ejercicio, que garantice el t¨¦rmino del per¨ªodo constituyente y contribuya al saneamiento dr¨¢stico de la econom¨ªa.
Habr¨ªa, en efecto, que exigir a los elegidos del 15 de junio una prioridad en sus trabajos para que la carta constitucional se termine y plebiscite en un razonable plazo de meses. La crisis actual es una crisis hist¨®rica, de la que se puede y debe salir. Pero ya no hay espacio para habilidades menores, sino para hombres y programas de dimensi¨®n nacional.
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