Abolici¨®n de la pena de muerte

Como ciudadano m¨ªnimamente responsable (lamentablemente los que a¨²n no hemos cumplido veinti¨²n a?os no somos considerados tales por el actual Gobierno), me preocupa profundamente la redacci¨®n y el texto definitivo, de la futura Constituci¨®n espa?ola. Pero de entre todos los art¨ªculos y apartados de que conste, uno en especial, centra mi inter¨¦s: el relativo a la supresi¨®n o no de la pena m¨¢xima.Posiblemente no figure en el texto constitucional algo que nos indique la persistencia o abolici¨®n de tan arbitrario castigo.

No estar¨¢ de m¨¢s que recuerde las palabras de un, a mi parecer, prestigioso profesor de Filosof¨ªa del Derecho: ?La pena de muerte es inadmisible. La pena de muerte aniquila al delincuente, y el Estado no tiene ning¨²n derecho a aniquilar vida humana, pues con ello el hombre quedar¨ªa sacrificado a la consecuci¨®n de fines estatales. La per¨ªa de muerte est¨¢ en contradicci¨®n abierta con la idea del derecho. Hay que luchar por su supresi¨®n.?

Desde estas escasas l¨ªneas pid¨®, como miembro de la colectividad y destinatario directo de lo que all¨ª se redacte, no reflexi¨®n y razonamientos de l¨®gica pol¨ªtica para los se?ores diputados y senadores, si no lo m¨¢s elemental y simple que debe aflorar de lo m¨¢s ¨ªntimo de la conciencia de todo hombre: unos justos criterios morales y ¨¦ticos que nos ayuden cada d¨ªa a ser un poco m¨¢s lo que pretendemos ser hombres.