La autodeterminaci¨®n como soluci¨®n conveniente a Espa?a
?Inglaterra no est¨¢ dispuesta a ceder poderes y mantener al mismo tiempo responsabilidades ?, me dice el ministro principal de Gibraltar, Sir Joshua Hassan, tratando de expresar la indisolubilidad entre el v¨ªnculo colonial de Gibraltar y las garant¨ªas de su no incorporaci¨®n a Espa?a. Si Gibraltar dejara de ser administrada colonialmente, Gran Breta?a se retirar¨ªa, dej¨¢ndolo a merced de Espa?a. Hassan es el l¨ªder del partido laborista de Gibraltar, el m¨¢s eficazmente probrit¨¢nico; el otro partido pro brit¨¢nico, el de la Integraci¨®n, est¨¢ pr¨¢cticamente disuelto, y sus miembros han pasado a ocupar sectores marginales de la vida pol¨ªtica. Inglaterra ?los ha fallado?; en algunos de sus miembros late un incipiente antibritanismo.En el lado opuesto del espectro se halla el partido de la autonom¨ªa, fundado en los primeros d¨ªas de este mes por un grupo de varias decenas de profesionales y trabajadores, y que espera obtener 2.000 votos en las pr¨®ximas elecciones. Su l¨ªder es Peter Triay, sobrino del pro espa?ol Jos¨¦ Manuel Triay. El nacimiento del partido ha coincidido con la aparici¨®n del primer n¨²mero de Calpe News, la revista de Jos¨¦ Ma?uel Triay, Tito Benad¨ª y Joe Campelo, todos ellos tildados de autonomistas y, secundaria mente, de espa?olistas. La vida pol¨ªtica de Gibraltar se renovar¨¢ a¨²n m¨¢s con la pr¨®xima aparici¨®n del partido socialista (socialista, no laborista), formado por hombres que tienen una larga experlencia de ayuda a los socialistas espa?oles durante la dictadura.
?La forma en que Espa?a puede ahora ayudar a la poblaci¨®n de Gibraltar, para lograr que se autodetermine favorablemente para ella -me dice J. M. Triay-, es la de declarar solemnemente que ella tambi¨¦n reconoce la autodeterminaci¨®n negociada del pueblo de Gibraltar, y que tambi¨¦n el pueblo de Gibraltar, como el pueblo de Espa?a, es depositario de su propia soberan¨ªa; una soberan¨ªa con las limitaciones que la convivencia requiere, lo mismo que los pa¨ªses que entran en la Comunidad Europea renuncian a parte de su soberan¨ªa. De ese modo, la excusa brit¨¢nica para prolongar la situaci¨®n colonial desaparecer¨ªa, y habr¨ªa un vuelco del pueblo de Gibraltar a favor de Espa?a.?
El partido autonomista tiene en su programa la exigencia de que el pueblo de Gibraltar sea parte negociadora en el arreglo del problema, y hace una renuncia expresa de las prerrogativas en materia de pol¨ªtica exterior y defensa.
Si por ese camino Espa?a lograra neutralizar el escudo de la autodeterminaci¨®n, detr¨¢s del cual Gran Breta?a protege su presencia militar, el problema pasar¨ªa a ser simplemente uno de arreglo bilateral entre ambas, sobre la base naval, favorecido por un clima de entendimiento en la CEE,
Este ?robarle? Espa?a a Inglaterra la bandera de la autodeterminaci¨®n, mediante su cesi¨®n en favor del pueblo de Gibraltar, parece aconsejarlo esta curiosa observaci¨®n de Sir Joshua. ?Si alguna vez Inglaterra estuviera interesada, por alguna raz¨®n, en poner sobre la mesa la cuesti¨®n de la soberan¨ªa, la retirar¨ªa a la primera ocasi¨®n. Adem¨¢s, no la puede poner porque estamos aqu¨ª nosotros, que no la vamos a dejar.?
As¨ª, pues, para Sir Joshua, la presencia brit¨¢nica es una garant¨ªa; la base es necesaria mientras sea la contrapartida exigida por Gran Breta?a para continuar su presencia. Triay ve el problema de otra forma: ? En el momento en que los intereses militares brit¨¢nicos fuesen un obst¨¢culo a la autonom¨ªa de Gibraltar, no tendr¨ªamos m¨¢s remedio que decir: fuera la base.?
Esto corresponde decirlo al pueblo gibraltare?o. Su primer acto de percepci¨®n pol¨ªtica como pueblo maduro, apto para una vida aut¨®noma, no podr¨ªa ser otro sino que la base es el s¨ªmbolo y la prenda de su dependencia colonial. ?La base, que ha creado empleos en los que no se trabaja, ha destruido la moral del pueblo gibraltare?o?, dice Triay.
?Estamos realmente tan lejos de poder cuadrar el c¨ªrculo de Gibraltar, entre unos derechos espa?oles que han demostrado ser inaplicables y una situaci¨®n de facto que los ingleses no se han mostrado hasta ahora en disposici¨®n de alterar? La respuesta puede tenerla el pueblo gibraltare?o, asumiendo su responsabilidad ante las consecuencias de su situaci¨®n de sometimiento colonial; las ventajas las puede gozar Espa?a, capitalizando la buena voluntad y el prestigio que dan la generosidad, desbloqueando la hipoteca pol¨ªtico-estrat¨¦gica que sufre y llevando a Inglaterra a una negociaci¨®n a que ambas, como naciones maduras y leales a Europa, no tienen m¨¢s remedio que acceder.
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