Un programa de concordia nacional para la ense?anza
El debate sobre la ense?anza ha pasado del plano de la discusi¨®n te¨®rica al plano de las realizaciones pr¨¢cticas y del plano de la confrontaci¨®n ideol¨®gica al de las decisiones pol¨ªticas en los ¨®rganos democr¨¢ticos. Los programas de los distintos partidos pol¨ªticos, ?han sido lo suficientemente claros y expl¨ªcitos en este tema como para que diputados y senadores puedan actuar sabiendo que de verdad representan la opini¨®n de quienes los votaron? Yo opino que no.Por ser un problema crucial y vidrioso, todos los programas anteriores al 15 de junio lo dejaron en una expl¨ªcita nebulosa, dentro de la cual cada elector pod¨ªa leer. sus deseos e identificar sus esperanzas. Es necesario, por consiguiente, un esclarecimiento previo por parte de los grupos ideol¨®gicos existentes en la soc¨ªedad, una manifestaci¨®n de deseos y proyectos por parte de todos, y al final de todo esto una regulaci¨®n jur¨ªdica por parte del poder pol¨ªtico que les d¨¦ cauce y realizaci¨®n hist¨®rica.
1.Las dos grandes opciones educativas
Hoy se enfrentan en nuestra sociedad dos modelos educativos completos en s¨ª mismos y divergentes entre s¨ª. Cada uno de ellos tiene tras s¨ª a la mitad aproximada de la poblaci¨®n, y sobre todo tiene toda una concepci¨®n pol¨ªtico-social que quisiera hacer prevalecer a trav¨¦s de la ense?anza, a la que muchos consideran como el medio privilegiado para el acceso al poder pol¨ªtico. Empe?arse en no reconocer esta escisi¨®n y la dualidad consiguiente de proyectos es enga?arse a s¨ª mismo o querer enga?ar al pr¨®jimo. Empe?arse en afirmar un modelo como expresi¨®n de toda la verdad y en condenar al otro como expresi¨®n de todo el error es. clara ingenuidad o expresa malevolencia.
2.El doble punto de partida: el pasado o el futuro.
Ante la ense?anza se pueden tomar dos posturas: mirar a los ¨²ltimos decenios de nuestro passado inmediato o bien mirar a los pr¨®ximos decenios de nuestro futuro. Ese pasado est¨¢ ah¨ª y es ingnorable. No se le puede soslay¨¢r, magnificar en- bloque o en bloque condenar. Por ello no se puede programar un sistema educativo en referencia exclusiva a ese pasado: ni solamente para consolidarlo ni solamente para invertirlo. Quien se empe?a en ignorar o negar la historia. termina siendo negado o ignorado por ella. Las experiencias hist¨®ricas son, dentro de determinados m¨¢rgenes, todas ellas ambivalentes; y las de estos a?os tienen aspectos positivos y negativos. Por. ello m¨¢s que discutir de? pasado, lo que hay que poner de manifiesto es si hacia el futuro se aceptan por parte de todos, individuos y grupos, los principios democr¨¢ticos y si se quiere de hecho que la cultura llegue a todos por igual; una cultura que responda a la identidad de los Pueblos y de los grupos humanos de nuestro pa¨ªs, confiri¨¦ndoles capacidad para asumir su propio protagonismo hist¨®rico.
3.Aceptaci¨®n y reconocimiento de unos por otros
Una vez constatada con realismo y veracidad la doble actitud existente entre los ciudadanos frente al tema de la ense?anza, lo primero que hay que hacer es un reconocimiento de todos por todos. Empe?arse en llevar adelan te la propio visi¨®n, con ignorancia, marginaci¨®n positiva o insulto del pr¨®jimo que piensa de otra forma significar¨ªa querer lograr una nueva victoria de media Es pa?a contra ?a otra media, es de cir, renovar una guerra civil, pri mero en plano ideol¨®gico y sin duda luego en el plano b¨¦lico.
4. Organizaci¨®n pluralista de la ense?anza por parte del Estado.
La organizaci¨®n jur¨ªdico-, pol¨ªtica no podr¨¢, por tanto, absolutizar ni imponer un modelo u ordenaci¨®n educativa que excluya las dem¨¢s y que sea sentida por media Espa?a como opresiva y d¨ªscriminatoria. Ello quiere decir que. hay que optar por una regulaci¨®n concreta que honestamente d¨¦ cabida a las dos opciones fundamentales que existen en nuestra sociedad. Hacer otra cosa distinta ser¨ªa exigir, capitulaciones y guillotinas.
5. Legitimidad y relatividad de los dos modelos
La escuela llamada p¨²blica es un modelo educativo leg¨ªtimo en cuanto tal, viable incluso para los ,cristianos si proveen por otros cauces a la formaci¨®n espiritual y. religiosa. Pero en ning¨²n caso puede ser impuesta como el ¨²nico modelo leg¨ªtimo y posible en el pa¨ªs.. Y ser¨ªa una burla o un en ga?o intolerable la identificaci¨®n tanto de la escuela p¨²blica como de la escuela privada con el modelo ideal que autom¨¢ticamente genera justicia y solidaridad, libertad y futuro. Ese tipo de es cuela p¨²blica puede y debe existir como un modelo m¨¢s entre otras muchas configuraciones educativas posibles. Quien se empe?a en demostrar que por razones cient¨ªficas es el ¨²nico modelo viable en Espa?a est¨¢ confundiendo la evidencia objetiva con sus deseos personales, y terminar¨¢ por imponer primero por la ciencia, despu¨¦s por la fuerza y la violencia lo que ¨¦l cree que son valores universales, en la forma concret¨ªsima en que ¨¦l los piensa y quiere llevarlos a la realidad.
La escuela llamada privada no es la condici¨®n absolutamente indispensable para el ejercicio hist¨®rico de la libertad: hay otros caminos posibles. Lo mismo que la escuela p¨²blica no es la soluci¨®n autom¨¢tica para el logro ,hist¨®rico de la justicia. Lo grave es que el hecho mismo de plantear. las cosas as¨ª revela que seguimos en esquemas transnochados, es decir, en una sociedad uniforime inmovilista, y pensando en un Estado absoluto, dispensador de leyes y valores, de cultura y de poder, con lo que sigue siendo totalitario y dominador, independientemente del signo que esa dominaci¨®n tenga, porque toda dominaci¨®n es despersonalizadora.
6 Las condiciones hist¨®ricas para tina real eficacia.
La calidad y el valor de la ense?anza deriva de la calidad de las instituciones, personas y programas, objetiva y fielmente llevadas a cabo, y no de la superposici¨®n violenta y dogm¨¢tica de una ideolog¨ªa, lo mismo da que sea religiosa o pol¨ªtica. Toda escuela leg¨ªtimamente instaurada y con un eficaz rendimiento cumple una funci¨®n p¨²blica, y sea cual sea su configuraci¨®n interna, debe ser reconocida a todos los -efectos. Lo que urge, por tanto, es establecer en todas las instituciones docentes lo mismo en las llam¨¢das p¨²blicas que en las llama das privadas, las. condiciones positivas y negativas necesarias y los controles p¨²blicos indispensables para que puedan cumplir esa funci¨®n social, dando raz¨®n de ella ante la sociedad. La real equiparaci¨®n jur¨ªdica y econ¨®mica de las instituciones. educativas y escolares es la con dici¨®n para que exista un verda dero pluralismo.-Tal equiparaci¨®n mostrar¨¢ al vivo qu¨¦ perso nas y qu¨¦ grupos est¨¢n dispuestos a promover ense?ando a los Po bres y qui¨¦nes, por el contrario, est¨¢n dispuestos a hacer negocio ense?ando,a los ricos. S¨®lo as¨ª tendr¨ªa el Estado fuerza moral para ej ercer controles y estable cer socializaciones.,
7. Ense?anza democr¨¢tica y socializadora frente a dictaduras.
Si a una regulaci¨®n totalitaria de la ense?anza, hecha con un signo pol¨ªtico, se te quisiere hacer suceder otra regulaci¨®n violentamente imp¨²esta y con otras intenc¨ªones igualmente pol¨ªticas, entonces habr¨ªamos salido de una dictadura para entrar en otra. Y no es una u otra dictadura lo que tenemos que elegir en Espa?a, sino una regulaci¨®n- rea,lmente democr¨¢tica y realmente socializadora de la ense?anza; -democr¨¢tica, es decir, la que llegue a todos y responda a la ?dentidad espiritual de los grupos mayoritarios existentes en nuestra sociedad; socializadora, es decir, la que cree a todos una real" igualdad de oportunidades para el acceso al iaber, al poder y al tener colectivos.
8. Los programas ide¨¢les y las realizaciones posibles.
?Que todo esto a la vez y de momento no es posible? Es verdad. Luego entonces lo primero que. hay que hacer es establecer de manera oficial y p¨²blica una panor¨¢mica de tareas y prioridades, una tabla de criterios con los que se va a operar, y un calendario de realizaciones por raz¨®n de urgencia. Por ello mientras los diversos grupos ideol¨®gicos. y pol¨ªticos no expresen con absoluta claridad y honestidad lo que piensan sobre esto, seguiremos en una sorda lucha de sospechas, temores y agresiones. Y los electores se sentir¨¢n no servidos por sus representantes sino utilizados en funci¨®n de unos programas. que no saben en qu¨¦ medida responden a los propios deseos.
9. Las condiciones ¨¦ticas de la concordia pol¨ªtica.
Es necesario llegar a una concord¨ªa nacional en este tema, que s¨®lo ser¨¢ real cuando cesen las acusaciones mutuas, cuando se acepte que de hecho pensamos de manera diferente., cuando se valoren m¨¢s las.personas que las ideolog¨ªas, cuando no se declare arbitrariamente a unos saberes como cient¨ªficos y liberadores y a otros como m¨¢gicos e ideol¨®gicos, cuando se ofrezca al pa¨ªs lo! cauces- instituc¨ªonales en que de hecho pueda libremente cada ciudadano encontrar la educaci¨®n y la ense?anza que ¨¦l considera leg¨ªtima y necesaria.
10. La reconciliaci¨®n y el futuro del pa¨ªs.
Una vez llegados a este punto, lo que se impone es un trabajo t¨¦cnico y una programaci¨®n econ¨®mica que, renociendo la. leg¨ªtima y necesaria dimensi¨®n pol¨ªtica de la ense?anza, sin embargo, la despolitice arranc¨¢ndola a la posible dominaci¨®n 0 apropiaci¨®n exclusiva por parte de uno u otros grupos, a fin de que el saber no sea nunca mera fun-' ci¨®n M poder, sino fuerza cr¨ªtica ante ¨¦l y frente a ¨¦l. Si no se da esta concordia nacional, por la que nos aceptamos en la diversidad,,y si no creamos unos cauces para que esa diversidad se afirme no como enfrentamiento sino como enriquecimiento, entonces -estaremos de nuevo a las puertas de una contienda civil, para volver a estar otra vez en el infierno delos vencedores o de los vencidos. P¨®r.ello tambi¨¦n en el terna de la ense?anza estamos ante una pregunta todav¨ªa sagrada para los espa?oles: ?Queremos deverdad y eficazmente la reconciciliaci¨®n? Y reconciliarse significa aceptarse en la diversidad, capitutar de unos derechos o razones absolutas, perdonar de coraz¨®n, ofrecer ¨¢mbitos de libertad al pr¨®jimo diferente, ser co n ¨¦l y desde ¨¦l. ?ste es el-lugar de la democracia y la hora de la verdad, es decir, de los hechos que reconcilien a los ciudadanos y creen un futuro humano para sus hijos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.