Salvador de Madariaga: historia, federalismo, libertad
Hay muchas maneras de escribir historia. Seg¨²n Crane Brinton, no hay ning¨²n camino ortodoxo para el historiador; los caminos abiertos son muchos y es altamente arriesgado condenar a uno en favor de otro. Puede el historiador limitarse a relatar cronol¨®gicamente el suceso hist¨®rico, siguiendo la corriente, al estilo de C¨¦sar Cant¨².Sentirse un personaje m¨¢s en la escena, moverse con el odio y el amor que dicte la circunstancia, a la manera de Carlyle. Para Carlyle lo ¨²nico perceptible en la vida son la eternidad y la idealidad que en el tiempo se nos muestra. Por eso se mete entre sus personajes, se exalta, vibra, aconseja y profetiza. Pero quiz¨¢ la m¨¢s rec¨®ndita virtud del verdadero historiador sea no reflejar la opini¨®n, sino moldearla. Salvador de Madariaga, uno de los pocos espa?oles universales que nos quedan, s¨ª, moldea la opini¨®n. Y, como dir¨ªa don Juan Valera, con su frase feliz y parad¨®jica, ha tenido el arte de vaticinar el pasado, que es el secreto de la filosof¨ªa de la, historia.
El auge y el ocaso del imperio espa?ol en Am¨¦rica
De la angustia a la libertad Memorias de un federalista. Salvador de Madariaga. Editorial Espasa-Calpe, SA. Madrid, 1977.
En esta obra, El auge y el ocaso del imperio espa?ol en Am¨¦rica, Madariaga estudia todas aquellas causas que determinaron las circunstancias hist¨®ricas. No sor prende al lector con lo maravilloso ni escoge razonamientos fant¨¢sticos, sino que cuenta los dichos y hechos seg¨²n la verdad, por lo cual el resultado es de una permanente instrucci¨®n y de una aleccionadora persuasi¨®n. Desde la conquista a la emancipaci¨®n americana, el acontecer hist¨®rico Pasa ante nosotros con rigurosidad y emoci¨®n.
Hay que conocer la unidad ¨ªntima de la vida colectiva. Nos recuerda Madariaga que los hombres de la era rom¨¢ntica ve¨ªan la historia como un melodrama, en el que la doncella era siempre inocente en absoluto, y el villano, siempre en absoluto traidor. Con lo cual resultaba encantadoramente f¨¢cil el camino del progreso: bastaba con destruir al villano y quedaba la doncella libre.
La historia es una memoria y una experiencia cuyo uso corresponde a los prudentes. Y el primer mandamiento del historiador es decir todo lo bueno y lo malo sobre la ¨¦poca que estudia y, sobre todo, saber que si a la historia se le quita el porqu¨¦, c¨®mo y con qu¨¦ fin se hizo tal acci¨®n, entonces lo que queda es un mero ejercicio de palabras.
Madariaga nos da una visi¨®n de la historia americana de Espa?a, justa, mesurada y exacta. Y lo hace con su estilo claro, directo, ameno y sugestivo: ?Si estos hombres (los de la independencia americana) y los que en Espa?a pensaban como ellos se hubieran lanzado al mundo con menos indiferencia quijotesca y espa?ola para con la realidad, con m¨¢s lastre de experiencia del que en vano recomendaba Sancho Panza a su se?or, les habr¨ªa sido posible rejuvenecer a ambas Espa?as, la europea y la americana, creando as¨ª una comunidad de naciones espa?olas, es por lo menos una hip¨®tesis plausible. Pero el caso es que obraron como obraron, y en sus circunstancias no alcanzaron a m¨¢s. La caja de resonancia de la historia no ten¨ªa tod¨¢v¨ªa la amplitud necesaria para acordes tan vastos y complejos. Laboraron con valor y con buena fe, y tambi¨¦n con esa fuerza dispersiva, disruptiva, explosiva tan t¨ªpica de Espa?a como de la granada.?
Confiemos que alg¨²n d¨ªa el p¨¦ndulo vuelva a estar accionando, esperemos que esa vez llegue a alcanzar perfecto equilibrio y exactitud
Pluralidad y unidad
En sus Memorias de un federalista, Madariaga nos confiesa que no ha querido ofrecernos un relato retrospectivo ni echar una ojeada nost¨¢lgica a sus ?primeros ochenta a?os?. Lo que ha pretendido, y con pleno acierto, es exponer con claridad y concisi¨®n unos principios b¨¢sicos sobre este problema, que, como ning¨²n otro, perdura en la realidad pol¨ªtica espa?ola. Se incluye en este volumen unos epistolarios con los se?ores Tarradellas, Irujo y Aguirre, que hoy tienen una viv¨ªsima actualidad.Define Madariaga lo que sustancialmente son las autonom¨ªas, el fen¨®meno regionalista, la espinosa cuesti¨®n del separatismo y la aparici¨®n en el escenario de las reivindicaciones de las nacionalidades. Propugna una soluci¨®n federal para que ?todos se sientan a gusto en casa? y que ?en vez de encerrarse en sus respectivas tiendas, como otros tantos Aquiles, ofrezcan su plena colaboraci¨®n a la tarea que aguarda: la creaci¨®n, al fin, de una Espa?a al comp¨¢s con nuestro tiempo?.
Nos dice que corrigiendo las pruebas de sus Memorias ley¨® el excelente ensayo de Juli¨¢n Mar¨ªas Consideraci¨®n de Catalu?a, y que ?la agudeza, la cortes¨ªa, el estilo y sobre todo la actitud de esta obra bastar¨ªa para probar el progreso que ha hecho la convivencia entre las diversas Espa?as. Es un libro que todos los espa?oles debieran leer, los catalanes como los no catalanes?.
Tambi¨¦n debi¨¦ramos todos leer estas Memorias, que si en alg¨²n episodio son c¨¢usticas, nos demuestran la buena intenci¨®n del autor, porque mientras todos seamos espa?oles no ha dificultades ni y verbales ni jur¨ªdicas para entendernos. Y qu¨¦ raz¨®n tiene, cuando escribe: ?Somos un pueblo con terribles problemas que resolver y que se gobierna mal.? Lo que produce asombro es que en las m¨¢s duras horas del exilio, don Salvador de Madariaga no alterase su juicio, al escribir desde de fuera, sobre unos hechos y circunstancias en que a tantos otros les arrastr¨® la pasi¨®n o, si se prefiere, la desesperaci¨®n.
La libertad, esencia de la vida
La libertad no es para Madariaga mera circunstancia cuya presencia mejora, cuya ausencia empeora la vida humana, sino el mismo aire que respira el hombre como esp¨ªritu consciente. Sin libertad no hay hombre, ni hay comunidad; porque el hombre cae al nivel de la bestia y la comunidad al del reba?o. La libertad es algo m¨¢s elemental y primitivo que un derecho; es una necesidad. La primera necesidad del hombre porque es el Pan de su esp¨ªritu.Madariaga cree que el verdadero liberalismo podr¨ªa adoptar por divisa esta f¨®rmula que se cierra sobre s¨ª misma: ?Por la libertad al servicio; por el servicio al orden; por el orden a la libertad.?
Este ensayo titulado De la angustia a la libertad, tiene ra¨ªces unamunianas. Cuando Madariaga perfila los prototipos ideales del creyente, el rebelde y el buscador, est¨¢ fluyendo aquella sed de eternidad de Unamuno que aspiraba a una salvaci¨®n de la nada. ??De d¨®nde vengo yo -escrib¨ªa Unamuno y de d¨®nde viene el mundo en que vivo y del cual vivo? ?A d¨®nde voy y a d¨®nde va cuanto me rodea? ?Por qu¨¦ quiero saber de d¨®nde vengo y a d¨®nde voy, de d¨®nde viene y a d¨®nde va lo que me rodea, y qu¨¦ significa todo esto? Porque no quiero morirme del todo y quiero saber si he de morirme o no definitivamente. Y si no muero, ?qu¨¦ ser¨¢ de m¨ª?, y si muero ya nada tiene sentido.?
En la conquista de la libertad, Madariaga cifra el esp¨ªritu del hombre que busca un camino para alcanzar la fuerza motriz de su moral individual y social y que ilumine la raz¨®n de su conciencia.
Y esto mismo no deja a los que quieren esperar sino una sola esperanza: la esperanza en un esfuerzo continuado de solidaridad gracias al cual todos los progresos de orden material podr¨¢n, en fin, servir para una verdadera liberaci¨®n del ser humano.
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