El poeta y la ¨²ltima generaci¨®n
De entre los que han sentido como suyo el Nobel de Aleixandre, no son los menos importantes los poetas j¨®venes que tomaron de sus propias manos el relevo generacional, la furia creadora y el parecido terrible en la concepci¨®n de lo literario, de lo po¨¦tico. Una veta irracional, junto a un calculado uso del razonamiento discursivo del verso suelto de cualquier servidumbre, esa cerraz¨®n de la palabra, que pierde, para la poes¨ªa, su sentido cotidiano, y Unas lecturas en las que el maestro no fue de ninguna manera ajeno, son algunas d¨¦ sus caracter¨ªsticas. Si en este testimonio de urgencia -en el que constan fidelidades p¨²blicas hace muchos a?os- no est¨¢n todos los que debieran que no es culpa suya ni nuestra: es el tiempo, el tel¨¦fono y la distancia. Y algo m¨¢s: en medio de tanta pregunta y tanta c¨¢mara, Aleixandre recordaba el pasado viernes cuando dej¨® de sentirse poeta joven. Los que aqu¨ª opinan han sobrepasado ya la l¨ªnea en que alguien, m¨¢s joven a¨²n, toma su libro como punto de referencia. Son, pues, poetas simplemente, adultos, y tienen sus seguidores, sus lectores y sus cr¨ªticos. Son puentes en la transmisi¨®n de esa devoci¨®n alexandriana que est¨¢ fundando la tradici¨®n moderna espa?ola.Guillermo Carnero
?Aleixandre, junto con sus compa?eros generacionales, pusieron a las letras espa?olas al nivel que hab¨ªan perdido al terminar el Siglo de Oro por muerte de Calder¨®n. El valor de un poeta depende de dos par¨¢metros. El primero consiste en que haya sabido llevar a buen fin los prop¨®sitos que lo empujaron a la creaci¨®n po¨¦tica; pero si aqu¨¦llos est¨¢n excesivamente vinculados al tiempo en que vivi¨®, inevitablemente padecen con el transcurso de los a?os de la general absolecencia que afecta a todas las obras humanas: as¨ª puede ser acreedor de un respeto que sea extremo, pero arqueol¨®gico. El segundo par¨¢metro es el que da raz¨®n de la permanente actualidad de una obra: consiste en escapar por el genio a esa ley de universal absolecencia. Y Vicente Aleixandre queda exento de ella por dos razones. La primera, que el esp¨ªritu de su obra es cl¨¢sico, atemporal, si atemporal quiere decir v¨¢lido en todo tiempo; y lo es en su preocupaci¨®n por aclarar esos interrogantes que la vida ofrece y ante los que no cabe m¨¢s ciencia que la po¨¦tica, por id¨¦nticas razones son atemporales T¨ªbulo, Propercio o Villamediana. La segunda, que sus soluciones t¨¦cnicas al problema de la escritura son la mejor tradici¨®n de las inquietudes formales de la poes¨ªa moderna. La maestr¨ªa con que Aleixandre maneja el verso largo libre es todo un tratado de arte po¨¦tica.?
F¨¦lix de Az¨²a
?He le¨ªdo a Aleixandre desde que tengo uso de raz¨®n. Por la raz¨®n he tenido en Aleixandre al mejor maestro de la generaci¨®n del 27 (unas veces coherentemente, como en el caso de Ambito, y otras gracias a una decidida oposici¨®n, como en el caso de la Destrucci¨®n o el amor, ya que ha sido siempre el que estaba m¨¢s cerca de mis propios razonamientos. Est¨¢ dentro de su poes¨ªa como investigador (no fuera, como Guill¨¦n). Cuando encuentra un error lo sigue hasta el final y lo convierte en un acierto (al contrario de Cernuda, siempre asustado por sus errores y lleno de correcciones). Es uno de los pocos literatos espa?oles con capacidad para la iron¨ªa (que tanto contrasta con esa seriedad ligeramente boba de Garc¨ªa Lorca que tan clara aparece en sus poemas humor¨ªsticos). Jam¨¢s se ha considerado un personaje hist¨®rico (como es el caso de Alberti). En definitiva, es el perfecto conocedor del castellano, formado en pensadores despejados (ingleses, franceses y alemanes) y que, por tanto, escribe como si (adem¨¢s) debiera ser comprendido y gustado por europeos.?
Vicente Molina Foix
?Vicente Aleixandre est¨¢ diariamente y con verdad ligado al mundo de los escritores j¨®venes. Se me ocurre que Aleixandre nos importa por no serio ¨¦l, por no ser joven o corregida o acomodada a la moda de lo imperante su poes¨ªa. Aleixandre en cada nuevo libro no s¨®lo ensancha la poes¨ªa en sentido lato o el lenguaje de la poes¨ªa, sino que reinventa -cuestion¨¢ndolo- el quehacer po¨¦tico, el m¨¦todo de acercamiento, del escritor a la realidad, enriqueciendo y renovando con in¨¦ditos niveles de contemplaci¨®n y penetraci¨®n de la materia del poema, el patrimonio de su obra anterior. ?No es ¨¦sta acaso la ense?anza m¨¢s v¨¢lida que todo artista joven puede extraer de las figuras que le preceden??
Jaime Siles
?Hay poetas cuya vigencia en las posteriores generaciones se encuentra vinculada, ¨²nica y exclusivamente, a la calidad y car¨¢cter de su obra. Entre ¨¦stos se hallan aquellos a los que el espacio o el tiempo o motivos de ¨ªndole no po¨¦tica mantuvieron alejados. En tal caso, s¨®lo es justo hablar de influencia, pero en Vicente Aleixandre es preciso hablar de magisterio, de palabra viva, de presencia directa, de contacto humano. La experiencia surrealista de los a?os treinta, tiene ahora, como Cernuda hab¨ªa profetizado, su p¨²blico. De ah¨ª el inter¨¦s constante por la vanguardia, y en consecuencia la sorprendente actualidad de la obra de Aleixandre, obra que a¨²na y fusiona tradici¨®n e innovaci¨®n, eternidad y transitoriedad, lo conceptual y lo preciso, lo irracional y lo inmediato.?
Antonio Mart¨ªnez Sarri¨®n
?No soy cr¨ªtico ni lo ser¨¦. Espadas como labios y, dentro de ese libro, poemas como El vals, me interesan m¨¢s que Mundo a solas o esa orquestada maestr¨ªa que es la Destrucci¨®n o el amor. Pero reconozco y admiro la necesariedad de esa trayectoria. Prefiero al Aleixandre oficiante de tinieblas, conciencia desgarrada frente a la inutilidad del verbo conjurador, que propicie la reabsorci¨®n dichosa e intensa en la naturaleza, en la l¨ªnea de los rom¨¢nticos alemanes o de los malditos franceses, y a ese gran poeta conceptual, meditativo y sapiente de sus ¨²ltimos libros.?
Justo Jorge Padr¨®n
?Cuando se llega al continente de la obra po¨¦tica de Vicente Aleixandre, lo primero que captamos es la variedad profunda, la cohesi¨®n y unidad abarcadora con que se amalgaman los tres grandes ciclos de su poes¨ªa. Pero lo que especialmente a m¨ª me impresiona, es la absoluta grandeza de su previo planteamiento -tal como lo har¨ªa un verdadero demiurgo-, es decir, la concepci¨®n de una obra m¨²ltiple en su totalidad vista ya desde el origen de su primer libro. Como un sue?o in¨¦dito o una s¨²bita revelaci¨®n, sus poemas nos traen lo c¨®smico y lo tel¨²rico, desde la inmensidad inaccesible hasta lo m¨¢s nimio e impalpable del alma humana. Esta capacidad de visi¨®n, tan amplia y rica, es casi ¨²nica en la poes¨ªa de lengua espa?ola de este siglo. Solamente recuerdo ahora con esta altura y dimensi¨®n la obra de Pablo Neruda.
Este criterio de variedad, cohesi¨®n dentro de una intens¨ªsima y totalizadora capacidad visionaria, fue la que el acad¨¦mico sueco Artur Lundkvist y yo recogimos en la selecci¨®n de poemas que vertimos al sueco de la obra aleixandrina y que sirvi¨® para que el lector y estudioso escandinavo, y muy en particular la Academia Sueca, tuviera un conocimiento eficaz y detallado de la magnitud de nuestro primer poeta.?
Babelia
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