Feminismo consciente
Despu¨¦s de la resoluci¨®n de las Naciones Unidas en 1974, proclamando el A?o Internacional de la Mujer, se han publicado multitud de art¨ªculos en revistas y diarios, y alg¨²n que otro libro tambi¨¦n, sobre la urgencia de obtener para la mujer la plenitud de los derechos humanos, derechos postergados en muchos pa¨ªses, silenciados o negados en otros. Nada hay que oponer a estas justas reivindicaciones. Pero para nosotros es m¨¢s urgente llegar al conocimiento de nuestra misi¨®n, de nuestra responsabilidad en la vida para poder ejercer esos derechos que en justicia nos pertenecen, pero que la realidad, la vida misma, les imponen limitaciones.Consciente de mi deber me interesa dejar sentado que no debemos caer en la com¨²n afirmaci¨®n feminista que sienta la igualdad absoluta entre el hombre y la mujer. Considero esta afirmaci¨®n un error fundamental.
A mi juicio el hombre y la mujer son seres humanos diferentes, ni superiores ni inferiores, son diferentes. Es posible que ante esta afirmaci¨®n m¨ªa haya mujeres que me se?alen como defensora de principios caducados, retr¨®grada, quiz¨¢. Pero ah¨ª est¨¢ la actuaci¨®n de toda mi vida para aclarar cualquier olvido, cualquier falsa interpretaci¨®n.
Vamos, pues, a puntualizar los principios que estimo b¨¢sicos para aclarar nuestra condici¨®n femenina. Fisiol¨®gicamente el hombre y la mujer son fundamentalmente, diferentes, pero considero que ambos sexos tienen la misma capacidad de desarrollo. Cualquier acci¨®n, cualquier estudio que no tenga en cuenta esta doble condici¨®n de la mujel ser¨¢ equivocado y puede seguir un falso camino para situar nuestra gran misi¨®n en la vida.
Interesa afirmar que en el sector intelectual, con una formaci¨®n igual, la mujer puede llegar y, llega al nivel que ha llegado y llega el hombre: medicina, abogac¨ªa, jurisprudencia, profesorado, diplomacia, etc¨¦tera; pero en los sectores de actividades que exigen un desarrollo de fuerzas f¨ªsicas, superiores a los que normalmente concede la naturaleza a la mujer, ella estar¨¢ siempre en condiciones de inferioridad.
Como consecuencia de este axioma debemos afirmar: la mujer no estar¨¢ nunca capacitada para los trabajos en las minas, ni para formar parte del cuerpo de bomberos, ni para ser capit¨¢n de un buque de guerra, ni piloto aviador con mando en las grandes l¨ªneas a¨¦reas. En estos casos, como en otros, podemos encontrar excepciones, excepciones que no hacen sino confirmar nuestras afirmaciones.
El hogar ha sido, es y ser¨¢ una instituci¨®n formada y sostenida por la mujer, y en sus manos seguir¨¢ mientras nuestra base social se apoya en ¨¦l. El hogar es la base de nuestra sociedad europea, de toda sociedad democr¨¢tica.
Las injusticias
Sentadas estas premisas debemos entrar en el terreno de las injusticias, de las injustas desigualdades que existen -sin raz¨®n ni derecho- en ciertos sectores de la actividad social en los que la mujer es tan capaz y eficiente como el hombre. Nuestro deber, pues, es apoyar moral y materialmente este renaci¨¦nte movimiento de liberaci¨®n femenina. En aquellos pa¨ªses donde quedan pocos derechos que conseguir, como en Estados Un?dos, Inglaterra, Francia y algunos pa¨ªses n¨®rdicos, hay que vencer esas negligencias legislativas que no tienen raz¨®n para subsistir.
Pero la urgente labor a realizar es sacar del silencio las grandes injusticias establecidas por las autoridades unas, y toleradas por otras, en aquellos pa¨ªses en que la mujer carece de los m¨¢s elementales derechos humanos.
?Qu¨¦ pasa en Espa?a?
All¨¢ por los a?os 1965-66 surgi¨® el llamado Movimiento Democr¨¢tico de Mujeres, del que se esperaba alguna acci¨®n -aun nacido en la clandestinidad- No fue as¨ª, s¨®lo hemos comprobado el nacimiento de varias asociaciones, como, por ejemplo, la de Mujeres Universitarias, la Asociaci¨®n de Mujeres de Casa y la de Mujeres Separadas Legalmente. Merece se?alar aquellas Jornadas Catalanas de la Dona, celebradas en el paraninfo de la Universidad de Barcelona en el mes de mayo de 1976. Esas jornadas fueron esencialmente un debate te¨®rico sobre las reivindicaciones comunes a todas las mujeres. En Barcelona tambi¨¦n apareci¨® la revista Vindicaci¨®n Feminista. Por ¨²ltimo, citemos el Congreso Internacional de Mujeres Juristas celebrado en Madrid ese a?o de 1976; congreso que se desarroll¨® divididas las opiniones en una discusi¨®n respecto a las reivindicaciones feministas.
Nuestro deber
Debemos repetir que nuestro deber es apoyar, ayudar en lo posible ese movimiento de reivindicaciones femeninas, pero esta justa campa?a debe cuidar de la decencia en la propaganda, guardar inc¨®lume esa aureola de dignidad de la qu¨¦ ha gozado siempre la mujer espa?ola.
No seamos agrias feministas, seamos femeninas, conscientes de la noble misi¨®n de la mujer.
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