Viaje a los cuadernos del horror del cirujano pederasta
Jo?l Le Scuoarnec anot¨® meticulosamente todas las violaciones que cometi¨® durante 24 a?os como si fueran fichas de pacientes. El horror del relato, que provoc¨® un trauma a la agente que lo estudi¨®, es tambi¨¦n la prueba definitiva del caso

El 2 de mayo de 2017 a las 8.45 de la ma?ana, un grupo de polic¨ªas franceses con una orden judicial irrumpi¨® en una casa adosada en Jonzac, la peque?a localidad bretona donde viv¨ªa el cirujano Jo?l Le Scouarnec. La Gendarmerie, tras la denuncia de una vecina, una ni?a de seis a?os que aseguraba haber sido agredida, y otros casos anteriores, sospechaba desde hac¨ªa tiempo que el hombre era un peligroso pederasta que hab¨ªa utilizado su condici¨®n de m¨¦dico para abusar de centenares de menores. En el interior del domicilio encontraron decenas de mu?ecas con objetos sexuales acoplados y bautizadas con nombres de ni?os, 300.000 fotos de pedofilia y zoofilia y 151 v¨ªdeos y llaves USB. Al final del registro, la gendarme Nadia Martineau descubri¨® debajo de un colch¨®n unos ¨²ltimos discos duros donde Le Scouarnec hab¨ªa almacenado el relato de la mayor¨ªa de sus cr¨ªmenes desde 1990 hasta 2014, a raz¨®n de 50 p¨¢ginas anuales. La agente se obsesion¨® con el caso, revis¨® a fondo las anotaciones, sus perversiones, el detalle oculto en los relatos. Aquellos documentos eran la piedra de Rosetta para descifrar el caso. Tambi¨¦n un agujero negro del que no lograr¨ªa salir en los siguientes a?os.
El trauma que el minucioso relato del pederasta caus¨® a la agente Martineau, atravesada por su lectura, la oblig¨® a pedir una baja que la ha apartado de su trabajo los ¨²ltimos tres a?os. El viernes, rota, entre l¨¢grimas cuando intentaba detallar algunos de los pasajes de los archivos que descubri¨®, no pudo terminar su declaraci¨®n por videoconferencia ante el tribunal que juzga el caso. ¡°Yo hubiera querido... Lo siento mucho¡¯¡±, se excus¨® en la pantalla que la conectaba con el tribunal. ¡°En nombre de la Corte, esperamos que pueda recuperarse y superar esta prueba¡±, le dese¨® la presidenta antes de excusar su testimonio. El dolor de la agente Martineau, sin embargo, es el reflejo m¨¢s n¨ªtido de la deshumanizaci¨®n de los cr¨ªmenes cometidos por el cirujano. Un insoportable relato de los hechos contenido en el sumario del caso, al que ha tenido acceso EL PA?S, que permitir¨¢ condenarle a la pena m¨¢xima.
La primera anotaci¨®n que consta en el diario del cirujano, tambi¨¦n en los documentos que meticulosamente separaba bajo los t¨ªtulos de vulvettes (vulvitas) y quequettes (colitas), es de 1990 y se refiere a Delphine, una ni?a que entonces ten¨ªa 10 a?os y fue ingresada por una apendicitis aguda. Le Scuoarnec, como con el resto de v¨ªctimas, se dirig¨ªa a ella directamente en sus escritos. ¡°Delphine, cuando te vi por primera vez no te hab¨ªas terminado de despertar. Por eso pude apartar la ropa que cubr¨ªa tu cuerpecito desnudo, abrir tus piernas y admirar tu peque?o sexo [¡]. No pude respirar tu olor a sexo, acariciarte. L¨¢stima. Adi¨®s, peque?a Delphine, te quiero¡±, terminaba en la primera entrada de su diario despu¨¦s de describir con detalle su comportamiento ped¨®filo.

El caso del pederasta Le Scouarnec, su investigaci¨®n y proceso, est¨¢ articulado alrededor del mismo elemento que ¨¦l mismo convirti¨® en el centro de su perversi¨®n. Durante 18 a?os anot¨® todos sus cr¨ªmenes en folios y en archivos de word donde sus escritos se amontonaban al mismo ritmo que sus agresiones. En todas las entradas, describ¨ªa a sus pacientes y se dirig¨ªa directamente a ellos. Los clasificaba por edades. Los describ¨ªa f¨ªsicamente, anotaba la primera impresi¨®n que le causaban y siempre los situaba en un espacio concreto: el box de operaciones, su consulta o la habitaci¨®n. Detalla tambi¨¦n si los menores estaban solos o no y c¨®mo logr¨® zafarse de posibles testigos y de sus progenitores. Ten¨ªa, adem¨¢s de estos escritos, una lista donde anot¨® su biograf¨ªa criminal, con nombres, edades, lugares y fechas. Hay a?os en blanco porque tuvo que borrar algunos cuando pens¨® que le hab¨ªa descubierto su mujer.
El promedio de edad de sus presuntas v¨ªctimas al sufrir los abusos es de 11 a?os, seg¨²n confirm¨® el fiscal del caso, St¨¦phane Kellenberger. Del total, 158 son hombres y 141 son mujeres. S¨®lo 14 de ellas ten¨ªan m¨¢s de 20 a?os cuando fueron agredidas, mientras que 256 eran menores de 15. A la mayor¨ªa confesaba amarles, sin mostrar ning¨²n tipo de remordimiento o culpa por lo que acababa de hacer, siempre en la consulta o en la sala operatoria donde acud¨ªan los menores, generalmente aquejados de una apendicitis o peritonitis que les causaba fuertes dolores. ¡°No te dejabas hacer porque ten¨ªas dolor en el vientre¡¡±, se lamentaba sobre Delphine, de quien explicaba que se hab¨ªa resistido sin ¨¦xito a la agresi¨®n.
Una de las v¨ªctimas m¨¢s de menores edad fue Tiphaine D. En su cuaderno de 1996 escrib¨ªa: ¡°Jueves. 1 de agosto 17.30. En mi consulta: He acariciado los peque?os pezones y el vientre de una peque?a ni?a de un a?o y medio, que solo llevaba un pa?al. Cuando su madre se ha girado y me ha dado la espalda, he levantado el capazo para ver su pubis. Desgraciadamente, no he podido quedarme solo con la ni?a para introducirle los dedos¡±. El pederasta, que apenas mostr¨® remordimiento en el interrogatorio, declar¨® a la polic¨ªa que no cometi¨® agresi¨®n sexual sobre la ni?a, pero que su corta edad no habr¨ªa sido un freno para hacerlo.
El caso de Le Scouarnec guarda algunos paralelismos con el de Dominique Pelicot, el hombre que durante d¨¦cadas drog¨® a su esposa Gis¨¨le para que decenas de individuos que conoc¨ªa en Internet la violasen en su propia casa. M¨¢s all¨¢ del horror y de la magnitud del crimen, de la repercusi¨®n social y medi¨¢tica de los casos, ambos hombres quisieron archivar aquellos delitos de forma minuciosa: uno a trav¨¦s de grabaciones y el otro, mediante la cuidadosa escritura sus diarios.
Hab¨ªa un cierto placer por almacenar aquellos actos y poder regresar sobre ellos, en construir un relato a trav¨¦s del sufrimiento de sus v¨ªctimas dormidas, pero tambi¨¦n la inevitable consciencia de que esos documentos podr¨ªan constituir la prueba definitiva de su culpabilidad. Como si, de alg¨²n modo, hubiesen querido dejar pistas para que alguien pudiese descubrirles.
Laurent Layet, el psiquiatra que analiz¨® a Dominique P¨¦licot, condenado en diciembre a 20 a?os de c¨¢rcel tras cuatro meses de proceso (como el de Le Scouarnec), cree que ¡°forma parte del mecanismo de perversi¨®n de este tipo de individuos, que implica, por una parte, la necesidad de tener el control y el af¨¢n de dominaci¨®n, y eso pasa por anotarlo todo, documentarlo¡±. ¡°Por otro lado, es una manera de prolongar el acto delictivo. Al guardar las pruebas del delito, prolongan ese placer que les produce, y esa catalogaci¨®n suele ser minuciosa, se toman el tiempo de referenciar, de clasificar¡±.
Layet se?ala que, probablemente, hay una disociaci¨®n o doble personalidad (su perfil psiqui¨¢trico a¨²n no se ha presentado): ¡°Es lo que les permite mostrar una imagen respetable y de buen padre o marido, por un lado, y luego cometer sus delitos y prolongarlos durante tanto tiempo¡±. Es, seg¨²n explica, ¡°como un disco duro que funciona con una parte primero y luego con la otra, sin que entren en colisi¨®n¡±.
Los miembros de su familia describen a Le Scouarnec como un hombre muy inteligente y cultivado, curioso y al que le gustaba la m¨²sica cl¨¢sica. Parec¨ªa esmerarse en la redacci¨®n de sus s¨®rdidos diarios. ¡°En este funcionamiento del esquema perverso, a menudo ponen la inteligencia al servicio de esa perversi¨®n y es por eso que se tarda m¨¢s en descubrirlos. A los que no son inteligentes se les pilla antes¡±.
Los ¨²ltimos escritos de la s¨®rdida saga literaria del pederasta son de 2014. Concretamente, del 3 de enero. La ¨²ltima v¨ªctima de la que habla es Hugo C., que ten¨ªa 10 a?os. ¡°Viernes 3 de enero. 9.30. En su habitaci¨®n en Jonzac. Hugo es un ni?o muy mono y por una vez que un chaval est¨¢ solo en su habitaci¨®n, he aprovechado, le he bajado el slip (...)¡±. Cuando la gendarme descubri¨® los cuadernos y la polic¨ªa localiz¨® a Hugo C. para interrogarle, a¨²n era menor de edad. Le Scouarnec declar¨® a los investigadores que ¡°le bastaba tocar al ni?o unos momentos¡± para poder despu¨¦s describirlo en sus diarios negros.
Hugo Lemonier, periodista de Medipart y autor del libro, Pi¨¦g¨¦s, dans le journal intime de Dr. Le Scouarnec, una investigaci¨®n sobre el caso, cree no hubo una ley del silencio en torno al m¨¦dico, sino que se trata de la par¨¢lisis que provoca generalemente vivir en un ambiente incestuoso. ?Los diarios? ¡°Es algo que ocurre con los coleccionistas, y ¨¦l lo es. Le encontraron m¨¢s de 300.000 archivos. Pero no es excepcional. Este tipo de gente lo guarda todo, quieren crearse un tesoro a trav¨¦s de las im¨¢genes ped¨®filas. Lo raro en ¨¦l es que escribiese tanto, pero eso formaba parte de su tesoro. Tambi¨¦n escribi¨® a mano, s¨ª, pero lo escane¨® luego. Son autoficciones pedocriminales. Pero los diarios los pas¨® a Word. Y era todo lo que pose¨ªa, la familia le hab¨ªa abandonado ya¡±. Y eso documentos los acumul¨® durante a?os, a pesar de que pudiesen acarrearle una condena. ¡°?l pensaba que estaba por encima de la ley, no pensaba que le arrestar¨ªan. Por eso segu¨ªa haci¨¦ndolo¡±, se?ala.
La lectura de los diarios de Le Scuoarnec constituye un trauma para cualquiera que se adentre en sus textos sin una preparaci¨®n espec¨ªfica. Lemonier, igual que la gendarme que los descubri¨®, tambi¨¦n recurri¨® a terapia psicol¨®gica para soportarlo: ¡°Por supuesto. Y llor¨¦, y llor¨¦ con la gendarme. Qui¨¦n se exponga a esos escritos de forma masiva no puede evitar tener una empat¨ªa enorme con ella. Y pienso que deber¨ªan condecorarla por el trabajo que hizo. Por su sacrificio. Sin ella, no existir¨ªa este caso¡±.
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