En la selecci¨®n ganadera se pierden importantes caracter¨ªsticas originarias
Las ca¨ªdas de las reses, su falta de viveza, todo ello habitual en tantas tardes de corrida, muy principalmente las de mejor cartel, es la muestra escandalosa de la decadencia del toro de lidia. Y ante este problema se abren, en ¨¢ngulo, dos l¨ªneas: la sospecha de que puede haber fraude; la necesidad de que intervenga la ciencia para investigar las causas de estos males cr¨®nicos.El profesor Isa¨ªas Zarazaga, catedr¨¢tico de Zootecnia de la Universidad de Zaragoza, director del departamento de Gen¨¦tica y Mejora, estudia con su equipo, becado por la Fundaci¨®n Juan March, la situaci¨®n gen¨¦tica y conservaci¨®n del toro de lidia, y es ¨¦ste un planteamiento general de la cuesti¨®n, con investigaci¨®n a fondo del zootipo, cuyos resultados pueden ofrecer soluciones claras a aquellos problemas que podr¨ªamos considerar coyunturales (aunque ya duran demasiado), pero que va m¨¢s all¨¢, pues pretende, nada menos, que rescatar las castas originales, para el remozamiento de toda la ganader¨ªa de bravo.
La afici¨®n ha detectado la p¨¦rdida de casta del toro, pues liga sus manifestaciones con el temperamento (que no es la misma cosa), pero acierta, puesto que, efectivamente, la mayor¨ªa de las castas han desaparecido o est¨¢n en trance de extinci¨®n. De la navarra, por ejemplo, no queda nada en Espa?a, aunque hay un resto de ella en Ateco, en el valle de Toluca (M¨¦xico), donde las reses no han sido cruzadas. Se trata de una reliquia gen¨¦tica a rescatar. De la gijona, algo habr¨¢ desperdigado, quiz¨¢ en lo de Aleas. La vazque?a est¨¢ casi extinguida, si bien a¨²n puede encontrarse en lo mencionado de Aleas, Miura, Pablo Romero, Felipe Bartolom¨¦, Juan Pedro Domecq o en Concha y Sierra, entre pocos mas . Y as¨ª podr¨ªa decirse de las restantes castas, que se formaron a partir del Siglo XVII, o quiz¨¢ antes, excepto la de Vistahermosa, que es la dominante en la inmensa mayor¨ªa de nuestras ganader¨ªas de bravo.
Ocurre, de esta forma, que los productos de la misma casta se cruzan entre s¨ª, y aun de la misma familia; que un semental es padre y abuelo, a la vez, de las hembras pre?adas. De manera que se crea la depresi¨®n consangu¨ªnea; los genes se acumulan, no entra en la ganader¨ªa pool de genes procedentes de otras ramas.
Nadie puede obligar a un ganadero a que act¨²e de otra forma. El ganadero tiene todo el derecho de configurar las reses a su gusto o conveniencia. Por lo general, lo que hace es fabricar un producto vendible: el que demanda en cada ¨¦poca el factor preponderante del espect¨¢culo taurino. Hay, y la hubo siempre, una opini¨®n seg¨²n la cual los ganaderos eran (y tendr¨ªan que seguir siendo) rom¨¢nticos benefactores de la fiesta, que cuidaban sus camadas s¨®lo por vocaci¨®n y nunca por dinero. Tal pretensi¨®n es insostenible, porque un espect¨¢culo que, aunque con valores ciertos deviene en negocio, no puede sus tentarse sobre la base de que su elemento fundamental, precisa mente el toro, se obtenga de barato con sacrificio econ¨®mico de quien lo facilita.
P¨¦rdidas irrecuperables
El ganadero, que es sobre todo comerciante, no tendr¨¢ otro objetivo que producir el toro f¨¢cil que agrade a las figuras. El ganadero que lo es de vocaci¨®n conjugar¨¢ las posibilidades de venta con la conservaci¨®n, hasta donde se pueda, de la pureza de su divisa, en lo que respecta a casta y tipo. En uno y otro caso combinar¨¢n, cruzar¨¢n, seg¨²n su particular criterio; re crear¨¢n -quiz¨¢- unas caracter¨ªsticas determinadas, lo que l¨®gicamente supondr¨¢ p¨¦rdida de otras.
Pero aqu¨ª est¨¢ el caso: esas otras caracter¨ªsticas dejadas perder son irrecuperables. Se desecharon porque no interesaban en un momento determinado, pero podr¨ªan interesar en un futuro, y sobre todo son un tesoro de incalculable valor para la ganader¨ªa en general. He aqu¨ª un: acaso a ciertos ganaderos preocupados por la p¨¦rdida de movilidad y de nervio de sus toros les vendr¨ªa muy bien ahora el cruce de la casta navarra. Para la misma fiesta ser¨ªa reconfortante la variedad de estructura, comportamiento, incluso pelo, que ofreci¨® en tiempos el amplio abanico de castas que coexistieron durante centurias.
Ah¨ª est¨¢ el ejemplo de los Concha y Sierra (hoy, Los Millares) que son en s¨ª, s¨®lo por su estampa (capas variad¨ªsimas y llamativas, trap¨ªo, l¨¢mina distinta), todo un espect¨¢culo. Es cierto que esta ganader¨ªa, seg¨²n hemos podido apreciar por su juego en los ruedos, no est¨¢ en forma. Pero tiene detr¨¢s capital norteamericano -la sociedad King Ranch-, con investigadores propios, de todo lo cual caben esperar mejoras. Aunque los trabajos que realizan son un misterio. Se especula con la posibilidad de que persigan un objetivo doble: de un lado, lograr el toro de lidia que se adecue en comportamiento a la demanda actual, sin p¨¦rdida de fortaleza ni de la estampa cl¨¢sica de la casa; de otro, incorporar las caracter¨ªsticas de rusticidad y resistencia a las enfermedades que son propias del ganado de bravo, al toro de carne.
Pero, mientras tanto, el equipo del profesor Zarazaga investiga el toro, la ¨²nica especie aut¨®ctona que tenemos en Espa?a, desde tres perspectivas: el an¨¢lisis de sangre, las dimensiones craneales y la huella nasal. Su fin ¨²ltimo es hallar las castas originarias, para rescatarlas,
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