La agricultura espa?ola en la encrucijada
LA MAYORIA de los pa¨ªses desarrollados del mundo cuentan con un sector agrario ordenado, potente y protegido. Creer que Espa?a se puede integrar en ese tren del desarrollo descuidando su sector primario es, al menos, temerario; por eso nos corresponde hoy dar la voz de alarma respecto a la inoperancia del actual equipo econ¨®mico siquiera para plantear los problemas de la agricultura espa?ola. Y lo consideramos urgente porque es un gran desatino pensar una vez m¨¢s que se puede esperar a resolver otros problemas m¨¢s generales para abordar una nueva pol¨ªtica agraria eficaz.El campo espa?ol no puede aguardar ni la elaboraci¨®n de una Constituci¨®n que haga viable una nueva pol¨ªtica regional, ni unas elecciones municipales que actualicen el gobierno de las comunidades locales, ni tampoco que se detenga la inflaci¨®n para que el conjunto del sistema econ¨®mico empezara a funcionar de forma m¨¢s ordenada. Sin negar la importancia que todos estos aspectos puedan tener para el futuro del pa¨ªs, pensar en supeditar otras acciones m¨¢s concretas al ¨¦xito de las grandes opciones de pol¨ªtica general puede llegar a ser un suicidio para el Gobierno actual y un grave elemento desestabilizador para el r¨¦gimen.
Mucho nos tememos que se combina en el actual Gabinete un alto grado de ignorancia con Ia ausencia completa de imaginaci¨®n sobre los temas agrarios. Y el campo est¨¢ cansado. Si se est¨¢n pidiendo sacrificios en general, al campo se le exige el martirio. La reforma pol¨ªtica actual no contempla en absoluto la acci¨®n sobre los problernas que desde hace a?os est¨¢n provocando un desarrollo desigual e injusto entre el medio urbano y el medio rural. Las ¨²nicas referencias al sostenimiento de precios remuneradores para productos agrarios no pasan de ser buenas intenciones o miedo a declarar la verdad incontestable de que las necesidades de estabilizaci¨®n van a proyectarse de forma especialmente en¨¦rgica en el sector agrario.
Honestamente, nos parece ya un abuso. No existe el m¨¢s leve indicio de arbitrariedad en nuestras afirmaciones. Nada absolutamente para apoyar una tenue esperanza de que, efectivamente, existe un plan, por ahora secreto, para el campo espa?ol. Y ello quiere decir, contra lo que ingenuamente supusimos, que no hay nada que esperar. Van a estallar numerosos conflictos, entre otras razones porque los precios de los productos no permiten la subsistencia de la empresa agraria, los cr¨¦ditos oficiales no van a bajar de un 11% de inter¨¦s. el Iryda no tiene dinero, las cajas y bancos no quieren darlo y los empresarios y obreros se hallan crispados. Y lo peor es que la representatividad sindical en el campo no se encuentra todav¨ªa lo suficientemente definida -a pesar de las conversaciones ya habidas con el ministro del ramo- como para obviar los problemas derivados de la ausencia de interlocutores indiscutibles.
Y es que desde que se inici¨® la reforma pol¨ªtica parece evidente el deseo de no tocar ni levemente los intereses de nadie. Y as¨ª es imposible hacer nada. En este pa¨ªs estamos ensayando el milagro que nadie logr¨®: un cambio sin v¨ªctimas de ning¨²n tipo. Ese cambio es mentira, porque las v¨ªctimas existen y siguen siendo las mismas de antes. En este caso, el medio rural y la agricultura.
Da la impresi¨®n que la resoluci¨®n de muchos problemas va a ensayarse por la v¨ªa expeditiva de la prohibici¨®n. Tal vez hasta se proh¨ªba alg¨²n tipo de importaciones dada la situaci¨®n de nuestra balanza exterior agraria. A ciencia cierta se van a intentar contener las subidas de precios. Se va a hacer todo lo posible por mediar entre los intereses contrapuestos en el sector. Pero... ?es esto una pol¨ªtica agraria imaginativa? Y, sobre todo, ?puede despertar alg¨²n entusiasmo esta "nueva" pol¨ªtica agraria?
Hay un aluvi¨®n de antiguos problemas que son aut¨¦nticas bombas de relojer¨ªa a corto, medio y largo plazo. Aun a riesgo de resultar reiterativos, hay que insistir una vez m¨¢s.
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