Catalu?a y el proceso de las autonom¨ªas
EL NOMBRAMIENTO por decreto del se?or Tarradellas como presidente de la Generalitat, la conclusi¨®n de las diferencias entre el depositarlo de la legitimidad hist¨®rica y los representantes de la soberan¨ªa popular en las elecciones del 15 de junio, la multitudinaria acogida del pueblo de Barcelona el domingo por la tarde y la toma de posesi¨®n con asistencia del presidente del Gobierno han culminado el proceso que devuelve provisionalmente sus instituciones de autogobierno a Catalu?aEn su discurso, el se?or Su¨¢rez ha puesto de relieve que la soluci¨®n democr¨¢tica de los conflictos pasa por el di¨¢logo y el pacto. Por su parte, el se?or Tarradellas ha subrayado que la autonom¨ªa de Catalu?a y el arraigo de la democracia en toda Espa?a son dos momentos indisociables de un mismo proyecto hist¨®rico; y, con gran sentido de la responsabilidad, ha indicado que Catalu?a debe contribuir con su esfuerzo a las profundas transformaciones sociales y econ¨®micas que permitan la consolidaci¨®n en nuestro pa¨ªs del sistema pluralista. Sin un equilibrio en el desarrollo y una nueva pol¨ªtica de ordenaci¨®n del territorio, las ya enormes desigualdades de renta. educaci¨®n y empleo entre las zonas industrializadas del Norte y el Noroeste y las regiones agrarias azotadas por el paro y despobladas por la emigraci¨®n, podr¨ªan convertirse en un polvor¨ªn cuya mecha no dudar¨ªa en encender la derecha autoritaria espa?ola.
La s¨²bita conversi¨®n de los neodem¨®cratas -tanto en UCD como en AP- al autonomismo indiscriminado no deja de producir recelo entre quienes recuerdan c¨®mo se aferraban, en un pasado cercano, al m¨¢s r¨ªgido centralismo.
La agilidad y buen sentido demostrados por el Gobierno para el restablecimiento de la Generalitat en Catalu?a han sido la correcta respuesta a una situaci¨®n llena de urgencias y peligros. El plebiscito electoral de junio en favor de la autonom¨ªa hac¨ªa indispensable la negociaci¨®n de un modus vivendi durante la etapa de elaboraci¨®n de la Constituci¨®n que descartara cualquier riesgo de que una frustraci¨®n colectiva desembocase en situaciones de conflicto e incluso violencia. Pero, a la vez, la negociaci¨®n depar¨® al Gobierno, que hab¨ªa salido malparado de las urnas en Catalu?a, la posibilidad de reforzar las posiciones de su partido en ese territorio mediante el pacto directo del Poder con el se?or Tarradellas y el protagonismo de UCD en un proceso en el que, hasta junio pasado, estaba ausente.
Tal vez el fracaso de las tentativas de repetir la misma operaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco con el lendakari Leizaola explique la inaceptable lentitud con la que se est¨¢n llevando las negociaciones para el establecimiento de un r¨¦gimen provisional de autogobierno para Euskadi. La situaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco es muy peligrosa y necesita una soluci¨®n urgente. Ser¨ªa lamentable que los intereses de partido -del partido del Gobierno- prevalecieran sobre los intereses nacionales. La estrecha alianza entre el PSOE y el PNV, unida a la cesi¨®n del gobierno vasco en el exilio de sus derechos hist¨®ricos en favor de la Asamblea de Parlamentarios, hacen que UCD, minoritaria en el conjunto de las tres provincias acogidas al Estatuto de 1936, no tenga margen de maniobra para capitalizar el ¨¦xito del futuro estatuto provisional. Esa primac¨ªa de los intereses d¨¦ partido sobre los intereses generales queda confirmada por las resistencias de UCD en Navarra, donde ha sido ganadora, a incorporarse a unas negociaciones a las que ha sido convocada.
En el resto de Espa?a las autonom¨ªas son una necesidad para la futura estructuraci¨®n del Estado: no s¨®lo para el buen funcionamiento de esas comunidades, sino tambi¨¦n para dotar de contenido y funciones al Senado. Sin embargo, el r¨¦gimen provisional de esas autonom¨ªas, que cubrir¨¢ el per¨ªodo que transcurra hasta la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n, s¨®lo se justifica all¨ª donde sea una exigencia popular mayoritaria y la soluci¨®n de una situaci¨®n potencialmente explosiva. Tal vez Canarias sea, fuera de Catalu?a y Euskadi, la zona m¨¢s conflictiva y m¨¢s necesitada de una f¨®rmula provisional de urgencia. La celebraci¨®n de la Diada en el Pa¨ªs Valenciano mostr¨® el apoyo popular de la reivindicaci¨®n de autonom¨ªa. Por su, parte, Galicia es una de las tres ?nacionalidades hist¨®ricas? que recibi¨® de la Rep¨²blica un Estatuto, que nunca lleg¨® a aplicarse.
En cualquier caso, la provisionalidad de los reg¨ªmenes auton¨®micos s¨®lo est¨¢ justificada hasta que la Constituci¨®n se promulgue y las Cortes establezcan los definitivos estatutos, por lo que no se debe abusar del sistema. Tal vez en el frenes¨ª de autonomismo provisional del Gobierno operen, adem¨¢s de la furia del converso, dos motivaciones igualmente criticables: el deseo de protagonizar, directamente o a trav¨¦s de UCD, esas negociaciones, y la convicci¨®n ¨²ltima de que las autonom¨ªas son nombres a la moda para simples medidas de descentralizaci¨®n administrativa. O incluso una tercera raz¨®n que ser¨ªa a¨²n m¨¢s lamentable: la voluntad de negar a Catalu?a y Euskadi la singularidad de sus reivindicaciones mediante la proliferaci¨®n de Instituciones de Gobierno de igual contenido en el resto de las regiones. Cuando el ministro de las Regiones comienza a plantear el tema auton¨®mico por toda la geograf¨ªa espa?ola, habr¨ªa que decirle que no disperse sus actividades sin haber resuelto antes el problema m¨¢s decisivo, en estos momentos, para la consolidaci¨®n de la democracia espa?ola: la negociaci¨®n de un r¨¦gimen provisional de autogobierno para el Pa¨ªs Vasco.
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