Formentera y su alcalde
Antonio Serra Colomar, cuya dimisi¨®n como alcalde de Formentera acaban de pedir los partidos de izquierda de la isla, apoyados con mi firma como diputado del PSOE, tiene una ejecutoria administrativa que merece la pena relatar.Sucedi¨® en 1969 a su padre que, empleado de Salinera Espa?ola, SA, ¨²lnica empresa de la isla entonces, hab¨ªa sido nombrado durante la guerra civil para tal cargo por mi t¨ªo eljefe de Falange de Baleares.
Nada m¨¢s ?heredar? el puesto se cometieron los primeros atentados graves contra el paisaje singular de la isla.
Ya entonces encabec¨¦ una pol¨¦mica p¨²blica junto con unas docenas de residentes en la isla, donde hab¨ªa comprado en 1961 una casita con unos terrenos en los que proyect¨¦ la construcci¨®n de un sencillo y peque?o hotel que no lleg¨® ni a tener los cimientos. Consegu¨ª, caso casi ¨²nico en la historia de la Administraci¨®n franquista, que en 1969 un gobernador civil de Baleares suspendiera una licencia para construir un inmenso hotel, que a pesar de todo fue levantado, destruyendo uno de los m¨¢s bellos paisajes del Mediterr¨¢neo espa?ol.
Comprometi¨® luego el se?or Serra Colomar la redacci¨®n de un plan general de ordenaci¨®n de la isla con un arquitecto de Barcelona, quien plane¨® anegar a los 3.500 ffirmenterenses con 60.000 forasteros. Tal ?planificaci¨®n? fue rechazada por la Comisi¨®n Provincial de Urbanismo de Baleares.
Entonces encarg¨® otro plan a unos arquitectos de la zona, quienes lo redactaron seg¨²n la voluntad de los habitantes, que no quieren ya m¨¢s turismo de masas ni promotores urbanizando y vendiendo a extranjeros los m¨¢s bellos lugares de su isla. Pero este plan no fue aceptado por la Corporaci¨®n municipal que preside el se?or Serra Colomar.
Inmediatamente despu¨¦s centr¨® el Ayuntamiento de Formentera su inter¨¦s en aprobar unas normas subsidiarias del plan provincial que permitir¨ªan a una filial de Salinera Espa?ola, SA, empresa controlada por la familia Salas, de Mallorca, vinculada al duque de Maura, senador UDC por Baleares, urbanizar otro de los m¨¢s bellos parajes de la isla, Las Salinas, asentando en ellas 7.000 turistas que se vendr¨ªan a sumar a las 12.000 camas ya existentes hoy.
No es de extra?ar, pues, la protesta firmada el invierno pasado por m¨¢s de mil formenterenses, casi la mitad del censo electoral, ni la recient¨ªsima petici¨®n de dimisi¨®n del se?or Serra como alcalde.
Hasta que no haya corporaciones elegidas democr¨¢ticamente, los actuales ayuntamientos debieran de abstenerse de actuaciones que condicionen durabiemente la suerte de sus administrados.
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