La ense?anza unversitaria confesional un resto o una esperanza
Rector de la Universidad Pontificia de SalamancaLa existencia de centros universitarios confesionales s¨®lo tiene justificaci¨®n cuando las relaciones entre fe y cultura son entendidas y estimadas como un incentivo estimulante y creador para los dos. Los creyentes que consideren su fe como enteramente independiente e inmune de las mediaciones y los condicionamientos de la cultura, no tienen por qu¨¦ sentirse obligados a favorecer este tipo de contactos, y, por tanto, es normal que no se interesen por una universidad confesional. Los no creyentes, sobre todo quienes entienden la religi¨®n como una ideolog¨ªa irracional, consecuencia de la opresi¨®n propia de una sociedad clasista, impedimento, por tanto, para la l¨ªberaci¨®n del hombre y el conocimiento verdaderamente objetivo de la realidad, tienen que pensar que el acercamiento entre fe y cultura o es falso y falseador, consecuentemente, de la cultura, o tiene que terminar con la disoluci¨®n de la fe y d¨¦ toda clase de religi¨®n. Aqu¨ª est¨¢ la verdadera ra¨ªz de la oposici¨®n de los partidos mastas a todo g¨¦nero de ense?anza confesional. Para ellos, la ense?anza confesio?al es por fuerza oscurantista. Suprimi¨¦ndola liberan, a la sociedad de un importante instrumento de alienaci¨®n y de opresi¨®n.
Los creyentes tenemos otra idea de las cosas. Sin menoscabo del pleno reconocimiento del hombre y del mundo en su plena verdad, creemos que hay una dimensi¨®n m¨¢s profunda de la realidad que es Dios, fuente del ser de la vida y de la libertad. Dentro de nuestra vocaci¨®n de hombre, consideramos necesario adoptar una actitud correcta tambi¨¦n ante Dios. Esta actitud, seg¨²n la doctrina y el ejemplo de Jes¨²s de Nazareth, es la adoraci¨®n, la obediencia, el amor, la confianza; la fe, en una sola palabra.
Y porque, para nosotros, la fe es una forma correcta de relacionarse con una especial dimensi¨®n de la realidad, no nos crea dificultades en el esfuerzo por conocer e interpretar racional y cient¨ªficamente las realidades de nuestro mundo, sino m¨¢s bien nos induce a hacerlo con el m¨¢ximo respeto y objetividad, permiti¨¦ndonos a la vez encuadrar nuestros conocimientos en un marco de referencia m¨¢s amplio que nos proporciona nuevos puntos de vista, objetivos de futuro, posibilidades de desarrollo y de correcci¨®n. En una perspectiva contraria, los cat¨®licos actuales sabemoir que la comprensi¨®n y el ejercicio de nuestra fe est¨¢ profundamente condicionada por el contexto de cultura o de incultura en el que estamos siendo.
Por eso, la confrontaci¨®n permanente entre las expresiones hist¨®ricas de la fe y de la cultura es doblemente interesante para nosotros. Lo es, en primer lugar, para progresar culturalmente en la comprensi¨®n, expresi¨®n, realizaci¨®n y anuncio de la fe. No nos vale la fe del carbonero ni nos gusta una Iglesia inculta, anacr¨®nica e intolerante. Y en segundo lugar, esta confrontaci¨®n nos interesa para enriquecer el patrimonio cultural con la acci¨®n estimulante y cr¨ªtica que en nosotros suscita la fe en Dios y sus inmediatas implicaciones antropol¨®gicas y ¨¦ticas.
En este marco debe encuadrarse la justificaci¨®n y la configuraci¨®n de una universidad de la Iglesia en Espa?a. El intercambio entre fe y cultura puede hacerse, y de hecho se hace, fuera de los muros de la universidad, pero todas las acciones importantes y complejas necesitan ser asumidas expresamente en una instituci¨®n adecuada que las d¨¦ estabilidad y solidez. Tal instituci¨®n, en este caso, es la universidad confesional.
Los cat¨®licos espa?oles, algunos cat¨®licos espa?oles, al menos, sentimos profundamente la necesidad de una instituci¨®n semejante. Porque pensamos que en estos momentos la la iglesia espa?ola necesita estar en condiciones de expresar la fe cristiana, anunciarla y vivirla en un estrecho conocimiento de los movimientos culturales de todo g¨¦nera que se agitan en nuestra sociedad. Y porque nos parece que la sociedad espa?ola puede ser enriquecida por la acci¨®n iluminadora, estimulante y cr¨ªtica en todos los temas culturales y sociales. La ausencia de este di¨¢logo, a un nivel cient¨ªfico y riguroso, supondr¨ªa una omisi¨®n grave con consecuencias de largo alcance: la Iglesia ir¨ªa reduci¨¦ndose, a grupos cada vez m¨¢s inadaptados e intolerantes; la sociedad evolucionar¨ªa hacia formas cada vez m¨¢s t¨¦cnificadas y humanamente empobrecidas, f¨¢ciles v¨ªctimas de la desmoralizaci¨®n, el totalitarismo y la violencia.
Lo que, en consecuencia, bedimos es bien sencillo. Que el Estado espa?ol, en consecuencia con su voluntad democr¨¢tica, reconozca efectivamente el derecho a la libertad religiosa, personal y asociada, de los ciudadanos espa?oles que profesan voluntariamente la fe cat¨®lica y que reconozca tambi¨¦n de manera efectiva el derecho de estos ciudadanos a crear, transmitir y recibir una cultura expresamente coherente con su fe en los marcos institucionales adecuados.
Reconocemos la ense?anza como un derecho de la persona, de todas las personas, que el Estado debe garantizar. Pero no creemos que el Estado tenga derecho a controlar, ni menos a imponer, un tipo determinado de cultura a trav¨¦s de las instituciones de ense?anza. Por eso consideramos absolutamente imprescindible que se respete la iniciativa popular y social a transmitir la ense?anza y la cultura libremente en conformidad con las propias tradiciones y con-: vicciones dentro de la regulaci¨®n legal hecha por el Estado como garant¨ªa del radical derecho de los ciudadanos. Porque entendemos que toda labor cultural y docente, tanto en los centros confesionales como en los laicos, est¨¢ de hecho configurada por una determinada concepci¨®n e interpretaci¨®n de la vida humana. Dentro de este marco democr¨¢tico y socializador, reivindicamos el derecho de la Iglesia, como el de otros grupos sociales a organizar sus propios centros docentes en todos los niveles, tambi¨¦n universitarios, en los que exista una expresa correlaci¨®n entre fe cristiana, cultura y ense?anza, dentro del marco general de normas promulgadas por el Estado para todos. Y reivindicamos tambi¨¦n, en estos mismos supuestos, el derecho de estos centros promovidos por iniciativa de la sociedad, a ser financiados con fondos p¨²blicos igual que los dem¨¢s. No en virtud de ning¨²n privilegio de la entidad promotora, sino en virtud de derecho de los ciudadanos a recibir la cultura y la educaci¨®n en conformidad con sus propias tradiciones y concepciones de la vida. Lo contrario es convertir las instituciones docentes en un gran instrumento de adoctrinamiento y manipulaci¨®n cultural en beneficio de los objetivos ideol¨®gicos y pol¨ªticos del grupo que ejerza y controle el poder en cada momento. Aqu¨ª no se trata ¨²nicamente del respeto a las minor¨ªas culturales o religiosas, sino m¨¢s profundamente todav¨ªa del respeto a la libertad de la cultura como actividad personal y popular, nota esencial en una sociedad verdaderamente democr¨¢tica, justa y digna de hombres. Intentar someter una sociedad mediante el control de la ense?anza y la cultura demuestra un talante literalmente fascista. Se han dicho varias cosas en contra de esta manera de pensar. Por ejemplo, que las subvenciones ofrecidas a los centros privados son necesariamente un uso abusivo de los fondos p¨²blicos, en cuanto se destinan a favorecer los privilegios de una clase y la ideolog¨ªa que los sanciona. Por eso se dice que si algunos grupos quieren tener sus propios centros docentes que se los paguen ellos. Esto es entender el Estado de una manera partidista y clasista. Si los ciudadanos tienen un derecho a la cultura que es anterior al mismo Estado, si son ellos el. origen de los fondos p¨²blicos que la AdministracI¨®n maneja, ?a qui¨¦n toca decidir qu¨¦ clase de ense?anza o de cultura quieren crear, transmitir y recibir? ?Va ser el Estado el maestro universal de todos los ciudadanos? ?No es esto la quintaesencia del fascismo? Estos inconvenientes no se superan sino admitiendo la posibilidad de que los grupos sociales, dentro de la normativa del Estado puedan promover y regir sus propios centros, mantenidoscon fondos p¨²blicos, donde se imparta una ense?anza que cumpla los requisitos impuestos por el Estado para todos y que responda a sus propias concepciones religiosas, ¨¦ticas y culturales. No vale aqu¨ª hablar desde posiciones r¨ªgidamente ideol¨®gicas que pueden siempre impedirnos ver la realidad objetiva. Los cat¨®licos no queremos que el tema de la ense?anza vuelva a dividirnos. Pedimos simplemente un reconocimiento hasta el final de las libertades c¨ªvicas. En igualdad de condiciones con los dem¨¢s grupos sociales que haya en Espa?a. Queremos que cuando se hable de este tema se intente hablar con los cat¨®licos de ahora, con la Iglesia de ahora, no con los fantasmas que a algunos les quedan de cuando fueron al colegio. No todos los dirigentes pol¨ªticos cuando hablan de este tema parecen haberse enterado de las posturas actuales de los cat¨®licos y de la Iglesia al respecto. Habr¨¢ que hacer un esfuerzo por liberarse de situaciones pasadas y no queremos privilegios. Pero reclamarnos la existencia de un marco legal para las universidades no estatales en el que, con las exigencias y controles que parezcan razonables, se nos reconozca el derecho a una existencia decorosa y justa. Esta normativa habr¨¢ de se?alar los requisitos para la fundaci¨®n y funcionamiento de una universidad no estatal, regular el reconocimiento de sus estudios a efectos civiles por un procedimiento m¨¢s justo que el actual, y sobre todo reconocer plenamente el libre ejercicio del derecho a la ense?anza eliminando cualquier discriminaci¨®n en perjuicio de los alumnos en materia econ¨®mica, acad¨¦mica o profesional. A los que hacen frases altisonantes sobre los abusos de la ense?anza privada, sin distinguir casos y casos, yo les invitar¨ªa a ver nuestros libros de cuentas y estudiar las situaciones legales en que tenemos que movernos. Las universidades confesionales que hoy existen en Espa?a no han recibido de la comunidad cat¨®lica la atenci¨®n y el apoyo que necesitan. Y, sin embargo, va a ser ¨¦ste el factor decisivo. El porvenir de estas instituciones depender¨¢ del grado de conciencia que tengan los cat¨®licos espa?oles y sus pastores de la necesidad de estas instituciones dedicadas a mantener vivo el di¨¢logo entre la fe y cultura, en servicio, a la vez, de la Iglesia y de la,sociedad. Solamente a partir de estas convicliones, sinceras y operativas, se podr¨¢n abordar los problemas internos que hoy padecemos, excesiva proliferaci¨®n de facultades teol¨®gicas y centros universitar¨ªos, escasez de personal docente y aumento de los costos -financiaci¨®n, ayuda a la investigaci¨®n y publicaciones, etc¨¦tera. Si esto no se hace a tiempo, y ¨¦ste puede ser el momento, la Iglesia espa?ola quedar¨¢ condenada a ser una Iglesia culturalmente pobre, marginada de la vida real, cada vez con menos posibilidades misioneras. Y la sociedad espa?ola quedar¨¢ privada de este servicio de purificaci¨®n y redenci¨®n cultural que tiene derecho a esperar de la comunidad cat¨®lica. Y conste que mi ¨²ltima preocupaci¨®n no es el porvenir m¨¢s o menos pr¨®spero de la Universidad Pontificia de Salamanca, sino la existencia de una universidad de la Iglesia de Espa?a, rigurosamente cient¨ªfica y verdaderamente confesional, que sea a la vez un instrumento de actualizaci¨®n cultural de la Iglesia y de la fe de los cat¨®licos y un servicio de purificaci¨®n, integraci¨®n y humanizaci¨®n de la cultura en nuestra sociedad.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.