La Virgen de la Almudena, una fiesta desconocida a nivel popular
La fiesta de la Almudena, establecida como oficial por decreto y como patronal por decisi¨®n del Papa, se celebra hoy en Madrid. Tendr¨¢ un car¨¢cter puramente lit¨²rgico y culminar¨¢ a las once de la ma?ana en la misa que ha de oficiar el cardenal Taranc¨®n, arzobispo de Madrid- Alcal¨¢, en la catedral de San Isidro.
Muchas fiestas cristianas tienen una esquina pagana, al menos un ¨¢ngulo reservado al confetti y la serpentina: las fiestas en honor de Nuestra Se?ora Santa Mar¨ªa la Real de la Almudena.
Nuestra Se?ora de la Almudena est¨¢ limitada al honor de la liturgia, lleva en el nombre casi un titulo nobiliario y su Imagen ha padecido el extra?o destino de esperar eternamente.
A saber, las im¨¢genes santas suelen llegar a los altares por uno de estos dos caminos: la aparici¨®n o la reaparici¨®n; la Virgen de la Almudena eligi¨® el segundo. Inicialmente hab¨ªa sido ocultada por los fieles cristianos en el interior de un s¨®lido muro de la Cuesta de la Vega, tambi¨¦n llamada por los j¨®venes residentes de un seminario cercano la cuesta de los besos, seguramente a consecuencia de sus malas condiciones de iluminaci¨®n. Los fieles quisieron librarla de unas supuestas profanaciones de la morisma en el poder. Tres siglos despu¨¦s, casi tanto tiempo como los constructores, se est¨¢n tomando en erigirle la catedral, la imagen ser¨ªa descubierta de nuevo.
Desde su reaparici¨®n, hace poco menos de un milenio, ha seguido un fatigoso tr¨¢nsito con tres destinos sucesivos: el templo levantado por el rey conquistador Alfonso VI sobre la antigua mezquita; la iglesia del Sacramento; la cripta de la catedral de Madrid, cuyos doseles nunca han dejado de ser andamios, y la catedral de San Isidro. Tiene, pues, una larga experiencia en mudanzas.
Si hubiera que elegir alguna de las sensaciones que provoca la contemplaci¨®n de la imagen de Nuestra Se?ora de la Almudena, ser¨ªa inevitable quedarse con la humildad. Es una virgen peque?a, que sostiene a un ni?o. O, mejor dicho, lo muestra, quiz¨¢ por esa deformaci¨®n venial de algunos escultores que piensan que lo m¨¢s importante de las v¨ªrgenes son los ni?os en brazos. Para confirmar la humildad, comparte el patronazgo de Madrid con San Isidro Labrador, que pasa as¨ª a desempe?ar una adjunt¨ªa celestial. No pude compartir con ¨¦l hasta el momento los faroles de la kermesse, la supervisi¨®n de un concurso de chotis o una brillante tradici¨®n popular, aunque las cofrad¨ªas de la Esclavitud y la Corte de Damas de la Almudena hayan pedido que las asistentes acudan al templo provistas de mantilla, y pese a que el oficiante de la misa es nada menos que monse?or Taranc¨®n.
Sobre la Virgen de la Almudena apenas se dice nada. Ofrece una imagen opaca, como si se hubiera tra¨ªdo un poco de la oscuridad que impone un milenio de espera, conoce perfectamente los problemas del nomadeo y sabe muy bien qu¨¦ es vivir en r¨¦gimen de realquier.
Quiere decirse que un mill¨®n largo de madrile?os tienen, entonces, un mont¨®n de razones para venerarla.
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