S¨®lo dos aviones aterrizaron en Barajas
S¨®lo dos aviones lograron ayer aterrizar en el aeropuerto madrile?o de Barajas, que aparec¨ªa desde primeras horas de la ma?ana como una ciudad muerta. El impresionante silencio que se observaba en todas las dependencias se interrump¨ªa de vez en cuando por los mensajes que los huelguistas difund¨ªan a trav¨¦s de los altavoces pidiendo disculpas a los presuntos viajeros, explicando los motivos de su acci¨®n e informando sobre cualquier incidente que se produc¨ªa. El auditorio de sus comunicados, sin embargo, era bastante reducido: encargados de la limpieza, porteros, propietarios de los comercios, guardias civiles que vigilaban las instalaciones y algunos pasajeros despistados, con caras de sorpresa y disgusto, sin saber a qu¨¦ atenerse.M¨¢s de 100.000 personas sufrieron las consecuencias de la huelga de los trabajadores de tierra de los aeropuertos espa?oles. Ochocientos vuelos nacionales e internacionales, con destino o salida en Barajas, fueron cancelados. La compa?¨ªa Aviaco inform¨® la v¨ªspera de la huelga la supresi¨®n total de los vuelos, e Iberia previno a sus viajeros para que confirmasen el pasaje antes de presentarse en el aeropuerto. A pesar del aviso, alrededor de 3.000 taxis sustituyeron a los aviones en los recorridos nacionales. La caza del viajero despistado se convirti¨® en una aut¨¦ntica obsesi¨®n para los taxistas, que ped¨ªan tarifas de un m¨ªnimo de diez pesetas por kil¨®metro y un m¨¢ximo de quince. Como caso curioso cabe destacar que un pasajero que necesitaba llegar con urgencia a Barcelona tuvo que pagar 15.000 pesetas por el recorrido.
A medida que iba transcurriendo la ma?ana de ayer, el viaje en taxi se convirti¨® en una verdadera picaresca, en la que la habilidad de regateo de los afectados pod¨ªa rebajar el trayecto en 3.000 ¨® 4.000 pesetas. Los pasajeros que optaron por este medio de transporte lo hicieron obligados por circunstancias extremas: enfermedad de familiares, negocios inaplazables o citas de m¨¢xima urgencia.
A mediod¨ªa, los propietarios de los bazares, tiendas y servicios del aeropuerto cerraron sus negocios, a excepci¨®n de la farmacia, por requerimiento expreso de un coronel del aeropuerto. Los puestos de venta de revistas hab¨ªan recaudado a lo largo de toda la ma?ana el importe de veinte ejemplares, cuando normalmente se despachan m¨¢s de trescientos. En los estancos la recaudaci¨®n ascendi¨® a 10.000 pesetas (la venta normal es de 80.000). Los peluqueros no hab¨ªan hecho ni un solo servicio y el restaurante apenas atendi¨® a quince mesas, ?todas ocupadas por periodistas?, matizaron.
En la sala de espera de vuelos nacionales se encontraban ¨²nicamente tres soldados, que ten¨ªan previsto disfrutar un permiso en Canarias, y que permanec¨ªan en estoica espera de que se fletara alg¨²n avi¨®n, pues les aterraba -dijeron- volver al cuartel y no ten¨ªan dinero para costearse el alojamiento en Madrid.
Durante toda la jornada aterrizaron dos aviones, ambos de la compa?¨ªa Iberia. Unos de ellos, procedente de Puerto Rico, tom¨® tierra pese a la negativa de los controladores de Paracuellos y de la torre del aeropuerto. ?Fue un acto de soberbia -anunci¨® el comit¨¦ de huelga de los altavoces- que ha puesto en peligro la vida de todo el pasaje.? La otra nave~ procedente de Santiago de Chile, aterriz¨® con la autorizaci¨®n correspondiente, pues se trataba de una emergencia. El piloto hab¨ªa estado sobrevolando el aeropuerto de Lisboa durante m¨¢s de una hora, donde no pudo tomar tierra a causa de la niebla, y lleg¨® a Madrid con escaso combustible. Los pasajeros de este vuelo permanec¨ªan desesperados en la terminal de Barajas, pues muchos de ellos ten¨ªan previsto enlazar con vuelos internacionales en Madrid y ni la compa?¨ªa Iberia ni la agencia organizadora de los charter quisieron responsabilizarse para resolver este conflicto. El problema se agudiz¨® notablementeen el caso de una familia de emigrantes que no contaba con el dinero necesario ni para costearse alojamiento y comida en Madrid mientras durase la huelga, ni para pagar de nuevo billetes de tren.
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