Ideolog¨ªa y democracia en el Ateneo de Madrid
La historia del Ateneo de Madrid, de 1923 a 1936, descrita detalladamente, mueve hoy a m¨¢s de una reflexi¨®n sobre la no muy lejana historia espa?ola. La relaci¨®n entre la ideolog¨ªa liberal -representada casi arquet¨ªpicamente por la junta y los socios de la docta casa en el per¨ªodo que se estudia- y la democracia que, a partir de 1931, intentan alcanzar plantea una serie de problemas sobre el sentido y alcance de aquella.Si juzgamos a trav¨¦s de los textos que Ruiz Salvador selecciona, no podemos dejar de constatar que los atene¨ªstas, -yo dir¨ªa m¨¢s exactamente la peque?a burgues¨ªa liberal y critica que en 1923 se rebela en el Ateneo contra la dictadura de Primo de Rivera a trav¨¦s de una serie de acciones que terminaron con su clausura el d¨ªa 20 de febrero de 1924- canalizan hasta el fin del per¨ªodo dictatorial sus frustraciones pol¨ªticas a trav¨¦s de la accidentada vida (cierre, junta facciosa...) de esta instituci¨®n. Lo que molestaba especialmente a Primo de Rivera, y despu¨¦s al aperturista Berenguer, es que el Ateneo, nacido en 1835 como instituci¨®n ?exclusivamente cient¨ªfica, literaria y art¨ªstica?, se convirtiese en un centro de actividades pol¨ªticas y de oposici¨®n al Gobierno.
Ateneo, dictadura y rep¨²blica
Antonio Ruiz Salvador. Fernando Torres-Editor. Valencia, 1977.
Dentro de este contexto, el Ateneo en los a?os de la dictablanda -que preludian los fascismos europeos- se convierte en el refugio de los liberales, quienes, a punto de morir asfixiados, acuden a su biblioteca, a sus vetustas salas, en busca de un poco de aire para respirar. En un pa¨ªs donde la falta de libertad, la censura, hab¨ªa sido casi una constante de todos los gobiernos, desde la reacci¨®n absolutista fernandina hasta la Restauraci¨®n canovista, el Ateneo hab¨ªa significado a lo largo de su casi, en aquellos d¨ªas, un siglo de vida, un islote, una de las casi ¨²nicas instituciones aut¨¦nticamente liberales existentes. Por eso es por lo que en per¨ªodos de. obligado silencio, su papel; como se?alar¨ªa Aza?a al ser elegido presidente de la casa en 1930, hab¨ªa sido el de ?dar cobijo al proscrito? y recoger todos los movimientos de protesta que se hab¨ªan producido.
A partir de 1931 la libertad de pensamiento y acci¨®n ya no va a ser un anhelo inalcanzable. La instauraci¨®n de la Segunda Rep¨²blica significa para la instituci¨®n una nueva vida. Por de pronto, una parte de su junta, incluido su presidente, Manuel Aza?a, forman parte del Gobierno salido de las urnas. Han pasado de la oposici¨®n al poder. La etapa que comienza en la historia de Espa?a se reflejar¨¢ en el Ateneo a trav¨¦s de las tensiones entre sus socios y juntas directivas.
Lo m¨¢s interesante, lo que sin duda alguna ha querido resaltar el autor del trabajo, es la forma en que en esos a?os el Ateneo pasa de ser un n¨²cleo de oposici¨®n a ser un aparato cr¨ªtico del poder establecido. Durante el primer Gobierno aza?ista (1931-1933), los atene¨ªstas se re¨²nen en sesi¨®n permanente para ocuparse de los mismos asuntos que se discuten en las Cortes: cuesti¨®n religiosa, problema de la tierra, estatuto catal¨¢n... Sus pretensiones no son s¨®lo puramente cr¨ªticas, sino que pretenden influir en la opini¨®n del Gobierno pidiendo en var¨ªas ocasiones que ¨¦ste no dictamine sobre diversos asuntos hasta conocer las conclusiones de sus asambleas.
Un poderoso sentimiento antiaza?ista se origina en el centro, que culminar¨¢ en una campana iniciada contra la acumulaci¨®n de empleo y sueldo en una misma persona. Dicha campa?a terminar¨¢ con el pese de Aza?a como presidente del Ateneo, si bien ¨¦ste a¨²n pudo imponer la candidatura encabezada por Valle Incl¨¢n, que ¨¦l respaldaba.
La etapa atene¨ªsta, que coincide con la implantaci¨®n de la Rep¨²blica y el primer Gobierno Aza?a, parece poner de manifiesto que en 1931 la peque?a burgues¨ªa intelectual segu¨ªa confiando en el Estado liberal como ¨²nico camino para la consolidaci¨®n de una democracia en Espa?a. Toda su actividad pol¨ªtica -que es mucha, tanta que es casi monopolizadora y excluyente de otra serie de posibles actividades- se concentra en desplazar a las antiguas minor¨ªas dirigentes y sustituirlas por otras. De las oligarqu¨ªas caciquiles a las oligarqu¨ªas republicanas podr¨ªa titularse el episodio atene¨ªsta de Aza?a. La estructura elitista del Estado, que contin¨²a intacta, es un requisito indispensable para el buen funcionamiento de la sociedad burguesa. S¨®lo algunos textos de atene¨ªstas socialistas, anarquistas o comunistas, que Ruiz Salvador cita para poner de manifiesto que en el Ateneo no hab¨ªa un monopolio ideol¨®gico, parecen expresarse en otros t¨¦rminos y cuestionar la estructura burguesa del aparato de Estado de la reci¨¦n estrenada Rep¨²blica.
Desde esta perspectiva, el trabajo de Ruiz Salvador plantea problemas que desbordan por su inter¨¦s los simples planteamientos historiogr¨¢ficos y que cuestionan el alcance y sentido de la democracia desde una ideolog¨ªa liberal. De tal forma, se convierte el Ateneo en esta ¨¦poca en caja de resonancias pol¨ªticas, que se margina -Ruiz Salvador lo ha marginado el primero- toda la importancia que en esos a?os tiene la instituci¨®n como n¨²cleo de propagaci¨®n y difusi¨®n de nuevas alternativas culturales, especialmente ricas en el per¨ªodo que va del 31 al 36. Todo este aspecto cultural se vislumbra, en cierto modo, en los Ap¨¦ndices que completan y rematan el estudio. A trav¨¦s de ellos pueden contemplarse las posturas del liberalismo cr¨ªtico espa?ol frente a la revoluci¨®n sovi¨¦tica, los movimientos de vanguardia; o el papel de la literatura, la pintura, la cultura, en suma, en una sociedad que se quiere, se desea, democr¨¢tica.
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