Un futuro neur¨®tico
Es un hecho ampliamente constatado que el medio urbano favorece las enfermedades f¨ªsicas y siquicas al frustrar al ser humano y, en particular, al ni?o en su necesidad de espacio. Ya en 1936 una encuesta realizada en Esta dos Unidos demostraba como os ninos que vivian en alojamientos con m¨¢s de una persona por ha bitaci¨®n eran m¨¢s susceptibles de contraer enfermedades, tales como la difteria o la rubeola. Posteriormente entre los a?os 50-60, se multiplicaron los estudios epidemiol¨®gicos y las encuestas por todas partes para venir a demostrar una y otra vez lo mismo, los tras torn¨®s-som¨¢ticos delos ni?os presentaban una relaci¨®n bas tante directa de causa-efecto con el medio urbano. Los estudios realizados por Strozka en 1956 sobre la poblaci¨®n austriaca sirvieron para precisar a¨²n m¨¢s la responsabilidad de este medio en los trastornos infantiles de tipo nervioso.Un a?o despu¨¦s, se comprob¨® en Dinamarca que entre los ni?os hospitalizados eran dos veces m¨¢s los que proced¨ªan de alojamientos en los que vivian dos personas o m¨¢s por pieza. Tambi¨¦n la agresividad-y su plasmaci¨®n en los ¨ªndices de delincuencia juvenil y, casi casi, infantil tiene que ver con el espacio. En ciudades que sobrepasan los 100.000 -habitantes la delincuencia de este tipo es tres veces superior a la que aparece en ciudades de 5.000 habitantes. La superpoblaci¨®n y las Mialas condiciones de vida son en este caso esenciales.
El ?stress? de pap¨¢
Sin embargo, esta evidente responsabilidad del medio urbano en las enfermedades o problemas de conducta infantiles, habr¨ªa que matizarlos cuidadosamente. Para el siquiatra franc¨¦s Alain Braconnier, que ha realizado importantes estudios en este campo, la cuesti¨®n se plantear¨ªa no tanto entre la ciudad y el Ini?o como entre el ni?o y la visi¨®n, que los padres proyectan en ¨¦l de sus propias vivencias de la ciudad. ?Es evidente -explica Braconnier- que existe una. correlaci¨®n entre;medio urbaio -y la salud, tanto fisica como s¨ªquica, de los ni?os y adolescentes. Pero ¨¦ste es un, factor que hay que dejar de considerar aisladamente, ernivel socio-econ¨®mico y la mediatizaci¨®n de los padres no proporcionan dos elementos fundamentales para la interpretaci¨®n de los estudios epidemiol¨®gicos.?
Nuevamente los padres. El n¨²cleo familiar como principal soporte e influencia en la vida del ni?o y como gran responsable de su equilibrio afectivo. Sin embargo, la presi¨®n social de la vida ciudadana incide sobre los padres de una manera decisiva. La tensi¨®n del trabajo, el tiempo perdido en los transportes, la falta de oportunidades de descargar tambi¨¦n su agresividad y su fatiga, hace que los padres est¨¦n muy pocas veces disppnibles para el ni?o. El problema a la vuelta de la escuela es desembarazarse de los peque?os. Para ello hay varias posibilidades y estilos. Uno, la f¨¦rrea disciplina, los horarios que se cumplen al segundo, una hora temprana para irse a la cama que no se altera nunca. Otro, la televisi¨®n. Se enciende el aparato porque as¨ª ?los ni?os no dan guerra? y se lel deja un tiempo indeterminado como drogados ante la peque?a pantalla. En cualquier caso, los procedimientos fallan y provocan reacciones negativas en los ni?os. Si es importante respetar el tiempo global de sue?o de los ni?os, seg¨²n coinciden en afirmar los pediatras, lo es tanto o m¨¢s el respetar los ritmos de ese sue?o, si no se quieren p rovocar graves alteraciones del mismo e incluso trastornos m¨¢s graves.
Nada puede sustituir al di¨¢logo y la comunicaci¨®n con los padres, o, quienes representen en la vida del n¨ª?o.est¨¦ papel. Una hora invertida en escucharles o jugar con ellos puede ser m¨¢s ¨²til que tres dedicadas a reprimirles porque interrumpen las conversaciones de los mayores o, simplemente, molestan. .
Son muchos los siquiatras y sic¨®logos que quieren ver una raz¨®n de ese malestar infantil en la ?deserci¨®n? de la madre trabajadora que obliga al ni?o a insertarse en la sociedad m¨¢s tempranamente. Sin embargo, no parece ser ¨¦ste un factor determinante en el comportamiento del ni?o. En todo caso, es la ausencia prolongada del padre la que se produce con m¨¢s frecuencia, sobre todo de aquellos que por necesidad o simple preferencia han hecho de su trabajo una verdadera refigi¨®n.
Dar la palabra al ni?o
Existe un malestar real en las relaciones del ni?o con el medio urbano, tanto mayor cuantom¨¢s dif¨ªciles son las relaciones con la familia y la escuela. Tal vez ser¨ªa necesario llevar adelante una ?carta de los ni?os? como la presentada por un grupo de periodistas franceses especializados en problemas infantiles para sentar las bases de una comunicaci¨®n m¨¢s aut¨¦ntica. En cualquier caso, es necesario volver al ni?o, darle la palabra a pesar de su fr¨¢gilidad, de lo mediatizado de su opini¨®n. Porque, a pesar de su capacidad de resistencia al medio hostil, son cada vez m¨¢s los ni?os aquejados de enfermedades fisicas y s¨ªquicas, cada vez m¨¢s los ni?os neur¨®ticos con negras perspectivas de futuro.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.