Las empresas no renuevan el escalaf¨®n
?Hay que promocionar las novilladas. En los novilleros est¨¢ la savia de la fiesta.? No hay frases m¨¢s repetidas en el taurinismo y entre aficionados. Pero a muchos, cabe decir que a casi todos, se les va la fuerza por la boca. Porque las empresas est¨¢n en que conviene renovar el escalaf¨®n de matadores, s¨ª, pero apenas organizan novilladas. Y algunos que se tienen por aficionados s¨®lo acuden a la plaza si el festejo es corrida de toros.
El atractivo de aquel tipo de espect¨¢culos suelen fundamentarlo los mejor intencionados sobre una base bien fr¨¢gil: el prurito de descubrir nuevos valores. Y es lo cierto que su atractivo alcanza mucha mayor amplitud que tan discutible aliciente. Porque se trata, como en la corrida de toros, de lidia verdadera, donde si hay inmadurez en el torero, su arrojo la suple; el repertorio de suertes es m¨¢s variado porque el noville ro trata de interpretar todas las que conoce, y la presencia y com portamiento de la res -base de la fiesta, espect¨¢culo de primer orden- ofrece el m¨¢ximo inter¨¦s.Si pasamos de lo abstracto a lo concreto, debemos convenir que, entre los novilleros de hoy, es cierto que se observa una merma de calidad t¨¦cnica, en la misma proporci¨®n que entre los matadores. Pero no pod¨ªa ser de otra manera. Gran parte de los novilleros actuales no llegaron a ver en activo y en plenitud a los importantes toreros de los a?os cincuenta, y su escuela alcanza, a lo sumo, a las dos corrientes que imperaron en la ¨¦poca siguiente, que fueron la caricatura del toreo y la vulgaridad; la moda de El Cordob¨¦s y su contraste de la ortodoxia, que pod¨ªa - ser mediocre (y as¨ª fue, ?para qu¨¦ m¨¢s?) con tal de que fuera seria, para que sirviese de freno a aquella burla del salto de, la rana y dem¨¢s zafiedades hechas ante un utrero mutilado, desfallecido y en pasividad, que estuvieron a punto de acabar con la misma fiesta.El plantel de figuras de entonces apenas se ha renovado y por eso son vitales al espect¨¢culo las escuelas taurinas. Pero las nuevas promociones surgen sin soluci¨®n de continuidad y, aunque por la barrera de los monopolios sus horizontes son cada vez m¨¢s problem¨¢ticos, hay en aqu¨¦llas un potencial humano que debe tenerse en cuenta y que por el mero hecho de su presencia merece que se d¨¦ a conocer. Nada menos que cien novilleros (diez veces m¨¢s son los aspirantes) han luchado en 1977 por obtener concratos y darse a conocer. Cien novilleros dispuestos a que 1978 sea el a?o definitivo para su futuro profesional. A las empresas no puede valerles el argumento de que no tienen d¨®nde elegir.
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