Las arteriolas, clave de los trastornos vasculares
Una de las propiedades del cerebro sobre la que en los ¨²ltimos a?os se ha concentrado el inter¨¦s de los investigadores es la autorregulaci¨®n de su flujo sangu¨ªneo. Dicha autorregulaci¨®n es caracter¨ªstica del cerebro y s¨®lo la tienen, aunque en grado menor, otros dos ¨®rganos, tambi¨¦n de importancia vital, que son el coraz¨®n y el ri?¨®n. La autorregulaci¨®n del flujo sangu¨ªneo hace que la cantidad de sangre que irriga el cerebro sea constante e independiente de los cambios en la presi¨®n sangu¨ªnea general. Esta ¨²ltima var¨ªa constantemente; por ejemplo, en el esfuerzo f¨ªsico, en los cambios de postura, etc¨¦tera. La irrigaci¨®n del cerebro, por el contrario, debe ser constante para permitir el funcionamiento ininterrumpido de los centros integradores de la actividad de todo el organismo. Un peque?o fallo de mil¨¦simas de segundo de esta autorregulaci¨®n, como ocurre con frecuencia al levantarse r¨¢pidamente despu¨¦s de un rato de estar sentado, produce ya un inicio de colapso o ligero vah¨ªdo, que puede llevar incluso a la p¨¦rdida de conocimiento.En esta autorregulaci¨®n juegan un papel esencial las arteriolas; que son los segmentos vasculares que se extienden entre las arterias (vasos que distribuyen la sangre desde el coraz¨®n a los distintos ¨®rganos), hasta los capilares (donde tiene lugar el intercambio de sustancias entre la sangre y los tejidos). Desde principios de siglo, en el campo de la neuroanatom¨ªa y, sobre todo de la neuropatolog¨ªa, la arteriola cay¨® pr¨¢cticamente en olvido, hasta tal punto que su nombre desaparece de la literatura como entidad con caracter¨ªsticas propias dentro del sistema vascular, siendo sustituido por una nomenclatura confusa. Este desinter¨¦s por la arteriola ven¨ªa condicionado, sobre todo, por las dificultades que exist¨ªan para delimitar la misma, por una parte, frente a los capilares y, por otra, frente a las arterias.Diferenciaci¨®n
En los ¨²ltimos a?os, sin embargo, la aplicaci¨®n de la microscopia electr¨®nica ha permitido una diferenciaci¨®n exacta de la arteriola y una mejor informaci¨®n sobre las estructuras de la pared arteriolar y con ello de su funci¨®n (figura 1).
Entre dichas estructuras tienen especial importancia los nervios de la pared arteriolar.Los estudios al microscopio electr¨®nico hab¨ªan confirmado a finales de los a?os sesenta la presencia de nervios en los vasos de las meninges que recubren el cerebro, pero negado su existencia en las peque?as arteriolas cerebrales. En el a?o 1974 nosotros pudimos de mostrar definitivamente la existencia de dichos nervios.
La densidad de inervaci¨®n de las arteriolas var¨ªa, en las distintas regiones del cerebro, por ejemplo, en el ¨¢rea de la protuberancia hemos observado una inervaci¨®n m¨¢s densa que en la corteza cerebral. Tambi¨¦n existen diferencias en la inervaci¨®n entre las distintas arteriolas en una misma zona y a lo largo de una misma arteriola, donde determinados segmentos parecen ser m¨¢s ricos en varicosidades funcionalmente activas. El hecho de que la inervaci¨®n de las arteriolas intracerebrales sea desigual explica el que las constricciones esp¨¢sticas de estos vasos sean segmentarias.
La regulaci¨®n del flujo sangu¨ªneo en las arteriolas se realiza mediante la constricci¨®n o dilataci¨®n de las mismas, seg¨²n sea necesario disminuir o aumentar respectivamente la cantidad de sangre que irriga el cerebro. En situaciones patol¨®gicas se produce una constricci¨®n exagerada, llamada espasmo, que impide totalmente el paso de sangre por la luz del vaso.
Mientras que la existencia de espasmos en las arterias cerebrales, demostrables agiogr¨¢ficamente, es admitida por la mayor¨ªa de los autores, la existencia e importancia de espasmos en las arteriolas intracerebrales ha sido y sigue siendo motivo de controversia entre los investigadores de la circulaci¨®n cerebral. En estudios realizados en cerebros de gatos, en los que, mediante una hiperventilaci¨®n prolongada se hab¨ªa producido una hipocapnia extrema, es decir, una disminuci¨®n m¨¢xima del anh¨ªdrido carb¨®nico en la sangre arterial, nosotros hemos demostrado recientemente, y por primera vez, la existencia de espasmos en las arteriolas intracerebrales (figura 2).
La demostraci¨®n definitiva de la existencia de espasmos en las arteriolas intracerebrales nos obliga a revisar todas aquellas teor¨ªas, en las que el espasmo vascular se considera como uno de los factores causales de determinados s¨ªntomas neurol¨®gicos o lesiones patomorfol¨®gicas del cerebro. Aparte de las objeciones fundamentadas en la inexistencia de espasmos en las arteriolas cerebrales, una serie de autores negaron la importancia de los espasmos para el sistema nervioso central, ya que, seg¨²n ellos, el estado angiosp¨¢stico no podr¨ªa durar nunca lo suficiente para dar lugar a lesiones tisulares. Antes, de llegar a este punto cr¨ªtico, la acumulaci¨®n de anh¨ªdrido carb¨®nico, que es un potente vasodilatador, dar¨ªa lugar no s¨®lo a la interrupci¨®n del espasmo, sino que incluso se producir¨ªa una hipeperma reactiva. Sin embargo, el conocimiento que actualmente tenemos de la duraci¨®n de los espasmos en las arterias men¨ªngeas, consiguientes a la hemorragia subaracnoidea, con tradice completamente este argumento, ya que dichos espasmos llegan a durar incluso semanas.
Otra objeci¨®n contra la importancia del espasmo era que debido a la red anastom¨®tica capilar que existe en el cerebro, el espasmo de una sola arteriola no conllevar¨ªa ninguna consecuencia para el territorio que ella irriga, puesto que la nutrici¨®n del tejido cerebral tendr¨ªa lugar a trav¨¦s de los capilares que se originan en arteriolas vecinas no esp¨¢sticas. Por lo que se refiere a esta objeci¨®n, es necesario tener en cuenta que en estudios realizados recientemente en nuestro departamento por el doctor Iglesias, se ha podido demostrar que la arteriola cerebral tiene una importante funci¨®n, no s¨®lo en la regulaci¨®n de la resistencia vascular, sino tambi¨¦n en la nutrici¨®n del tejido cerebral circundante. Esta funci¨®n nutritiva se demuestra, entre otras cosas, por el hecho de
Las arteriolas, clave de los trastornos vassculares
que, alrededor de las arteriolas de la corteza cerebral, existe siempre una zona libre de capilares (figura 3), a pesar de que en dicha zona se encuentra la misma densidad de neuronas que en el resto de la corteza. Por ello, independientemente de que exista una red capilar, en caso de espasmo de arteriola el cilindro del tejido que la rodea sufre los efectos de una isquemia.El espasmo arteriolar en el ataque apopl¨¦cticoEn los ¨²ltimos a?os se da gran importancia a los ataques isqu¨¦micos transitorios, en los que se presentan los mismos s¨ªntomas que en un ataque de apoplej¨ªa, los cuales, sin embargo, desaparecen completamente al poco tiempo. Su importancia viene dada, sobre todo, porque en gran n¨²mero de casos, estos trastornos pasajeros son los precursores de un ataque de apoplej¨ªa irreversible. Algunos de los pacientes que sufren dichos ataques transitorios tienen una tensi¨®n arterial alta.
El mecanismo de los ataques isqu¨¦micos transitorios en enfermos, hipert¨®nicos, ser¨ªa un exceso de autorregulaci¨®n. Es decir, en la hipertensi¨®n maligna, el tono vascular no s¨®lo se adaptar¨ªa al aumento de la presi¨®n en el interior del vaso (cosa necesaria, para mantener la irrigaci¨®n constante del cerebro), sino que, por lo menos localmente, la sobreadaptaci¨®n dar¨ªa lugar a una constricci¨®n esp¨¢stica del vaso.
La acci¨®n favorable de la terap¨¦utica hipertensiva sobre la frecuencia de los ataques isqu¨¦micos transitorios en los pacientes con hipertensi¨®n, ser¨ªa una constataci¨®n de dichas teor¨ªas.
Los espasmos de las arteriolas cerebrales o trastornos de su inervaci¨®n, intervienen adem¨¢s en una serie de situaciones patol¨®gicas con d¨¦ficit circulatorio del cerebro, que abarcan desde la encefalopat¨ªa hipertensiva hasta los trastornos vasculares del cerebro en la vejez. Aunque en este lugar no podemos entrar en detalles no queremos dejar de mencionar un campo al que en el futuro nosotros y muchos otros investigadores dirigir¨¢n sus esfuerzos: el dolor de cabeza.
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