A la sombra del "pacto de la Moncloa"
VAN A cumplirse dos meses desde el espectacular acto de la firma del llamado pacto de la Moncloa. Algunos de los dirigentes que con aire grave estampaban su nombre al pie de tan singular documento amenazan hoy con incumplirlo, neg¨¢ndose a aceptar la aplicaci¨®n de un criterio retroactivo sobre los incrementos salariales en 1978, criterio que no carece de base si se piensa cu¨¢l era el objetivo fundamental del pacto dominar la inflaci¨®n.De la misma forma que el pacto fue un acto eminentemente pol¨ªtico, las actuales disputas sobre el sentido. exacto de algunas de sus cl¨¢usulas tienen tambi¨¦n un cariz pol¨ªtico. No quiere ello decir que carezcan de importancia: simplemente que su incidencia sobre la evoluci¨®n de la coyuntura econ¨®mica es a corto plazo escasa, aun cuando a medio plazo pueda sumirla en el abismo. O dicho de otro modo, para el primer semestre de 1978, si no se corrige la actual situaci¨®n, de confusionismo y disputas, nuestra econom¨ªa seguir¨¢ el sendero que ven¨ªa marcado por la inoperancia de la pol¨ªtica econ¨®mica del primer Gobierno Su¨¢rez y por las incertidumbres que la falta de objetivos creaban en el empresariado.
El actual equipo econ¨®mico tarda demasiado en dar muestras de decisi¨®n y coordinaci¨®n. Despu¨¦s de unos comienzos prometedores ha buscado la c¨®moda sombra de esa difuminaci¨®n de actividades que es el pacto de la Moncloa.
Visto desde fuera, se detectan contradicciones entre los objetivos que parecen perseguir Hacienda, Comercio, Industria y Econom¨ªa, mientras que Trabajo, Agricultura y Sanidad hacen -seg¨²n todos los s¨ªntomas- la guerra por su cuenta; con el agravante de que el ¨²ltimo de los departamentos citados engloba a la Seguridad Social ' con un presupuesto pr¨¢cticamente equivalente al de la Administraci¨®n central.
En este mismo n¨²mero puede el lector interesado hallar un an¨¢lisis detenido de la actual coyuntura econ¨®mica espa?ola. Sus rasgos m¨¢s destacados son: la grave aton¨ªa de la demanda, en la que s¨®lo la exportaci¨®n mantiene un ritmo. satisfactorio (una tasa de inflaci¨®n excesiva puede acabar pronto, adem¨¢s, con las ventajas competitivas que a nuestro comercio exterior proporcion¨® la devaluaci¨®n de julio); una pol¨ªtica monetaria que sigue siendo el ¨²nico instrumento que maneja eficazmente el Gobierno por el momento y, por ¨²ltimo, la voluntad de no ceder en los conflictos laborales ¨²ltimamente planteados, que parece la muestra de que el Gabinete comienza a estar convencido del peso de sus responsabilidades.
As¨ª, los malos augurios sobre la situaci¨®n econ¨®mica del pa¨ªs no se han conjurado. El dicho de que un pesimista es un optimista bien informado se puede aplicar a todos los expertos que han venido vaticinando desde hace meses una ¨¦poca dif¨ªcil. No hemos tenido un. ?oto?o caliente , pero nos aguarda un invierno helado en el que los cierres de empresas aumentar¨¢n y el n¨²mero de parados y el descenso de la capacidad adquisitiva llevar¨¢, en las zonas deprimidas, los sectores marginales y el ej¨¦rcito de desempleados, a los umbrales de la miseria.
Para salir de la crisis econ¨®mica -desde un punto de vista pol¨ªtico- s¨®lo pueden seguirse dos m¨¦todos de actuaci¨®n: el democr¨¢tico y el autoritario. La salida autoritaria es la que est¨¢n practicando, en medio de un r¨ªo de sangre, Videla y Pinochet en Argentina y Chile.
La salida democr¨¢tica s¨®lo puede resultar viable si el pa¨ªs se convence de que los sacrificios son necesarios y de que el reparto m¨¢s o menos equitativo de las cargas es un imperativo hist¨®rico. Para eso es un requisito indispensable que las direcciones de los partidos, los cuadros de esas organizaciones, los diputados y senadores, las centrales sindicales y las asociaciones empresariales galvanicen al cuerpo entero de la colectividad, a trav¨¦s de un gran debate nacional, de una movilizaci¨®n de las energ¨ªas de todos los ciudadanos.
Esa televisi¨®n que convoca a la austeridad mientras sus funcionarios de ¨¦lite perciben fabulosos sueldos de Hollywood no ha empleado todav¨ªa sus enormes potencialidades como tribuna para que pol¨ªticos, congresistas, empresarios y sindicalistas expongan no en forma de sermones, sino en debates vivos y en directo, los desaf¨ªos y las renuncias con que se enfrentan los espa?oles.
El resumen no puede ser m¨¢s amargo: la coyuntura es grave, y puede empeorar. Los pol¨ªticos deben ser conscientes de que el momento exige, por encima de todo, la aplicaci¨®n de las medidas econ¨®micas pactadas. Los economistas, por su parte -los economistas presentes en el Gobierno, claro est¨¢-, no pueden refugiarse en su diagn¨®stico ni en la invenci¨®n de las f¨®rmulas te¨®ricas que siempre ser¨¢n falsas si no saben defenderlas y aplicarlas pol¨ªticamente en una situaci¨®n democr¨¢tica. La parte m¨¢s dif¨ªcil del pacto no ha sido lograrlo, sino aplicarlo, haci¨¦ndolo cumplir a sus firmantes, impulsando a la sociedad, a que lo cumpla. Si el Gobierno, con sus pol¨ªticos y economistas, y los partidos no son capaces de dar una respuesta democr¨¢tica a la crisis en que nuestra sociedad se debate, volver¨¢n a escucharse en nuestro pa¨ªs, s in duda, aunque ahora con otra intenci¨®n y signo, voces que parafraseen la cita ya cl¨¢sica de Ortega y Gasset: Delenda est democratia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.