El plan estrat¨¦gico conjunto de Defensa no parece contar con directrices del Gobierno
La redacci¨®n del plan estrat¨¦gico conjunto, como expresi¨®n material de la pol¨ªtica defensiva del Gobierno, se halla pr¨¢cticamente suspendida seguramente por constituir una de las ¨²ltimas preocupaciones del Gobierno en el momento actual. Los efectos de la ausencia de un plan terminado y operativo se dejan sentir en los negocios que, d¨ªa a d¨ªa, afectan a las relaciones internacionales de Espa?a, concretamente a la marcha de las previsiones defensivas del tratado de Amistad y Cooperaci¨®n con Estados Unidos y, m¨¢s generalmente, a la marcha de Espa?a hacia su plena identificaci¨®n con los problemas de seguridad y defensa de los pa¨ªses de r¨¦gimen democr¨¢tico parlamentario de Europa.
El plan, cuya redacci¨®n corresponde a la junta de jefes de Estado Mayor, s¨®lo es posible a partir de las directrices del Gobierno sobre su percepci¨®n de las amenazas exteriores y su apreciaci¨®n del curso que debe tomar la defensa de Espa?a, dado el contexto pol¨ªtico-estrat¨¦gico actual.
Incertidumbre en torno al Sahara
En cuanto a las amenazas, se?alan los expertos militares que sobre la percepci¨®n del Gobierno pesan todas las incertidumbres del conflicto del Sahara; la todav¨ªa imprecisa revalorizaci¨®n estrat¨¦gica del archipi¨¦lago canario, tanto en relaci¨®n con aquel conflicto como con la gran estrategia internacional en torno a Africa y a las rutas atl¨¢nticas del petr¨®leo; los imponderables que se puedan producir en nuestras relaciones con Marruecos en tomo a Ceuta y Melilla, y, por ¨²ltimo, las dudas sobre la continuidad de cualquier pol¨ªtica de defensa, a la luz de los radicalmente opuestos planteamientos de la izquierda espa?ola, que hacen de la planificaci¨®n de la defensa una aventura de muy corto plazo, en el caso, no descartado, de que la izquierda llegue al poder en los pr¨®ximos a?os.
Par¨¢lisis en la orientaci¨®n internacional
En cuanto los juicios positivos del Gobierno en tomo a la orientaci¨®n internacional de nuestro esfuerzo defensivo, la par¨¢lisis no puede ser m¨¢s evidente. Todos los trabajos del casi reci¨¦n creado Estado Mayor combinado hispano-norteamericano, para planes operativos en la zona de inter¨¦s com¨²n, tan minuciosamente descrita por el tratado, se hallan en suspenso. Es m¨¢s, el codirector del mismo, general Llosa, ha sido destinado a otras tareas, apenas cuando se ha puesto en marcha el organismo. El oficial de enlace espa?ol de este Estado Mayor combinado con el mando norteamericano en Europa no ha sido nunca designado.La parte norteamericana, que desea llevar a cabo maniobras y otras actividades, de acuerdo con las previsiones del tratado, se halla en una espera que puede ser calificada de cort¨¦s, pero impaciente. Lo implicado en el desarrollo de las consecuencias militares del tratado es, nada menos, que la utilizaci¨®n de un instrumento pensado para probar, por v¨ªa de la experiencia, la conveniencia o no del ingreso de Espa?a en la Organizaci¨®n del Tratado del Atl¨¢ntico Norte.
Aunque la cuesti¨®n de la OTAN ha de estar sujeta, seg¨²n han dicho repetidamente tanto el presidente Su¨¢rez como el ministro de Asuntos Exteriores, Oreja, a un debate previo, a¨²n no ha sido sometida a la opini¨®n p¨²blica ni una sola hoja informativa que aporte elementos de juicio para emprender el debate, por parte del Ministerio de Defensa, de Exteriores o del ¨®rgano militar adecuado, el CESEDEN.
Silencio absoluto sobre la OTAN
En el entretanto, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha llevado a cabo iniciativas que parecen indicar, a juicio de observadores nacionales y extranjeros, que se est¨¢ en curso de prospeccionar una orientaci¨®n neutralista de nuestra pol¨ªtica internacional, simbolizada por el deseo expresado por la diplomacia espa?ola de que la pr¨®xima sesi¨®n de la conferencia de seguridad y cooperaci¨®n europea se celebre en Madrid.La perplejidad del mando de las Fuerzas Armadas, encarnado en la junta de jefes de Estado Mayor, se aumenta por la a¨²n insuficiente configuraci¨®n y personalidad de los diversos ¨®rganos que componen la c¨²pula defensiva del Estado. En efecto, cada uno de los mandos militares superiores, los tenientes generales Galarza, Alfaro y Vega, y el almirante Ar¨¦valo, viste, por decirlo en la jerga militar, tres ?gorras?, la de miembros de la junta de jefes de Estado Mayor, la de jefes de los Estados Mayores de los Ej¨¦rcitos o de presidente de la junta de jefes de Estado Mayor y jefe del ?Alto?, y la de miembros de la Junta de Defensa Nacional.
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