El miedo a la locura, un temor irracional y generalizado
Uno de Ios m¨¢s profundos temores de los seres humanos, seg¨²n constatan tanto la evidencia come las investigaciones sicoanal¨ªticas, es el temor al cambio, la angustia frente a la situaci¨®n nueva. La inminencia del cambio, bien en el exterior, en el mundo de los otros, o en la propia interioridad, es vivida como algo terrible que explica buena parte de los temores que la locura y el loco suscitan.
Seg¨²n el fundador del sicoan¨¢lisis, existe una angustia real y una angustia neur¨®tica en la mente humana. La primera ser¨ªa la que aparece en situaciones de peligro real, mientras la neur¨®tica corresponder¨ªa a situaciones irreales. ?Qu¨¦ es lo real y qu¨¦ lo irreal? ?Qui¨¦n lo define?
El consenso establece, por ejemplo, que temer un rayo en situaci¨®n de tormenta vivida en un campo abierto es algo que responde a un peligro real, mientras temer constantemente la ca¨ªda de un rayo sobre uno mismo, en el propio domicilio, sin causa exterior atmosf¨¦rica que lo justifique, es un temor neur¨®tico. Lo que sucede es que el neur¨®tico o persona afectada justifica siempre sus temores con hechos m¨¢s o menos cient¨ªficos: la posibilidad de formaci¨®n de tormentas repentinas la constante electricidad atmosf¨¦rica etc¨¦tera.
La diferencia se complica cuando los temores y angustias se refieren a enemigos, a lo que el sicoan¨¢lisis llama objetos persecutorios. En este caso existe un profundo temor a ser da?ado por personajes externos: compa?eros de trabajo, jefes, polic¨ªas, jueces, gobernantes..., o personajes internos, seres del pasado que contin¨²an viviendo en el interior de la mente: padres autoritarios, individuos familiares represivos, etc¨¦tera. Los objetos persecutorios no son necesariamente personas, sino, en ocasiones, aspectos de las personas.
Miedo a la creatividad
La locura suscita tambi¨¦n el temor a lo desconocido. En ese sentido, no s¨®lo se tiene miedo del loco, sino de todo individuo creador. Artistas o intelectuales suscitadores de nuevos lenguajes expresivos son habitualmente recibidos con p¨¢nico, hasta que el consenso social transforma en habitual y normativo lo que comenzara siendo extraordinario, descarg¨¢ndole as¨ª de su aspecto alarmante y sancionando positivamente -— tranquilizadoramente— el cambio producido.
La sociedad trata mediante leves, normas y reglas evitar que las ideas nuevas sean disruptivas para el medio o el grupo social. Tras ese mecanismo de defensa colectiva el grupo podr¨¢ reaccionar mejor acogiendo el nuevo impulso. Se compensa as¨ª ese miedo a la cat¨¢strofe que est¨¢ detr¨¢s del rechazo de artista genios y locos...
Tras un primer no dirigido al impulso creativo, tiene lugar un posterior si, una vez que el impulso ha sido despose¨ªdo de sus aspectos m¨¢s peligrosos para el conservadurismo del grupo. Sucede tambi¨¦n que estos mecanismos producen altas inhibiciones en los miembros de las sociedades, siendo muy pocos los individuos capaces de realizar el esfuerzo ps¨ªquico de afirmar su creatividad o su locura ante los dem¨¢s de un modo v¨¢lido, conden¨¢ndose a la mayor¨ªa de las personas a llevar una existencia de creatividad reprimida, mientras otras caen en la locura.
Constelaciones fantasm¨¢ticas
Seg¨²n los sicoanalistas, otros importantes factores desempe?an un papel activador del miedo a la locura. Se trata del temor a ser da?ados por esos objetos persecutorios internos y externos que se proyectan y se ven en el loco. ?El ser humano —se asegura— es un ser que mantiene un equilibrio a duras penas porque tiene varios n¨²cleos en su personalidad. Todas las personas tenemos n¨²cleos sic¨®ticos, n¨²cleos neur¨®ticos y n¨²cleos sanos.?
Los n¨²cleos sic¨®ticos son descritos como ?zonas que se pueden llamar constelaciones constituidas por fantasmas, presentes en todas las personas y que pueden reactivarse en cualquier momento de la vida bajo condiciones de regresi¨®n y que, por tanto, presentan una virtualidad patol¨®gica imposible de elaborar del todo?. La percepci¨®n de esta situaci¨®n tan fr¨¢gil de la mente de todos nosotros justifica ese miedo a la locura como p¨¦rdida del equilibrio y como resurgimiento de esas constelaciones fantasm¨¢ticas. Estas constelaciones fantasm¨¢ticas, a su vez, tienen varios or¨ªgenes: angustias confusionales, muy en relaci¨®n con los problemas de identidad, en las que el individuo no sabe realmente qui¨¦n es ¨¦l mismo y qui¨¦n es el otro; estados de perplejidad y p¨¦rdidas de identidad o sentimientos profundos de envidia a la identidad de los otros.
Mientras los n¨²cleos o zonas sicoticas de la personalidad est¨¢n constituidos por trozos de identidad, por fragmentos, las zonas neur¨®ticas, m¨¢s evolucionadas que aqu¨¦llas, son capaces de realizar totalidades y s¨ªntesis. La salud mental no vendr¨ªa entonces a ser otra cosa sino un momento o conjunto de momentos, una isla, en la constelaci¨®n neur¨®tica. Es la parte creadora que se realiza y logra adecuadas s¨ªntesis entre el mundo interno y el mundo externo, entre el subfondo de las emociones y los afectos y las relaciones reales establecidas en la cultura y sociedad en la que se est¨¢ viviendo.
S¨ªntesis
La s¨ªntesis lograda es distinta para cada individuo. Unos la logran a base de mantener altamente reprimidos sus impulsos, mientras otros la consiguen afirmando y desarrollando una constante tensi¨®n y manifestando sus emociones ante el entorno represivo. Entre unos y otros, el loco fracas¨® en la consecuci¨®n de su s¨ªntesis, generalmente porque el medio social y familiar no se lo permiti¨®.
El individuo que ha logrado una actitud sana es capaz de hacerse cargo de sus ansiedades m¨¢s primitivas —temores persecutorios, etc¨¦tera—, siendo capaz de no colocar en los otros los aspectos negativos propios ni tampoco de idealizar la realidad inexistente, viendo en todo momento la relatividad de una realidad que es, a la vez, buena y mala. A diferencia de la actitud sic¨®tica, la actitud sana, m¨¢s o menos neur¨®tica, no ve lo bueno y lo malo en el otro con car¨¢cter de absoluto ni divide a las personas en amigas o enemigas. Advierte que todos los seres humanos tienen aspectos amigos y aspectos enemigos, y acepta el esfuerzo constante de percepci¨®n y de no simplificaci¨®n que supone vivir en esa ambivalencia.
Rechazo del loco
La postura de la colectividad ante la locura resume, por tanto, estas fantas¨ªas de todas las personas, este miedo de cada uno a su locura interior y no asumida. Ante los individuos que regresan a sus partes m¨¢s sic¨®ticas, la psiquiatr¨ªa tradicional actuaba represivamente desarrollando unos m¨¦todos —f¨¢rmacos, etc¨¦tera—, que convierten el proceso en irreversible, mientras posturas como las de Laing o la sicoanal¨ªtica lo consideran un viaje del que puede haber regreso.
S¨®lo la p¨¦rdida del miedo a la propia locura puede abrir una v¨ªa cient¨ªfica, en opini¨®n de los especialistas, en el tratamiento del problema. Mientras la angustia ante lo irracional no deja de ser la m¨¢s irracional de las posturas, fomentando con el miedo de padres, amigos, etc¨¦tera, las angustias y terrores del loco, la aceptaci¨®n de la propia locura y la transformaci¨®n de los contenidos irracionales en aportaciones v¨¢lidas: arte, sentimientos, creaciones, elimina la etiquetaci¨®n de los locos como seres distintos de los dem¨¢s, recuperando para ellos su verdadera condici¨®n: la de hombres y mujeres, como todos los dem¨¢s, con id¨¦nticos conflictos emocionales a los de todas las personas, sin otro elemento diferenciador, ps¨ªquico u org¨¢nico, sino el haber experimentado una evoluci¨®n diferente de las de los dem¨¢s, casi siempre a causa de no haber sido escuchados, comprendidos ni respetados en sus m¨¢s profundos anhelos humanos.
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