Una sola conclusi¨®n
Ma?ana comienza la Asamblea del Deporte. ?Era necesaria? ?Ser¨¢ fruct¨ªfera? Son dos preguntas que se han hecho y se hacen a¨²n repetidamente. El escepticismo que ha provocado tanto desatino anterior puede llevar a la idea de que servir¨¢ para poco o para nada, pero hay que ser, m¨¢s que optimistas, realistas. Y olv¨ªdense de una vez los puritanismos sobre lo que, va a costar. Gratis nada se puede hacer, desde luego.La asamblea debe hacerse, aunque s¨®lo sea para que se hable del deporte en este pa¨ªs que lo tiene olvidado al m¨¢s alto y profundo nivel. Evidentemente en dos d¨ªas, con m¨¢s de 1.000 personas presentes, se perder¨¢ mucho tiempo y quiz¨¢ s¨®lo se saquen dos o tres conclusiones de entidad. Obvio es que su car¨¢cter s¨®lo va a ser consultivo, no constituyente, como de una forma rimbombante se quiso plantear por alguien; pero si de esas m¨ªnimas conclusiones, una s¨®lo puede llegar al Parlamento en su d¨ªa y el ministro de Cultura la puede defender con el refrendo un¨¢nime del mundo del deporte, ya ser¨ªa suficiente y positiva la asamblea.
Otra cosa ser¨¢, claro, que esas conclusiones ni siquiera lleguen a tener un eco por la sordera ya cong¨¦nita y triste de todas las fuerzas pol¨ªticas. A fin de cuentas en ellas existe la misma falta de mentalidad deportiva que en el pueblo espa?ol a quien representan el cual, por no exigir tampoco una educaci¨®n f¨ªsica y unas facilidades para acceder a ella -que siempre deben costar algo de esfuerzo personal- se ha dejado marginar por los desastres directivos.
Nos conformar¨ªamos sobradamente con que de la Asamblea del Deporte saliera fortalecida -en un m¨ªnimo tanto por ciento, al menos- esa mentalidad olvidada y que ello supusiera para el deporte un justo sitio en la sociedad. La Asamblea es el bast¨®n que le hace falta ahora mismo a un deporte espa?ol con una pierna fracturada. Cuando se le quite la escayola, ya sin ese bast¨®n, con tiempo por delante, dirigentes, atletas con licencia y el pueblo espa?ol en general -incluidos los medios de comunicaci¨®n-, todos, deber¨¢n arrimar el hombro del trabajo. Si la fractura actual, la provocada por una ca¨ªda de tantos a?os, ha quedado bien soldada, nadie podr¨¢ ya quejarse de que las cosas sigan mal y los que trabajen correctamente podr¨¢n entonces pedir con toda justicia responsabilidades a los dem¨¢s. Felizmente ya corren tiempos para ello.
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