La imagen de las Fuerzas Armadas
EN MUCHAS cosas ha cambiado la antigua Oposici¨®n democr¨¢tica espa?ola desde su legalizaci¨®n, a lo largo de 1976. Son distintas ahora, por ejemplo, sus actitudes respecto a la forma del Estado y hacia las creencias religiosas y el papel de la Iglesia cat¨®lica en la vida del pa¨ªs. El republicanismo jacobino de unos y el airado anticlericalismo de otros han dejado paso a la valoraci¨®n de los contenidos democr¨¢ticos de las instituciones y a la resistencia a permitir que la fe religiosa pueda ser secuestrada por nadie para sus propios fines.Por su parte, la Corona evidenci¨® sus prop¨®sitos democratizadores, y ahora se puede decir que sin la activa colaboraci¨®n de don Juan Carlos nuestro pa¨ªs no hubiera podido realizar sin traumas la transici¨®n al actual r¨¦gimen de libertad. Y respecto a la Iglesia, aunque algunos indicios de ¨²ltima hora hayan hecho resurgir temores de que la Jerarqu¨ªa pretenda interferirse indebidamente en la esfera secular, bajo la direcci¨®n inequ¨ªvoca del cardenal Taranc¨®n la Iglesia espa?ola ha modificado sustancialmente la orientaci¨®n de sus relaciones con el Estado y la comunidad pol¨ªtica. En este aspecto de actitudes institucionales queda, sin duda, la tercera gran cuesti¨®n, susceptible de planteamientos sectarios: el papel de las Fuerzas Armadas en una comunidad democr¨¢tica. Creemos que tambi¨¦n en este punto la antigua oposici¨®n al franquismo y los partidos de izquierda han procedido a una dr¨¢stica visi¨®n de sus puntos de vista, te?idos otrora de antimilitarismo. Socialistas y comunistas y, por supuesto, los grupos liberales y la derecha democr¨¢tica, el cuerpo pol¨ªtico en general, coinciden en la inequ¨ªvoca apreciaci¨®n de que el Ej¨¦rcito es pieza b¨¢sica e indispensable de la seguridad nacional frente al exterior y de la defensa del orden democr¨¢tico constitucional. Y as¨ª lo han hecho p¨²blico en no pocas ocasiones. Por eso resulta un tanto alarmante que en ciertos sectores de las Fuerzas Armadas, quiz¨¢ no muy numerosos, pero en ocasiones situados en puestos de mando y de gran responsabilidad, empiecen a ser habituales algunas tomas de posici¨®n que en nada favorecen el clima de distensi¨®n necesario en los momentos dif¨ªciles por los que atraviesa el pa¨ªs.
En este sentido, constituir¨ªa una medida tranquilizadora de enorme eficacia que los ciudadanos pudieran escuchar tambi¨¦n las voces de aquellos altos mandos militares, sin duda mayoritarios, que respaldan inequ¨ªvocamente a la Corona y a las instituciones democr¨¢ticas que don Juan Carlos ha incorporado a la estructura constitucional de la nueva Monarqu¨ªa espa?ola. Respaldo que no impide la actitud cr¨ªtica respecto a los errores que se cometen, sin que ¨¦stos empa?en la convicci¨®n en los ideales de la convivencia democr¨¢tica.
Sin duda, el sentido de la disciplina y de su funci¨®n hace que muchos militares de esp¨ªritu democr¨¢tico guarden silencio; pero si s¨®lo se oyen las voces de quienes ponen en duda el contenido ideol¨®gico y pol¨ªtico del sistema impulsado por la propia Corona, la imagen de las Fuerzas Armadas que tan ejemplarmente han amparado el proceso democr¨¢tico, puede verse distanciada de los ciudadanos y hacer renacer viejos temores y prejuicios sobre el papel del Ej¨¦rcito en las comunidades modernas y libres.
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