?Elecciones municipales? ?Con qu¨¦ garant¨ªas?
Vuelve a cobrar actualidad el problema de las elecciones municipales. Todos cuantos. esperan, con mayor o menor fundamento, mejorar en los comicios locales las posiciones ocupadas el 15 de junio se esfuerzan con toda l¨®gica por acelerar la nueva consulta electoral.He dicho que lo hacen con perfecta l¨®gica, aunque dudo que en todos ellos haya la misma sinceridad.
Por la marcha normal de? artilugio? que en amable contubernio han montado el Gobierno y las principales oposiciones parlamentarias, el Partido Socialista se ve empujado hacia el Poder. Hoy por hoy la posibilidad parece todav¨ª4 lejana, lo que permite a Felipe Gonz¨¢lez pasearse por el mundo y dormir tranquilo. Pero, ?qu¨¦ ocurrir¨ªa si las elecciones municipales dieran un nuevo empuj¨®n al marxismo, cosa bastante verosimil? Seguro estoy de que las carnes se les abrir¨¢n, como y igarmente se dice, a los directivos de esos grupos, que hoy ven tranquilos y gozosos c¨®mo un informe conglomerado de ex dem¨®cratas aspirantes a una eventual sucesi¨®n, aparecido por el campo pol¨ªtico espa?ol bajo el cayado pastoril del antiguo mandam¨¢s del Movimiento, est¨¢ realizando a costa de su propio desgaste el programa de la Oposici¨®n. ?Qu¨¦ prueba tan dura para el amigo Felipe tener que compartir con el compa?ero Adolfo, e una coalici¨®n de momento limitada, el inevitable enfrentamiento con los problemas que a diario se agravan, y todo ello bajo la mirada socarrona de Carrillo, ferviente partidario de una colaboraci¨®n m¨¢s amplia, que sabe perfectamente que hoy por hoy no es viable! A menos que el actual compadrazgo no lleve, a nuestra escena pol¨ªtica una de esas combinaciones tripartitas que hacen la delicia de los espectadores de las comedias ligeras francesas.
Pero volvamos a las elecciones municipales, en cuya colaboraci¨®n descansan las diversas hip¨®tesis a la vista.
Para Su¨¢rez -en fin de cuentas, para Espa?a- la contienda puede ser decisiva, y pensando en ella est¨¢ desarrollando sus talentos t¨¢cticos y log¨ªsticos, que tal vez un d¨ªa se revelen al servicio de grandes concepciones estrat¨¦gicas. Hoy por hoy su estrategia parece m¨¢s bien de campanario.
Por lo pronto lucha denodadamente por convertir en partido unido de aspiraciones satisfechas lo que hasta ahora nio ha sido m¨¢s que acuerdo limitado de apetitos en contienda. Cuando se escriben estas l¨ªneas el resultado favorable a la maniobra ofrece escasas dudas.
Sobre esa base, suficientemente fuerte para una temporada, tiene que montar, o mejor dicho, conservar el tinglado electoral de los Ayuntamientos, que en t¨¦rminos muy generales siguen siendo los mismos que durante la ¨¦poca franquista. Con un buen equipo de gobernadores civiles, que ya dieron en junio sobradas pruebas de su excelente, disposici¨®n para estos lances, las nuevas corporaciones locales de los peque?os n¨²cleos de poblaci¨®n ser¨¢n lo mismo que durante las pasadas d¨¦cadas.
?Que el marxismo avanza en las ciudades y en los n¨²cleos fuertes de poblaci¨®n? No importa. El Gobierno se asegurar¨¢ los municipios rurales y el juego de las oligarqu¨ªas seudorrepresentativas podr¨¢ seguir hasta las nuevas elecciones legislativas. Siempre que en 1978 no se d¨¦ un 14 de abril de 1931.
?No ha pensado el se?or Su¨¢rez que en este aut¨¦ntico juego de contertulios, la enclenque democracia espa?ola pued¨¦sticumbir en cualquier tropiezo imprevisto? ?No ha pensado que incluso Para sus propios fines -no quiero inferirle la ofensa de decir que no sean la consecuci¨®n del bien com¨²n- ser¨ªa m¨¢s c¨®riveniente que diera al pa¨ªs unas m¨ªnimas garant¨ªas de imparcialidad en las elecciones municipales?
?Cree sinceramente que celebrar la consulta popular para la renovaci¨®n de las corporaciones locales,bajo el signo del actual caciquismo, es una pol¨ªtica medianamente seria?
Lo m¨ªnimo que el Gobierno puede hacer, y por fortuna parece que dispone para ello de tiempo suficiente, es establecer un r¨¦gimen municipal transitorio que prez¨¢da la contienda electoral.
La soluci¨®n estar¨ªa en el nombramiento de unas comisiones gestoras que se encargaran de mantener el reducido ritmo indispensable para evitar un colapso, la actividad de los Ayuntamientos desde la convocatoria hasta la celebraci¨®n.de las elecciones. Plazo que no,deber¨ªa ser excesivamente corto, para evitar maniobras de influencia decisiva en el ¨²ltimo instante.
Tales comisiones gestoras tendr¨ªan que ofrecer en su composici¨®n unas m¨ªnimas garant¨ªas de -imparcialidad. A t¨ªtulo de ejemplo, me atrever¨ªa a apuntar las siguientes ideas:' ,
?.? Ninguno de los *miembros de la comisi¨®n gestora ser¨ªa designado entre las personas que durante los ¨²ltimos quincea?os hubiera desempe?ado cargos en la Administraci¨®n municipal o en organismos estatales o paraestatales de influencia social o econ¨®mica en la vida local.
2.? No ser¨ªa v¨¢lida la candidatura para las elecciones de ning¨²n miembro de la comisi¨®n gestora.
3.? Salvo casos de necesidad debidamente comprobada o de conveniencia pr¨¢cticamente indiscutible, ning¨²n gestor deber¨ªa haber ostentado durante el a?o precedente cargos directivos en los partidos firmantes delpacto de la Moncloa o de convenios similares.
4.? La infracci¨®n de estas normas permitir¨ªa la impugnaci¨®n de la validez de la elecci¨®n de la persona a la que la incompatibilidad alcanzase.
Las pr¨®ximas elecciones municipales pueden ser decisivas para el porvenir de la incipiente democracia espa?ola.
Ser¨ªa funesto que a fuerza de habilidades y componendas se montara un nuevo tinglado caciquil para asegurar un precaria continuidad de lo actual.
No se olvide que si la realidad olig¨¢rquica de los tiempos de la Restauraci¨®n no desemboc¨® en una verdadera democr¨¢tica, fue porque las grandes figuras que la encamaron -y las que posteriormente pretendieron corregirla, como Antonio Maura- no dispusieron de una masa ciudadana suficientemente formada en que apoyarse. Hoy, la realidad sociol¨®gica tampoco es favorable, aunque por razones m¨¢s hondas y m¨¢s graves. La masa desorientada, temerosa y todav¨ªa influida por los restos del franquismo que vot¨® la mal definida posici¨®n centrista, comienza a sentirse defraudada y puede no resistir la tentaci¨®n de inclinarse por los que le ofrezcan soluciones m¨¢s radicales y simplistamente tranquilizadoras. Del otro lado, las masas que han votado los candidatos marxistas ven con desconfianza las maniobras de pasillo de sus representantes pol¨ªticos y la t¨¢ctica facilitona de los golpecitos en la espalda. No se olvide que las centrales sindicales m¨¢s fuertes, las que m¨¢s decididamente apoyan a sus partidos integrantes de la Oposici¨®n, apenas si representan un 25 % de las masas trabajadoras, expuestas a ser manejadas por minor¨ªas incontroladas y cada d¨ªa m¨¢s rad¨ªcalizadas. D¨ªganlo las huelgas ?salvajes?, cuyos efectos ya hemos experimentado y que pueden desequilibrar de un modo definitivo nuestra enferma y vacilante econom¨ªa, sobre todo en una fase de privaciones.
Se acercan d¨ªas de sacrificio, de prueba, de molestias individuales y colectivas, que todos tenemos la obligaci¨®n sagrada de afrontar por el bien del pa¨ªs, nos gusten o no nos gusten.
Que no nos obligue el Gobierno a entrar en ese inc¨®modo camino por la puerta de las ficciones, de las maniobras, de los compadrazgos. El momento exige m¨¢s que nunca sinceridad en el Gobierno y en las oposiciones. En otro caso, la gran masa de los ciudadanos, esc¨¦pticos y desenga?ados, puede inclinarse hacia esos radicalismos de signo opuesto de donde nacen las m¨¢s peligrosas violencias.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.