Las conmemoraciones beethovenianas
La "Novena Sinfon¨ªa" y la "Misa en Do"
Hace siete a?os celebr¨® el mundo el bicentenario del nacimiento de Beethoven. Durante el a?o que termina se ha conmemorado el siglo y medio de su muerte. No hay que decir que el volumen del homenaje fue mucho mayor con ocasi¨®n de la primera efem¨¦rides. Pero la segunda ha provocado una nueva inflaci¨®n beethoveniana. A diferencia de las econ¨®micas, semejante curva inflacionaria es acogida por la mayor¨ªa con gozo.
Espa?a no ha andado remisa en cuanto a consumo de m¨²sica beethoveniana. En Madrid, las dos orquestas estatales clausuraron sus actividades con pentagramas mayores del m¨²sico de Bonn: la Novena Sinfon¨ªa, precedida de una breve e infrecuente cantata (Mar en calma y viaje feliz), llen¨® el pro grama de la ONE; la Misa en do mayor centr¨® el de la RTVE. Directores, en uno y otro caso, Rafael Fr¨¹hbeck de Burgos, titular de la Nacional, y Alberto Blancafort, titular del Coro de RTVE.Mar en calma y viaje feliz supone uno de los acercamientos de Beethoven al autor de Fausto, y nace en 18 15. (Diecisiete a?os despu¨¦s Mendelssohn escribir¨¢ una obertura inspirada en los mismos poemas.) Aquel a?o compone el coro Todo est¨¢ consumado, para una pieza de Treitschke y dos sonatas, para violoncello y piano, op. 102. Se trata de llevar al conjunto, bien integrado, de voces y orquesta el sentimiento y el car¨¢cter contrastado de las palabras de Goethe, de transmitirlos por medio de la m¨²sica, como escribe el propio Beethoven. La obra, sin mayor importancia, es interesante, corno todas aquellas que nos descubren rincones inexplorados de una creaci¨®n genial en su conjunto.
En cuanto a la Novena, cima del sinfonismo beethoveniano, puerta del que vendr¨¢ luego, exaltaci¨®n de una manera de sentir la vida en libertad, canto a la fraternidad de las gentes y los pueblos, no hay que escribir sino que obtuvo de Fr¨¹hbeck una versi¨®n de considerable calidad, superior a otras ya escuchadas al mismo maestro. En sentido constructivo, fuerte, riguroso; la continuidad expositiva, clara, brillante, supervital; la interiorizaci¨®n del tiempo lento (quiz¨¢ lo hubi¨¦ramos deseado m¨¢s lento, pero quiz¨¢ tambi¨¦n lo habr¨ªa querido Fr¨¹hbeck, pero conseguir morosidades largas y tensas, casi furtwenglerianas, no es f¨¢cil, por mil razones, entre ellas la ac¨²stica de la sala, un poco corta en el tiempo de reverberaci¨®n). Lo que es evidente que cuanto escuchamos estuvo presidido por una l¨®gica y respondi¨® a planteamientos nada caprichosos. El Coro Nacional -cuya directora, Lola Rodr¨ªguez de Arag¨®n, salud¨® en compa?¨ªa del maestro- cant¨® muy bien las dos obras, desde cualquier punto de vista que se analicen las cosas. Del cuarteto destacaron el bajo de Francfort Harald Stamm y nues tra soprano Ana Higueras Arag¨®n quienes, por otra parte, tienen los cometidos m¨¢s importantes en el cuarteto. Anna Ricci y Peter Haage sirvieron en buena forma la l¨ªnea general de la versi¨®n.
Alberto Blancafort es un excelente m¨²sico, y lo ha demostrado una vez m¨¢s, por partida triple: en la R¨ºverie, Op. 24, de Scriabin -otro rinc¨®n de una gran obra-, por clara y expresiva sonoridad; en la colaboraci¨®n con llana Vered, en el segundo concierto de Rachmaninoff, por identificaci¨®n intencional con la solista y comedida expresividad; en la Misa en do mayor, por la construcci¨®n en bloque y por partes del doble juego vocal-instrumental.
Creo que ha sido una de las mejores consecuciones de Blancafort en su doble condici¨®n de preparador coral y director orquestal. Porque hizo m¨²sica en todo momento. Como la hizo, de manera admirable, la pianista israel¨ª llana Vered. Tanto que sus importantes medios t¨¦cnicos quedaron casi inadvertidos tras lo que m¨¢s importa a esta verdadera int¨¦rprete: crear mundos po¨¦ticos, lograr una comunicaci¨®n expresiva de tan hondo aliento como consigui¨® en el adagio sostenuto; resaltar el inter¨¦s de todos y cada uno de los momentos de la partitura.
Todo ello, a trav¨¦s de un sonido precioso y una imaginaci¨®n plena de fantas¨ªa. Queda dicho que la colaboraci¨®n de orquesta y director se ci?¨®, con toda precisi¨®n, a la voluntad de la solista. Hay que resaltar, antes de terminar, la labor del cuarteto solista en la Misa, ¨ªntegramente nacional: la soprano Caridad Casao, la ?mezzo? Carmen Sinovas, el tenor Juan Porras y el bajo Jes¨²s Zazo.
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