Tiempo de crisis, tiempo de libertad
AL FINAL de su intervenci¨®n ante el Congreso para pre sentar los Presupuestos Generales del Estado, el ministro de Hacienda ha roto con la vieja tradici¨®n seg¨²n la cual pol¨ªtica y econom¨ªa eran reinos separados, encomendados a diferentes clanes y hechiceros. Nunca se insistir¨¢ bastante en el grave da?o que, para la gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos, supuso en el inmediato pasado esa herm¨¦tica divisi¨®n del trabajo que encomendaba a tecn¨®cratas, casi nunca capaces y siempre ignorantes de las complejas relaciones entre los factores que configuran la vida social, el manejo de las cuestiones econ¨®micas, mientras se encomendaba a profesionales de la maniobra y de la intriga dentro del sistema cerrado del autoritarismo la toma de las grandes decisiones, por lo general con total desconocimiento de las implicaciones que pod¨ªan tener para la marcha de la econom¨ªa.Tendremos ocasi¨®n de ocuparnos posteriormente de los aspectos fundamentalmente t¨¦cnicos del discurso del se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez. Ahora deseamos resaltar las dimensiones pol¨ªticas de sus palabras. Porque resulta esperanzador, en un momento en que cunde la desmoralizaci¨®n entre los empresarios acerca de las perspectivas inmediatas de la coyuntura y en que los trabajadores asalariados contemplan con temor el incremento de los niveles de paro y la reducci¨®n de su capacidad adquisitiva, se diga claramente desde el Gobierno que afrontamos ?un tiempo de crisis?, pero tambi¨¦n ?un tiempo de libertad?. Tras varias d¨¦cadas de triunfalismo artificial alimentado por una propaganda omnipresente y una censura devaitadora, tras los meses de esperanzas y expectativas tal vez excesivas que precedieron a las elecciones generales del 15 dejunio, el pa¨ªs corre el serio peligro de hundirse en el pesimismo y el abatimiento, en la resaca que sigue a la fiesta de la recuperaci¨®n de las libertades.
Efectivamente, los tiempos que nos aguardan van a ser duros y conflictivos para los ingresos, los puestos de trabajo y la prosperidad material de los espa?oles. Pero lo ser¨ªan incluso m¨¢s si los derechos c¨ªvicos y pol¨ªticos obtenidos tras largos a?os de lucha y de espera fueran de nuevo secuestradol por un r¨¦gimen autoritario. En tal caso, a la penuria econ¨®mica se unir¨ªa la represi¨®n pol¨ªtica; y si bien los mecanismos censores y la prensa amor dazada impedir¨ªan que llegaran al conocimiento de la opini¨®n p¨²blica -como sucedi¨® en Espa?a hasta entrados los sesenta- las noticias negativas y pesimistas (desde los delitos contra la propiedad hasta las huelgas, pasando por los esc¨¢ndalos financieros, la corrupci¨®n administrativa o el deterioro de la situaci¨®n econ¨®mica), esos hechos se seguir¨ªan produciendo incluso a un ritmo mayor.
El ministro de Hacienda ha se?alado que la soluci¨®n a una serie de acuciantes problemas econ¨®micos no depende de nosotros: la d¨¦bil actividad de las econom¨ªas europeas, el aumento de los precios de los crudos, las perturbaciones monetarias internacionales, los costes de las materias primas. S¨ª est¨¢ en nuestras manos, en cambio, afrontar y resolver, aunque no pueda hacerse de forma s¨²bita y milagrosa, otro conjunto de cuestiones que, dentro de nuestras fronteras y de nuestras posibilidades, pueden desacelerar el ritmo de inflaci¨®n, aumentar las expectativas inversoras, mejorar nuestra balanza exterior y cambiar de signo la tendencia al incremento de n¨²mero de parados. Se trata de un programa ?hecho de renuncias?, de un presupuesto donde ?faltan escuelas, viviendas, carreteras, hospitales, niveles adecuados de retribuciones?. Pero lo importante es saber que es el ¨²nico programa posible, y tambi¨¦n que quienes lo han elaborado y aprobado son conscientes de sus limitaciones y carencias.
Una vieja consigna revolucionaria del siglo XIX invitaba a la acci¨®n con el argumento de que los trabajadores no ten¨ªan otra cosa que perder que las cadenas. La apuesta hist¨®rica el desaf¨ªo que nos lanza el inmediato futuro presenta unya perspectiva opuesta. El pa¨ªs tiene que hacer frente a la crisis econ¨®mica y resolverla precisamente para conservar las libertades, porque la prolongaci¨®n indefinida de la crisis econ¨®mica, cuyos efectos no s¨®lo no disminuir¨ªan, sino que incluso se agravar¨ªan con una f¨®rmula pol¨ªtica autoritaria, terminar¨ªa por arrastrar tras de s¨ª el todav¨ªa d¨¦bil edificio de nuestras instituciones democr¨¢ticas.
Ha se?alado el se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez que las elecciones de junio de 1977 demostraron que ?no vivimos en una sociedad desencantada, en un viejo pa¨ªs en decadencia?. Se trata ahora que la carcoma de la desesperanza y de la desilusi¨®n no debilite las estructuras de la nueva Monarqu¨ªa parlamentaria. A esa tarea deben colaborar los ¨®rganos de opini¨®n, las fuerzas sociales de naturaleza empresarial y sindical, las instituciones encargadas de defender la seguridad nacional o de transmitir c¨®digos religiosos y morales. Pero la c¨¢rga principal recae sobre el Gobiernos y sobre los partidos pol¨ªticos que compart¨¦n de hecho, responsabilidades de poder. La comunicaci¨®n de la actividad parlamentaria con los electores, m¨¢s all¨¢ de los cen¨¢culos y de las confidencialidades, y la inmediata renovaci¨®n de la Administraci¨®n local mediante la convocatoria de elecciones municipales ser¨ªan dos buenas pruebas de que el Gobierno y las principales fuerzas de la oposici¨®n desean realmente revitalizar una vida democr¨¢tica en la que son perceptibles claros signos de anemia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Tramitaci¨®n parlamentaria
- Pol¨ªtica nacional
- Plenos parlamentarios
- Presupuestos Generales Estado
- Cortes Constituyentes
- Opini¨®n
- Congreso Diputados
- Senado
- Finanzas Estado
- Transici¨®n espa?ola
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Actividad legislativa
- Coyuntura econ¨®mica
- Reformas pol¨ªticas
- Conflictos pol¨ªticos
- Parlamento
- Finanzas p¨²blicas
- Gobierno
- Historia contempor¨¢nea
- Administraci¨®n Estado
- Historia
- Pol¨ªtica
- Finanzas
- Administraci¨®n p¨²blica
- Econom¨ªa