S¨®lo Jap¨®n saldr¨¢ beneficiado de la reestructuraci¨®n sider¨²rgica de EEUU
A partir del pr¨®ximo febrero, la llamada ruta del acero hacia Estados Unidos quedar¨¢ cortada para la siderurgia europea, incluida la espa?ola, repetidamente acusada de dumping, tanto por Washington como por el Mercado Com¨²n. El plan de revitalizaci¨®n de la industria norteamericana del acero aprobado por el presidente Jimmy Carter el pasado 6 de diciembre no parece destinado a solucionar los graves problemas dom¨¦sticos (v¨¦ase EL PAIS del 8 de diciembre), sino m¨¢s bien a ?reestructurar? o desviar el curso de la corriente comercial de la siderurgia internacional. Tal desv¨ªo tiene por el momento un solo beneficiario, el Jap¨®n, cuyas crecientes exportaciones a Estados Unidos aparecen ahora empujadas por Washington, indirectamente, hacia Europa occidental.
La principal pregunta que se est¨¢n haciendo los productores europeos es si el plan preparado por Anthony Solomon, el secretario del Tesoro de Carter, y refrendado por el presidente, es proteccionista. En la respuesta que se pueda dar aqu¨ª reposan pr¨¢cticamente todas las posibilidades de una contraofensiva europea - y espa?ola - que de todas formas no podr¨¢ exceder los l¨ªmites de las interminables acciones diplom¨¢tico- jur¨ªdicas del GATT.Todo el plan de Solomon se asienta en la existencia de un sistema de precios de referencia, m¨¢s all¨¢ de los cuales las ventas de acero a Estados Unidos ser¨¢n frenadas por una serie de derechos de aduana ?compensatorios?. A primera vista, el mecanismo que ser¨¢ puesto en marcha el 1 de febrero no parece discriminatorio, puesto que pese a sus insinuaciones anti-dumping y a las medidas, frecuentemente dilatorias y siempre hip¨®critas, que en ese terreno las acompa?an, los precios de referencia de cada producto deber¨¢n ser calculados sobre la base de los costos de producci¨®n y de transporte de la siderurgia m¨¢s eficaz, es decir, la japonesa. Un obrero sider¨²rgico japon¨¦s produce 479 toneladas por a?o, contra s¨®lo 230 de un obrero norteamericano. Tal como se lo acaba de explicar a EL PAIS un dirigente de EUROFER, los productores europeos habr¨ªan preferido, naturalmente, someter sus exportaciones a contingentes voluntarios, pero la Casa Blanca rechaz¨® esa soluci¨®n porque semejante autolimitaci¨®n les habr¨ªa dado a las empresas norteamericanas un pretexto para aumentar sus precios y, en consecuencia, agudizar el proceso inflacionario en el pa¨ªs.
El peligroso ?margen de penetraci¨®n?
Pero el proyecto resulta, en su conjunto, mucho m¨¢s peligroso. En primer lugar, los precios de referencia podr¨¢n variar ?seg¨²n la coyuntura?, lo que le ofrece al lobby norteamericano un buen recurso para presionar al Gobierno. Al mismo tiempo, se ha previsto un ?margen de penetraci¨®n autorizado? para cada ¨¢rea y sub¨¢rea sider¨²rgica en el mercado local, que tambi¨¦n habr¨¢ de ser determinado de acuerdo con la coyuntura, en per¨ªodos regulares. As¨ª, si el Congreso obliga a la Administraci¨®n a reducir esos m¨¢rgenes, todo el sistema de precios de referencia puede verse, de pronto, desprovisto de contenido. Las posibilidades de que eso ocurra son m¨¢s que plaus¨ªbles muchos congresistas, que precisamente representan a los estados productores de acero, han criticado ya severamente el esquema de Washington.
Finalmente, ha sido el propio se?or Solomon quien ha reconocido que su plan le permite ?confiar? en una disminuci¨®n de las importaciones de alrededor de seis millones de toneladas por a?o. Con ella, la parte reservada a los vendedores extranjeros apenas llegar¨¢ al 14 % del consumo estadounidense. Una semana antes de que Carter aprobara el proyecto Solomon, un experto de EUROFER dijo a este peri¨®dico que la siderurgia europea s¨®lo podr¨ªa sobrevivir y hacer frente al desempleo en el sector ?si el trozo de pastel norteamericano para el exterior, incluido el Jap¨®n, se mantuviese en el 23-26 %?. Ahora, la mayor, parte de las unidades del Sarre de Valonia (B¨¦lgica), y hasta las francesas de Fos y Dunquerke, no podr¨¢n colocar en Estados Unidos sus aceros ordinarios, incapaces de competir con los precios japoneses. Y lo grave es que si el ?modelo japon¨¦s? se impone en Estados Unidos, la presi¨®n del acero japon¨¦s- norteamericano puede hacerse sentir en el propio mercado interior europeo, a pesar del proteccionismo del Mercado Com¨²n. La ?reestructuraci¨®n? sider¨²rgica que entonces los nueve se ver¨¢n obligados a implantar agravar¨¢ la crisis financiera y social en la CEE y desalojar¨¢ totalmente del consumo continental a los exportadores incipientes, como Espa?a, con sus ventas de dos millones de toneladas anuales.
Este peligro se presenta ya en lo que se refiere, a los aceros especiales. Francia, con sus equipos avanzados de Creusot Loire en los Alpes, y los de Ugine-Acier en el Macizo Central, los m¨¢s productivos del mundo, se dispone a compensar en sus p¨¦rdidas en el dominio de los aceros comunes de Estados Unidos.
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