Cuando el terror viene de la mar

El explotar el ¨¦xito de una pel¨ªcula a base de producir continuaciones, imitaciones y secuelas hasta la saciedad es un vicio del que el cine parece incapaz de liberarse. Tras un Exorcista nos llueven docenas de anticristos, reencarnaciones, profec¨ªas, etc¨¦tera; tras un King Kong, todo tipo de osos, monos, gorilas y otros bichos. As¨ª, Tibur¨®n se ha visto prolongada con Tent¨¢culos, The Deep, Orca y los que ir¨¢n surgiendo hasta que los imaginativos productores acaben con toda la fauna marina.Lo malo -lo peor- de estas segundas partes es su pobreza de ambiciones, todas parecen tener como punto de partida su impotencia para igualar o mejorar a la cabeza de serie y, como constante, la tendencia a imitar no s¨®lo la idea central del original, sino tambi¨¦n su construcci¨®n y desarrollo.

Orca es la historia de una orca-macho que persigue a muerte al asesino de su esposa -pues las orcas son mon¨®gamas, se nos explica-, que es un cazador de tiburones.

La pel¨ªcula tarda pr¨¢cticamente una hora en captar el inter¨¦s, ya que toda la primera parte se desperdicia en explicaciones seudodid¨¢cticas, en lecciones de ciencias naturales y en los preparativos de la aventura, todo ello con una gran abundancia de secuencias documentales filmadas por Folco Quilici, el prestigioso documentalista italiano cuyo filme Hombres y tiburones se estren¨® hace unos meses, y que en Orca colabora como director de la segunda unidad. Es en la media hora final cuando se plantea el enfrentamiento entre la orca y Nolan, el lobo de mar, cuando la pel¨ªcula cobra alg¨²n inter¨¦s. La pel¨ªcula se vuelve delirante, descabellada, tan fant¨¢stica e inveros¨ªmil que nos cautiva. Aqu¨ª la influencia de Melville es la m¨¢s evidente. Es una pena que Anderson no optara desde el principio por la fantas¨ªa. Por lo menos habr¨ªa conseguido un filme extra?o o ins¨®lito. As¨ª no ha conseguido nada.