La consolidaci¨®n de la peque?a y mediana empresa
De la Confederaci¨®n de la Peque?a y Mediana EmpresaLa salida cada d¨ªa m¨¢s urgente de la crisis econ¨®mica y la consolidaci¨®n de la democracia como sistema de convivencia pac¨ªfica de los espa?oles, pasa por la previa consolidaci¨®n y afianzamiento de la peque?a y mediana empresa. Si la desesperaci¨®n pol¨ªtica y la bancarrota econ¨®mica afectase de un modo definitivo a nuestros peque?os y medianos empresarios, cabr¨ªan pocas dudas del sesgo pol¨ªtico autoritario y antidemocr¨¢tico que tomar¨ªa cualquier ?aparente? soluci¨®n a la inestabilidad social generada.
La trama b¨¢sica de la econom¨ªa espa?ola no la forman los monopolios ni la gran banca o las multinacionales. A pesar del peso vigente y decisivo de la oligarqu¨ªa dominante, los peque?os y medianos empresarios han creado d¨ªa a d¨ªa una constelaci¨®n de centros de trabajo, de servicios y de producci¨®n de bienes econ¨®micos. Una legislaci¨®n fiscal, laboral y financiera que primaba a la gran empresa sobre la peque?a, y mediana, no ha podido yugular la capacidad de iniciativa econ¨®mica de cientos de miles de empresarios, que han arriesgado, y muchas perdido, su patrimonio personal en el seno de una estructura pol¨ªtica y econ¨®mica dominada por el capitalismo monopolista.
Base del empleo
De acuerdo con las m¨¢s salientes estad¨ªsticas, los peque?os y medianos empresarios proporcionan empleo a cuatro espa?oles de cada cinco y producen tres cuartas partes de los bienes y servicios consumidos cada a?o. Seg¨²n el censo sindical al 31 de diciembre de 1976, del Servicio Central de Elecciones, cuatro de cada cinco centros de trabajo, tienen menos de 250 trabajadores. Concretamente, los centros de trabajo con menos de cincuenta trabajadores sumaban un 57,68 % del total.
Estos datos realmente abrumadores son tan conocidos te¨®ricamente como desconocidos por la legislaci¨®n oficial y la pol¨ªtica econ¨®mica del Gobierno, sobre el que pesan, sin duda, importantes lastres de un pasado -y de un presente- en el que se ha manifestado omnipresente el predominio de los monopolios y de los grandes intereses econ¨®micos sobre los intereses de la inmensa mayor¨ªa. La distribuci¨®n del cr¨¦dito por los bancos y el sistema financiero en su conjunto, la desgravaci¨®n fiscal a la exportaci¨®n y los beneficios y exenciones fiscales, el peso de las cotizaciones de la Seguridad Social que discrimina a la peque?a y mediana empresa, son botones de muestra de un sistema montado por y para la gran empresa p¨²blica o privada. Es, en definitiva, un hecho incontestable que la estructura de nuestras leyes y la pr¨¢ctica de nuestra Administraci¨®n, no recoge fielmente -como debiera hacerlo- la realidad social insoslayable de la posici¨®n de cabecera de la peque?a y mediana empresa en la creaci¨®n de puestos de trabajo y de riqueza material y social.
Todo lo expuesto explica suficientemente que la crisis econ¨®mica afecte de una manera radical y profunda a la estabilidad econ¨®mica de miles de peque?as y medianas empresas, que cierran sus centros de trabajo o reducen en la medida de lo posible el empleo ofertado o restringen al m¨¢ximo la producci¨®n de los bienes y servicios demandados y necesitados por los consumidores. No se trata de dramatizar una situaci¨®n normal y tolerable. Se describe objetiva aunque apasionadamente una situaci¨®n cr¨ªtica de la econom¨ªa del pa¨ªs, situaci¨®n de la que todos debemos ser conscientes para su superaci¨®n. Porque ¨¦sta es posible, a pesar de las dificultades y de las contradicciones actuales.
Cambio de actitud
Hay en los pactos de la Moncloa determinadas referencias indicativas de un cambio apreciable de la vieja pol¨ªtica. La prevista reforma del sistema financiero, por ejemplo, comportar¨ªa una atenci¨®n prioritaria de las Cajas de Ahorro a la financiaci¨®n de la peque?a y mediana empresa y el conjunto de las instituciones financieras reforzar¨ªa su funcionamiento democr¨¢tico. Sin embargo, una reciente disposici¨®n oficial, permite a la banca mantener durante un a?o m¨¢s, la vigente distribuci¨®n porcentual del cr¨¦dito entre grandes y peque?as empresas, lo que, al margen de la buena intenci¨®n de sus autores, parece canonizar provisionalmente una situaci¨®n de ?desorden establecido?.
Hay tambi¨¦n en el Gobierno, declaraciones privadas y p¨²blicas de apoyo a la peque?a y mediana empresa, declaraciones que permiten abrir un campo a la esperanza, pero, sin embargo, cuando se re¨²nen sus portavoces oficiales con las centrales sindicales y patronales, marginan de la cita a las organizaciones de los peque?os y medianos empresarios.
Hay, por ¨²ltimo, en todos los partidos pol¨ªticos parlamentarios (comunistas, socialistas, UCD, AP, vascos y catalanes) unos programas que reflejan m¨¢s o menos acertadamente la importancia de los peque?os y medianos empresarios, pero sin embargo, sus dirigentes y sus militantes no acaban de comprender en la pr¨¢ctica pol¨ªtica la apremiante necesidad de un apoyo m¨¢s expl¨ªcito y eficaz.
Esta confusa situaci¨®n ha dado pie a la creciente crispaci¨®n del empresario independiente, y a la manipulaci¨®n interesada de dicha crispaci¨®n por las organizaciones patronales dirigidas por representantes notorios de las clases econ¨®micamente dominantes, instaladas de antiguo en los monopolios y grandes empresas, que constituyen, como hemos visto, una peque?a fracci¨®n num¨¦rica del empresariado. Se pretende, al parecer, provocar la creaci¨®n de un clima extremo de desesperaci¨®n en el peque?o y mediano empresario, frente a la naciente democracia y a la solidaridad econ¨®mica que se desprende del contenido pleno de los pactos de la Moncloa.
Esta operaci¨®n que dificulta la salida econ¨®mica de la crisis y la convivericia pac¨ªfica puede ser, sin embargo, frenada por la unidad operativa de todas las organizaciones de las peque?as y medianas empresas, cuyos espec¨ªficos intereses deben ser identificados, defendidos y promovidos por sus propios dirigentes, sin ninguna clase de tutela o de control por las grandes patronales, que en definitiva son las ?patronales de los grandes?.
Y esta unidad operativa debe construirse a partir de la aceptaci¨®n plena del pluralismo ideol¨®gico del empresariado espa?ol y de la necesaria independencia respecto a los partidos pol¨ªticos.
La presencia p¨²blica, constructiva, rigurosa y solidaria de una organizaci¨®n de este tipo, comportar¨ªa la mejor esperanza de una salida econ¨®mica que tuviera en cuenta los intereses de la mayor¨ªa y asentar¨ªa s¨®lidamente los pilares sociales y econ¨®micos de la democracia como forma y estilo de convivencia entre los espa?oles.
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