Necesidad de un nuevo modelo econ¨®mico, en un contexto auton¨®mico
La econom¨ªa canaria se enfrenta, en fin, con una situaci¨®n l¨ªmite que, aunque deba ser desdramatizada, precisa de actuaciones urgentes, decididas y valientes. Dada la configuraci¨®n econ¨®mico-social del archipi¨¦lago, estas soluciones deber¨¢n venir emanadas de las mismas fuerzas en presencia, los propios canarios, dentro de un marco id¨®neo que no puede ser otro que la inmediata autonom¨ªa, con una potenciaci¨®n de las instituciones aut¨®ctonas desde los poderes estatales. La mayor¨ªa del pueblo canario participa actualmente de esta aspiraci¨®n, pero en un futuro indeterminado -de seguir la situaci¨®n actual- puede evolucionar hacia otras concepciones respecto a su futuro.Canarias precisa, en definitiva, un modelo de crecimiento econ¨®mico aut¨®ctono, adecuado a sus circunstancias y peculiaridades, incomprendidas hasta el momento presente por un centralismo de poder cuya ¨²nica inclinaci¨®n ha sido la de garantizarse el consenso de la oligarqu¨ªa dominante, inmerso en una concepci¨®n tan feudal como paternalista.
Problemas peculiares
En las siete islas atl¨¢nticas confluyen actualmente importantes intereses internacionales, a los que el Gobierno del Estado parece escasamente sensible, hasta el punto de que pretende circunscribir el problema canario a los irracionales l¨ªmites de una mera cuesti¨®n de orden p¨²blico. Los recientes sucesos acontecidos en Tenerife y el tratamiento otorgado recuerdan tristemente la conducta adoptada por gobernantes de otras d¨¦cadas frente al tema vasco -por ejemplo-. Ello, aparte de constituir un tema de meditaci¨®n por las consecuencias todav¨ªa irresueltas que provoc¨®, merecer¨ªa ser tenido en consideraci¨®n, ya que las estructuras sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas actuales del archipi¨¦lago tienen muy poco que ver con las de las restantes nacionalidades del Estado espa?ol.
Sin que el comportamiento estatal deba ser paternalista, Canarias merece en estos momentos atenci¨®n y apoyo prioritarios, aunque s¨®lo sea para remedar anteriores yerros y corresponder a las esperanzas de la poblaci¨®n aut¨®ctona que, a pesar de todo, mantiene su espa?olismo; con todo lo que ello, chauvinismos aparte, conlleva en sentido positivo. La experiencia ha de mostrado cumplidamente a d¨®nde conduce la conducta desarrollada por administraciones precedentes, pero las consecuencias de un abandonismo que algunos acarician en la actualidad podr¨ªan ser mucho mas graves, sobre todo para los propios canarios. A nadie se oculta -y ello preocupa profundamente en las islas- la existencia en determinadas esferas de la Administraci¨®n de una idea consistente en entregar a Canarias a su propio destino, dejando al exclusivo amparo de las futuras instituciones auton¨®micas la responsabilidad del futuro, especialmente en el ¨¢mbito econ¨®mico.
No debe obviarse el comportamiento canario en el reciente proceso electoral. El triunfo destacado de Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico fue debido -en ambas provincias- a dos factores esenciales: el dominio de determinados instrumentos de poder insular por los hombres de Su¨¢rez y, al mismo tiempo, el enorme grado de indiferencia de los partidos mayoritarios que, viciados en sus concepciones absolutamente centralistas, dedicaron . muy escasa atenci¨®n a su presencia electoral en las islas. Tambi¨¦n influy¨® decisivamente la promesa formal de los centristas -encabezados por Lorenzo Olarte, actual consejero de Su¨¢rez- de conceder atenci¨®n prioritaria a la b¨²squeda y aplicaci¨®n de soluciones aut¨¦nticamente canarias a los problemas del archipi¨¦lago a trav¨¦s de una conexi¨®n con el resto del Estado. Evidentemente, los problemas siguen planteados y las promesas se las ha llevado el viento o, como aseguran algunos canarios, el avi¨®n que semanalmente lleva a Madrid al consejero presidencial. Tampoco la oposici¨®n ha aportado mayor inter¨¦s a los temas canarios. Buena prueba de ello puede ser la revitalizaci¨®n de grupos independentistas que ni obtuvieron el respaldo electoral el pasado 15 de junio, ni ofrecen alternativas coherentes a la situaci¨®n actual. El panorama sindical, por ejemplo, muestra una preponderancia de dos centrales aut¨®ctonas -SOC, en Gran Canaria, y CTC, en Tenerife-, sin que los grandes sindicatos estatales hayan pasado de t¨ªmidas intentonas por revitalizar su presencia, y siempre en conflictos espec¨ªficos. Algo tiene que ver en esto tambi¨¦n la inexistencia de centros industriales fuertes, el escaso grado de capacitaci¨®n profesional de la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n activa y la dispersi¨®n empresarial, con superabundancia de peque?as explotaciones.
Rechazo del MPAIAC
No puede obviarse en todo ello una peque?a aproximaci¨®n a la idiosincrasia peculiar de los canarios. Los planteamientos de independencia guanche del abogado -no nacido en Canarias- Antonio Cubillo no revisten el m¨¢s elemental contenido racional o de seriedad y sus acciones violentas despiertan el rechazo un¨¢nime de los propios canarios, conscientes de lo que trata el MPAIAC: provocar una situaci¨®n l¨ªmite, a partir de. la cual sea inmediatamente viable el entreguismo; huelga decir a favor de qu¨¦ intereses. Sin embargo, una serie de caracter¨ªsticas diferenciadoras -que existen- pueden dejar a los canarios ante la evidencia de que s¨®lo una concepci¨®n independentista puede llevarles a transformar sus estructuras sociales, primer paso imprescindible- para poder acometer un nuevo modelo econ¨®mico. Largos a?os de incomprensi¨®n e indiferencia -no concluidos por ahora- y una sucesi¨®n de desaciertos han provocado una susceptibilidad extrema hacia el godo o peninsular, no menos irrazonada que el comportamiento que los poderes centralistas han evidenciado hacia los problemas del archipi¨¦lago canario.
El mantenimiento del r¨¦gimen econ¨®mico- fiscal, que imposibilita la creaci¨®n de industrias aut¨®ctonas, al gravar excesivamente la entrada de productos canarios en su mercado natural -la Pen¨ªnsula-, dificultando as¨ª el establecimiento de cadenas de producci¨®n rentables, cuyo volumen debe ser obviamente reducido, constituye un sistema claro de indiferencia y despreocupaci¨®n. Huelga se?alar que el mercado propio es reducido y compuesto por una poblaci¨®n de escaso nivel adquisitivo, por el momento. Este r¨¦gimen econ¨®mico-fiscal, con evidentes contradicciones entre su extenso pre¨¢mbulo y su articulado, ha sido denunciado reiteradamente por todos los grupos y partidos canarios, incluido el l¨ªder ucedista. Lorenzo Olarte. Pero sigue sin ser siquiera remozado. A ello pudieran a?adirse multitud de datos, que no har¨ªan sino corroborar lo ya expuesto, acaso con excesiva reiteraci¨®n.
Un modelo aut¨®ctono
A fin de cuentas, Canarias debe dar los primeros pasos, y los responsables del Gobierno de este Estado pluriforme que se llama Espa?a deben coadyuvar al hallazgo de ese modelo aut¨®ctono de crecimiento econ¨®mico que se precisa. Unos y otros deben liberarse de complejos y hallar la f¨®rmula de cooperaci¨®n adecuada. Las consecuencias de cualquier omisi¨®n en este sentido pueden ser fatales para todos.
La misma vehemencia con que ministros del Gobierno se emplean en afirmar categ¨®ricamente que ?Canarias no es negociable a escala internacional?, deber¨ªa aplicarse a una cooperaci¨®n estrecha y decidida entre los poderes central y aut¨®ctono, ¨²nica f¨®rmula que el sentir general de los canarios entiende resulta viable como opci¨®n de futuro, al menos por ahora. Canarias es, hoy por hoy, un enclave estrat¨¦gico y privilegiado, un importante trozo de Europa -¨¦tnica y culturalmente- en medio del Atl¨¢ntico y frente a ?frica, sobre el que se concitan las apetencias de los dos colosos mundiales y sus m¨¢s directos corresponsales en la zona, pero cuenta con una econom¨ªa infradesarrollada, unas tasas de natalidad tropicales y una renta per c¨¢pita que no alcanza los 1.300 d¨®lares, sin olvidar su desempleo, superior al 10 % de la poblaci¨®n activa. Si el centralismo ciego, la inhibici¨®n partidista o la propia desidia acomplejada de los canarios, o incluso la suma de ellas, provocan una situaci¨®n l¨ªmite grave e irreversible, en la que el futuro del archipi¨¦lago se dilucide en las grandes canciller¨ªas del imperialismo moderno, habremos perdido todos. La responsabilidad hist¨®rica contra¨ªda ser¨¢, sin emb¨¢rgo, mucho m¨¢s importante. Aunque, sinceramente, resulta muy discutible que ello importe mucho en los actuales momentos a pol¨ªtiuos, oligarcas y gobernantes.
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