Cuando finalice la larga noche de los economistas
Decano electo del Colegio de EconomistasM¨¢s pronto o m¨¢s tarde, aunque para los economistas -todos, y no s¨®lo para quienes ganamos con limpieza en unas elecciones que nos anularon- nos parecer¨¢ tarde en cualquier caso, la larga noche de nuestro Colegio terminar¨¢, se celebrar¨¢ nuevas elecciones y su vida se normalizar¨¢.En los dos a?os transcurridos, como m¨ªnimo, desde que las ¨²ltimas elecciones fueran anuladas, hasta que unas nuevas lleven por fin al Gobierno del Colegio a una junta regularmente elegida, poniendo fin a la larga provisionalidad de una junta de antig¨¹edad designada, cuya composici¨®n exacta desconocen incluso actualmente, los colegiados se habr¨¢n perdido muchas oportunidades de hacer realidad aquel slogan electoral de ?un Colegio al servicio de los economistas y de la sociedad espa?ola actual?, as¨ª como de consolidar nuestra peque?a colectividad de profesionales. Se ha escandalizado a la opini¨®n p¨²blica, se ha sembrado el des¨¢nimo y la desilusi¨®n, se ha debilitado nuestro cuerpo social, al no crecer como deb¨ªamos, a la par que las nuevas promociones que salen de la universidad y atrayendo al Colegio a los numerosos colegas todav¨ªa no colegiados, sino todo lo contrario.
Pero la fuerza de la raz¨®n terminar¨¢ por imponerse a los protagonistas de aquella conspiraci¨®n que silenci¨® nuestro Colegio. El Colegio seguir¨¢, pero ellos, alg¨²n d¨ªa, abandonar¨¢n las posiciones caciquiles desde donde conspiraron. La complicidad de quienes desde otras instancias responsables, con su inhibici¨®n, hicieron posible ese silenciamiento; consintiendo el esc¨¢ndalo de un Colegio sin actividad, regido por una junta provisional que no convoca elecciones en veinte meses, sin que exista obst¨¢culo legal alguno para ello; que no celebra, desde 1974, sus estatutarias juntas generales, ni presenta cuentas, ni somete a aprobaci¨®n sus presupuestos; habr¨¢ hecho ineficaces los repetidos esfuerzos de quienes, mucho antes de ganar unas elecciones, hemos combatido por un Colegio vivo, abierto a todos, pero no podr¨¢ impedir para siempre que estemos presentes alg¨²n d¨ªa en la vida de nuestro Colegio, cuando renazca.
Transici¨®n lenta
Puede que todav¨ªa tenga que transcurrir alg¨²n tiempo. La transici¨®n en nuestro pa¨ªs es lenta. Pero cada vez falta menos. Ha dejado de ser presidente del Consejo General de Colegios, por renuncia al cargo, pocas semanas antes de que finalizase su mandato, quien en estos dos a?os ha sido el mayor obst¨¢culo para la normalizaci¨®n de nuestra vida colegial, aun cuando en virtud de una curiosa disposici¨®n, dentro de la mejor tradici¨®n autoritaria, siga como consejero perpetuo. Nos referimos, claro est¨¢, a don Rafael D¨ªaz-Llanos. Le sustituye en la presidencia, en funciones, al no tener ¨¦xito la maniobra para celebrar elecciones en el Consejo, en ausencia de una representaci¨®n aut¨¦ntica del Colegio de Madrid, otro de los protagonistas, el se?or Artiles, consejero en representaci¨®n del Colegio hasta 1975, y m¨¢s tarde consejero por designaci¨®n del propio Consejo. En funciones sigue, a pesar de haber agotado su mandato, el secretario del Consejo, se?or Moreno Pav¨®n. Los consejeros en representaci¨®n del Colegio, que pese a haber finalizado su mandato formaban parte de ¨¦ste, ?por obligaci¨®n?, cuando fueron anuladas las elecciones del Colegio, han sido sustituidos por miembros de la junta de ?antig¨¹edad? designada por el Consejo. Pero la relaci¨®n de fuerzas va cambiando. Los restantes colegios de economistas no quieren ser por m¨¢s tiempo testigos mudos ni c¨®mplices de la mordaza impuesta a nuestro Colegio. Por ello, m¨¢s tarde o m¨¢s temprano, volver¨¢n a hablar las rotas urnas.
Romper el silencio
Por eso, dejemos de mirar hacia el pasado. Rompamos nuestro silencio. Comencemos a construir nuestro futuro, como si ya estuviese aqu¨ª. Hagamos un programa para cuando finalice la larga noche de los economistas. Cuando todos recuperemos nuestro Colegio. Es un buen motivo para ilusionamos.
Primero, reconstruy¨¢moslo. Reconstrucci¨®n que implica la democratizaci¨®n interna de la vida colegial, la reforma de los estatutos para poner fin a las actuales limitaciones de edad para acceder a los puestos de Gobierno, asegurando la supremac¨ªa de la junta general sobre la de Gobierno, garantizando la convocatoria de ¨¦sta a petici¨®n de los colegiados, llevando a ella la adopci¨®n de todas las decisiones importantes, regulando la libre creaci¨®n y autonom¨ªa de las comisiones de trabajo, que deber¨¢n verse apoyadas en su labor por la junta de Gobierno.
Redefinamos el contenido de nuestra instituci¨®n, que proponemos sea reivindicativo y al servicio de la colectividad. Trabajemos a nivel interprofesional para buscar el nuevo lugar que los Colegios profesionales deben ocupar en la estructuraci¨®n de la nueva sociedad democr¨¢tica espa?ola, lejos del corporativismo que impregna la legislaci¨®n vigente y en l¨ªnea con las conclusiones de los encuentros de profesionales de 1976, en Barcelona y Madrid. Afirmemos nuestro car¨¢cter de fuerzas sociales organizadas y reconocidas, pero no ¨®rganos oficiales, salvo para aquellas funciones espec¨ªficas que, como en otros pa¨ªses, la Administraci¨®n pueda delegar en determinados Colegios. Pero seamos garantes ante nuestros conciudadanos de calidad profesional, utilic¨¦moslos como plataforma para ejercitar por imperativos ¨¦ticos, nuestra profesi¨®n al servicio de los dem¨¢s, sin las cortapisas que imponen las relaciones laborales y otras formas contractuales. Profesionalicemos, de verdad, nuestras instituciones, con independencia de mantener su papel cr¨ªtico, que debe ser irrenunciable, frente a cualquier poder, a favor de nuestros conciudadanos, de quienes m¨¢s nos necesiten, al margen de las ideolog¨ªas que siempre informar¨¢n las conductas y actitudes de sus miembros. Seamos foro de discusi¨®n y encuentro, buscando soluciones t¨¦cnicas para muchos problemas de nuestra sociedad. Abandonemos el viejo polvo gremialista medieval que a¨²n nos impregna. Hagamos unos colegios para los profesionales de nuestro tiempo.
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