La autogesti¨®n, el modelo m¨¢s avanzado de democracia participativa
La posibilidad de acceder y participar, a escala nacional en los medios de comunicaci¨®n en los pa¨ªses desarrollados est¨¢ contemplada en diversos proyectos y realidades de empresas, gobiernos y organismos internacionales. Como ejemplos concretos se pueden citar los de Inglaterra, en donde pueden variar sustancialmente los planteamientos de la comunicaci¨®n audiovisual si se ponen en pr¨¢ctica las recomendaciones del Informe Annan. Este informe defiende entre otras cosas la creaci¨®n de un cuarto canal de televisi¨®n, dirigido por un nuevo organismo abierto a la participaci¨®n de la sociedad, ya que de esta manera se garantizar¨ªa en mayor medida la pluralidad informativa y la pluralidad educativa a trav¨¦s de programas abiertos.En la actualidad, en Inglaterra, la utilizaci¨®n del tel¨¦fono es una forma privilegiada y muy popular de tener acceso a la radio. Tres emisiones semanales de la BBC permiten a los radiooyentes expresar sus opiniones en directo ante un vasto p¨²blico y tambi¨¦n pueden criticar y preguntar a las personalidades y especialistas invitados al estudio.
En otros pa¨ªses la participaci¨®n del p¨²blico en la comunicaci¨®n se canaliza a trav¨¦s de la ayuda t¨¦cnica que reciben los programas propuestos por las bases. Por ejemplo, en Finlandia, las emisiones televisivas combinan los filmes o reportajes producidos por los grupos a quienes afectan los contenidos, con la ayuda de profesionales, con las cr¨ªticas y debates de otros sectores tambi¨¦n sobre los mismos temas. Estas emisiones permiten a los trabajadores de f¨¢bricas, labradores y, a otros grupos marginados dar a conocer sus problemas y entrar en contacto directo con las autoridades. En Dinamarca esta participaci¨®n alcanza el grado sumo, ya que, en materia de cine y radio, permiten a los individuos o grupos no s¨®lo producir sus propios programas, sino incluso realizarlos utilizando ellos mismos medios t¨¦cnicos de producci¨®n.
La radiodifusi¨®n y la televisi¨®n de los Pa¨ªses Bajos constituyen tambi¨¦n un ejemplo ¨²nico en su g¨¦nero del sistema de representaci¨®n. Los tiempos de antena y de programaci¨®n son repartidos entre siete asociaciones que representan a diferentes sectores pol¨ªtico-religiosos. Una representaci¨®n de estas asociaciones, costeadas por los miembros suscriptores, se encarga de asegurar la cooperaci¨®n entre las diversas asociaciones. En caso de insatisfacci¨®n los miembros pueden cambiar de asociaci¨®n. Ejercen por tanto, la posibilidad de influir sobre la programaci¨®n.
Autogesti¨®n en los sistemas de informaci¨®n
Yugoslavia presenta el ejemplo m¨¢s definido de la participaci¨®n del p¨²blico en la gesti¨®n y en las tomas de decisi¨®n en las empresas de comunicaci¨®n. Es lo que nosotros entendemos, en teor¨ªa, por autogesti¨®n,. En este pa¨ªs, un Estado federal compuesto de un gran n¨²mero de nacionalidades y de minor¨ªas nacionales, la democratizaci¨®n del proceso de comunicaci¨®n reposa sobre la propiedad social de los medios de producci¨®n y sobre la autogesti¨®n, en general, que rige la vida de las instituciones pol¨ªticas y econ¨®micas. Las seis rep¨²blicas y las dos provincias aut¨®nomas que componen Yugoslavia poseen sus propias empresas de informaci¨®n, que son independientes y difunden sus programas en todas las lenguas nacionales.
En el interior del ¨®rgano de informaci¨®n, en Yugoslavia, la autogesti¨®n est¨¢ asegurada por los consejos de trabajadores que representan a los trabajadores de las empresas. Los delegados del consejo de trabajo asisten a la asamblea, ¨®rgano supremo de gesti¨®n de la empresa, en la que tambi¨¦n participan otras personas ajenas a la empresa pero implicadas en la producci¨®n.
En definitiva, este sistema de autogesti¨®n social yugoslavo se caracteriza por la aparici¨®n y efectividad de una serie de ¨®rganos de consulta y de decisi¨®n que representan tanto a los trabajadores como al p¨²blico, que tambi¨¦n est¨¢ asociado a la definici¨®n de la pol¨ªtica, de la gesti¨®n y de la programaci¨®n de las empresas de comunicaci¨®n.
Todos los ¨®rganos de informaci¨®n -en el sistema de autogesti¨®n que nos ocupa- tienen una entidad fundadora que puede ser una organizaci¨®n de trabajo, social o un organismo pol¨ªtico, como la asamblea regional o comunal, o un cuerpo sociopol¨ªtico. El p¨²blico est¨¢ directamente representado por el Consejo de Programaci¨®n del ¨®rgano de comunicaci¨®n. Este Consejo fija las l¨ªneas generales de la programaci¨®n y decide su puesta en pr¨¢ctica. Tambi¨¦n analiza las proposiciones presentadas por el p¨²blico y realiza un informe anual de las actividades del medio. Este informe, que es entregado a las organizaciones fundacionales, es tambi¨¦n accesible al p¨²blico.
Un segundo nivel de participaci¨®n en la autogesti¨®n y de influencia del p¨²blico en los medios es el constituido por la Asociaci¨®n de los Consejos de Emisi¨®n, que se forman con representantes de cada sector social de producci¨®n, como la educaci¨®n, las artes, los deportes.
El p¨²blico est¨¢ tambi¨¦n representado en un tercer nivel participativo constituido por el Consejo de Difusi¨®n creado en el seno de los pueblos o de las comunas. Este Consejo vela para que los programas respondan a las necesidades de la comunidad y se encarga de transmitir al Consejo de Programa ci¨®n las cr¨ªticas y sugerencias de la poblaci¨®n local. El mismo p¨²blico es informado por todos los canales masivos de comunicaci¨®n (prensa, radio y televisi¨®n) del balance anual del funcionamiento de los ¨®rganos de informaci¨®n autogestionados y de la pol¨ªtica informativa a seguir en el pr¨®ximo a?o. El Consejo de Programaci¨®n solicita las sugerencias del p¨²blico, cuyas reacciones son integradas en las l¨ªneas e innovaciones previstas.
La estructura y funcionamiento de los ¨®rganos de informaci¨®n yugoslavos, aunque presentan el modelo m¨¢s avanzado de democracia participativa aplicada a la comunicaci¨®n social, se encuentran, sin embargo, condicionados por el sistema pol¨ªtico central, que implacablemente impone un funciona miento fuertemente burocr¨¢tico.
Dif¨ªcil industria de la comunicaci¨®n
Fuera del caso de Yugoslavia, la aplicaci¨®n pr¨¢ctica del potencial de acceso y participaci¨®n del p¨²blico en los medios de comunicaci¨®n en los pa¨ªses industrializados se hace muy dif¨ªcil, ya que en la mayor¨ªa de ¨¦stos los ¨®rganos de informaci¨®n nacional tienen una larga tradici¨®n de comunicaci¨®n vertical seg¨²n la cual la pol¨ªtica y el contenido de la informaci¨®n son decididos unilateralmente por las autoridades res ponsables y la producci¨®n de mensajes corre a cargo de un cuerpo de profesionales. Por otra parte, los medios de informaci¨®n en manos de empresas comerciales encarnan el peligro de intentar, ante todo, el beneficio econ¨®mico en detrimento de la informaci¨®n que interesa al p¨²blico. Estas empresas dependen econ¨®micamente de la publicidad y de la competencia del mercado de mensajes organizado como industria de la comunicaci¨®n. En este contexto, el acceso y la participaci¨®n del p¨²blico en las empresas de comunicaci¨®n parece que est¨¢ en contradici¨®n con el principio mismo de las empresas comerciales para las que la audiencia es esencialmente una masa de consumidores. Por otra parte, los medios de comunicaci¨®n estatales representan tambi¨¦n intereses que limitan el acceso y la participaci¨®n del p¨²blico en los mismos. El modelo de informaci¨®n ¨²nica que presentan estos medios, el control gubernamental sobre el contenido de la informaci¨®n que transmiten, reducen tambi¨¦n las posibilidades de expresi¨®n y de cr¨ªtica del p¨²blico. Aunque la gesti¨®n de estos medios estatales se haga a trav¨¦s de comisiones parlamentarias, ¨¦stas no llegan a constituir una forma de intervenci¨®n directa del p¨²blico.
Otra de las resistencias de la s organizaciones de comunicaci¨®n al acceso y participaci¨®n del p¨²blico procede de los mismos profesionales, quienes se oponen a cualquier tipo de control ajeno sobre la pr¨¢ctica de su profesi¨®n. En este sentido, los profesionales de la informaci¨®n suelen mostrar fuertes reticencias a la participaci¨®n del p¨²blico en la producci¨®n de mensajes.
Pero no hay que olvidar, tampoco, que la participaci¨®n del p¨²blico viene limitada tambi¨¦n por los condicionamientos socioculturales del propio p¨²blico. La pasividad de la audiencia es uno de los condicionamientos m¨¢s importantes. Las demandas de acceso a la comunicaci¨®n son, generalmente, presentadas por los grupos m¨¢s favorecidos o con m¨¢s poder, mientras que los grupos o personas m¨¢s perjudicados y con menos poder no promueven ninguna demanda participativa.
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