Cantonalismo, autonom¨ªa y regionalizaci¨®n de la Universidad
Rector de la Universidad Aut¨®noma de BarcelonaParece abrirse paso la creencia de que las universidades catalanas han puesto en pr¨¢ctica una pol¨ªtica cantonalista o localista de corto alcance que no s¨®lo puede resultar lesiva para los intereses de muchos ciudadanos espa?oles, sino que -seg¨²n pregonan ciertos esforzados valedores de la instituci¨®n un?versitaria- puede abocar a la p¨¦rdida de los valores irirnanentes de nuestros centros docentes superiores.
En poco, tiempo, aparte de ciertas alusiones aparecidas en la prensa, nos ha llegado alguna protesta formalcontra el supuesto segun el cual ?determinados centros docentes barceloneses han negado o puesto dificultades a la toma de posesi¨®n de profesores nombrados legalmente para dichos centros?. A pesar de la falsedad de esta afirmaci¨®n corremos el peligro de que se extienda la creencia de que las universidades catalanas han decidido boicotear a los profesores no catalanes. Sin duda este equ¨ªvoco se debe a una mala interpretaci¨®n -quiz¨¢, en ocasiones, intencionada- de una actitud de rechazo a los procedimientos habituales de provisi¨®n de plazas dotadas de profesorado, actitud adoptada por las respectivas juntas de gobierno de las tres universidades catalanas y aceptada sin dificultades por parte de las autoridades inini.steriales que, por otra parte, han rnanifestado p¨²blicamente su disposici¨®n a aplicar id¨¦ntico trato a cualquier otra universidad que lo solicite.
Esta decisi¨®n de congelar la provisi¨®n definitiva, mediante concurso u oposici¨®n, de determinadas plazas del profesorado, no est¨¢ fundada evidentemente en razones de procedencia o del idioma del eventual peticionario. Las universidades catalanas se sienten muy honradas en tener en sus filas un n¨²mero muy considerable de profesores de origen no catal¨¢n que, en muchos casos, llevan largos a?os de fruct¨ªfera labor. Precisamente como consecuencia de la funcionarizaci¨®n del profesorado ha haIbido, claro est¨¢, como en todas las universidades del resto del Estado, caso de profesores que, por ser su objetivo concreto la capital del reino, han pasado como estrellas fugaces por nuestro firmamento provinciano. Pero muchos de los proIesores for¨¢neos incorporados a nuestros centros docentes han arraigado definitivarnente en Catalu?a y no han tenido m¨¢s dificultades que los ind¨ªgenas para llevar a cabo su tarea o para acceder a puestos de responsabilidad en la estructura universitaria. Se?alarnos a t¨ªtulo de ejemplo que en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona dos de los tres vicerrectores y cuatro de los seis decanos actuales han nacido fuera de Catalu?a.
El motivo fundamental del rechazo del actual y peculiar sistema de provisi¨®n de plazas reside en que se juzga incompatible con el menor atisbo de autonom¨ªa un?versitaria. Sin entrar ahora en una discusi¨®n m¨¢s profunda del tema del profesorado universitario -y dando por sentadas, como es obvio, la necesidad y la urgencia de la puesta en pr¨¢ctica de un sistema alternativo que garantice la adecuada y objetiva selecci¨®n de los candidatos- no parece razonable hablar de cantonalismo, en el m¨¢s peyorativo de los sentidos, al referirse a la actitud adoptada por las universidades catalanas. A no ser que -guardando las oportunas distancias- se aplique, por ejemplo, id¨¦ntico ep¨ªteto a la Universidad de Oxford o a la de Edimburgo, dado que sus profesores no pertenecen a un cuerpo de funcionarios ni son nombrados a propuesta de tribunales con sede en Londres.
La grave crisis que atraviesa la Universidad espa?ola exige, entre otras cosas, el establecimiento de un r¨¦gimen de autonom¨ªa que agilice su funcionamiento. La autonom¨ªa, tal como se indic¨® en la asamblea general de la conferencia permanente de rectores y vicecancilleres de las universidades europeas, constituye una parte esencial de la tradici¨®n universitaria y constituye a la vez un derecho y un deber. Ahora bien, una aut¨¦ntica autonom¨ªa presupone, aparte de una consignaci¨®n econ¨®mica suficiente y de la posibilidad de distribuir estos recursos de la forma que se crea m¨¢s racional, la posibilidad de fijar y establecer los planes docentes y de investigaci¨®n, la de determinar el acceso de los alumnos y, de manera especial, la capacidad de seleccionar y promocionar su propio profesorado. Es obvio, por otra parte, que la Universidad deber¨¢ estar sometida al control de la sociedad que en definitiva es quien sustenta a quien la debe utilizar como servicio p¨²blico que debe ser. Y este control deber¨¢ ser llevado a cabo por los representantes democr¨¢ticamente elegidos de la sociedad a la que la Universidad debe servir.
No hay que confundir, por otra parte, la autonom¨ªa universitariacon la internacionalmente denominada regionalizaci¨®n de la ense?anza superior. Hasta el mornento -salvo escasas y poco duraderas experiencias- la Universidad espa?ola no s¨®lo no ha disfrutado de autonom¨ªa sino que ha funcionado bajo un patr¨®n ¨²nico absolutamente centralizado; por regionalizaci¨®n se entiende, pues, vinculaci¨®n al territorio donde la Universidad est¨¢ ubicada, a su lengua, a su cultura, a sus peculiaridades socioecon¨®micas, y a sus instituciones pol¨ªticas. En esta perspectiva parece l¨®gico que las universidades catalanas pretendan no s¨®lo ser aut¨®nomas sino tambi¨¦n vincularse estrechamente al pa¨ªs donde tienen su asiento. El actual r¨¦gimen preauton¨®mico de Catalu?a ha despertado, como es l¨®gico, grandes esperanzas entre los numeros¨ªsimos universitarios partidarios de que nuestra cultura y nuestra lengua -seg¨²n la Unesco, la literatura catalana es de las m¨¢s importantes del mundo entre las lenguas no oficiales- sean deb¨ªdamente atendidas, por fin, en nuestros centros docentes superiores.
No podr¨ªa terminar estas breves consideraciones sin manifestar el profundo malestar que ha despertado en nuestros medios universitarios la definitiva redacci¨®n del anteproyecto de Constituci¨®n en lo referente a los centros docentes. En efecto, en el art¨ªculo 1394 del citado anteproyecto se contempla la posibilidad de que el Estad¨® cree y mantenga directamente cualquier tipo de centros docentes en los territorios aut¨®nomos. Desde el punto de vista universitario esta cl¨¢usula abre la posibilidad de que en Catalu?a, por ejemplo, se pretenda establecer una inquietante divisi¨®n entre centros universitarios dependientes del Gobierno central y otros u otros que dependan del Gobierno de la Generalitat. Hablando en t¨¦rminos deportivos podr¨ªa, pues, existir una Universidad de categor¨ªa nacionaljunto a otra de categor¨ªa regional. Al igual que han hecho voces m¨¢s autorizadas que la m¨ªa me declaro absolutamente contrario aesta eventualidad. En los a?os treinta, tras profunda consideraci¨®n del tema, se opt¨® por una soluci¨®n distinta y, a mi entender, mucho m¨¢s racional: la coexistencia en el mismo centro docente de las lenguas y culturas espa?ola y catalana con igualdad de derechos, en su uso, para profesores y alumnos. Sin ning¨²n g¨¦nero de dudas opino que este es el modelo a seguir tambi¨¦n ahora si no queremos caer en el peligro de crear fosos dificiles luego de salvar, este peculiar tipo de regionalizaci¨®n s¨ª que podr¨ªa conducirnos al denostado cantonalismo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.