La prensa venezolana cuestiona las inversiones espa?olas por favoritismo
Desde hace una semana, peri¨®dicos y revistas venezolanas han comenzado a cuestionar algunos de los aspectos de los acuerdos econ¨®micos suscritos entre Venezuela y Espa?a con ocasi¨®n de la reciente visita del rey Juan Carlos a este pa¨ªs en septiembre de 1977 y que suponen una inversi¨®n de 2.500 millones de d¨®lares (200.000 millones de pesetas).
La primera andanada period¨ªstica estuvo dirigida hacia Pegaso, que en septiembre de este a?o tendr¨¢ construida una f¨¢brica ensambladora de camiones y montaje de motores en Cuman¨¢, al oeste de Venezuela. En las referencias se hac¨ªa un balance de la dif¨ªcil situaci¨®n econ¨®mica por la que atraviesa la empresa nacional de autocamiones que la ha situado al borde de la quiebra; el comentarista se preguntaba si era prudente adjudicar a una entidad en esta situaci¨®n financiera la responsabilidad de una de las partes m¨¢s importantes de la industria automovil¨ªstica venezolana.La segunda cr¨ªtica lleg¨® despu¨¦s de que se anunciara la venta a Venezuela, por parte de Espa?a, de 1.500 microbuses destinados al transporte p¨²blico en el ¨¢rea urbana de Caracas. Los detractores de tal operaci¨®n acusaron al Gobierno de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez de ?favoritismo? hacia nuestro pa¨ªs y de no cumplir las cl¨¢usulas del Pacto Andino, al que Venezuela pertenece, en lo que se refiere a la protecci¨®n de la industria automotriz de los pa¨ªses miembros del Acuerdo de Cartagena.
Hace muy pocos d¨ªas, los peri¨®dicos dirigieron su punto de mira hacia los astilleros que Espa?a construir¨¢ en Falc¨®n, y en los que nuestra industria naval invertir¨¢ m¨¢s de quinientos millones de d¨®lares (40.000 millones de pesetas). Se se?ala que la Administraci¨®n del presidente P¨¦rez se ha precipitado en la elecci¨®n del lugar para estos astilleros, muy apartado de las rutas mar¨ªtimas internacionales, y que una obra de tanta envergadura como la que se proyecta deber¨ªa haberse puesto a licitaci¨®n internacional en lugar de ser entregada a Espa?a de manera un tanto graciable en la que han tenido mucho que ver las simpat¨ªas personales que el presidente venezolano tiene hacia, nuestro pa¨ªs.
El ¨²nico proyecto de inversi¨®n espa?ola en Venezuela que hasta ahora no ha recibido cr¨ªticas es el del ferrocarril de ochocientos kil¨®metros que unir¨¢ Ciudad Guayana y San Juan de los Morros, y que Espa?a construir¨¢ en colaboraci¨®n con empresas canadienses y venezolanas.
Lo lamentable de este caso es que nadie haya salido a defender p¨²blicamente nuestras posiciones en este pa¨ªs. Despu¨¦s de la visita del Rey la pol¨ªtica espa?ola en Venezuela parece estancada, y no precisamente por inter¨¦s venezolano. Pocas veces se habr¨¢ encontrado Espa?a con un Gobierno que como el de Carlos Andr¨¦s P¨¦rez ofrezca tantas posibilidades, oportunidades, simpat¨ªas para nuestra promoci¨®n exterior. Baste un dato: de los 10.000 millones de pesetas de inversiones espa?olas en el exterior autorizados por el Ministerio de Comercio durante los diez primeros meses de 1977, 3.600 millones vinieron a parar a Venezuela; el segundo pa¨ªs en esa tabla es Estados Unidos con 1. 100 millones de pesetas de inversi¨®n espa?ola.
Nuestro pa¨ªs no parece tener en cuenta todos estos aspectos, e incluso comete errores de descortes¨ªa, que, si no son admisibles en ninguna circunstancia, son intolerables en un pa¨ªs que nos ha abierto las puertas sin pedir nada a cambio. Sirva un ejemplo: en la pasada recepci¨®n anual que ofreci¨® el presidente de la Rep¨²blica al cuerpo diplom¨¢tico el d¨ªa 31 de diciembre, despu¨¦s de su discurso a la naci¨®n (en el que por cierto cit¨® tres veces a Espa?a), no hubo ning¨²n representante espa?ol que acudiera a estrechar la mano del presidente P¨¦rez: nuestro embajador estaba de vacaciones en Espa?a y su sustituto sufr¨ªa una lamentable afecci¨®n prost¨¢tica. El hecho cierto es que, por una raz¨®n o por otra, nadie de nuestra representaci¨®n estuvo en la recepci¨®n presidencial, y los dirigentes venezolanos lo notaron.
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