Hacia el control total del planeta
Hace pocos d¨ªas, un despacho de la agencia Efe, en Bruselas, informaba de un terrible descubrimiento realizado por los servicios de espionaje de la OTAN. En las cercan¨ªas de Mosc¨² y otras zonas occidentales de la URSS, unas misteriosas y cerradas factor¨ªas preparan toneladas de microbios y virus con vistas a utilizarlos en una posible confrontaci¨®n b¨¦lica mundial.Virus como los de la peste, la fiebre amarilla, la tuberculosis, o la viruela, las fiebres hemorr¨¢gicas..., y otras pesadillas del pasado que la ciencia m¨¦dica mundial casi logr¨® erradicar del planeta, son masivamente almacenados. El descubr¨ªmiento de estas f¨¢bricas de enfermedades rusas ha sido posible gracias a sat¨¦lites artificiales norteamericanos que detectan y fotograf¨ªan constantemente, mil¨ªmetro a mil¨ªmetro, la superficie de la Tierra, procedi¨¦ndose despu¨¦s al estudio de todo tipo de instalaciones detectadas. Esta es tan s¨®lo una de las m¨²ltiples aplicaciones de esos millares de objetos que circunvalan el planeta y que son los sat¨¦lites artificiales.
Desde octubre de 1957, fecha en la que la Uni¨®n Sovi¨¦tica lanz¨® su primer sat¨¦lite artificial, unos 2.000 ingenios espaciales han sido lanzados por ese pa¨ªs. Jalones de esa historia lo fueron los primeros lanzamientos orbitales tripulados o el vuelo conjunto sovi¨¦tico-norteamericano tripulado Soyuz-Apolo, en 1975.
Tanto en el ¨¢rea comunista como en la occidental, las dos grandes potencias facilitan la participaci¨®n en algunos de sus proyectos. Intercosmos, por ejemplo, es un programa de cooperaci¨®n entre la URSS y sus aliados para el estudio de los recursos continentales y otras misiones de investigaci¨®n cient¨ªfica.
En el mundo occidental, la ESA (Agencia Europea del Espacio) es un ejemplo de cooperaci¨®n espacial internacional. Gracias a pr¨®ximos lanzamientos espaciales, los pa¨ªses europeos podr¨¢n disponer en el a?o 1979 de cinco cadenas de televisi¨®n suplementarias, sobre las actualmente existentes. Muchos de esos lanzamientos van a ser llevados a cabo incluso desde bases de lanzamiento creadas por europeos, como la del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) franc¨¦s, instalada en Kourou (Guayana francesa). Otro proyecto amplio, Intelsat, en el que participan cerca de doscientos pa¨ªses, facilita las comunicaciones crecientes intercontinentales a todos los niveles.
Pero junto a los proyectos conocidos que hacen posible la constante mejora de la calidad de vida en todos los terrenos: comunicaci¨®n, recursos energ¨¦ticos, investigaci¨®n astrofisica, f¨ªsica te¨®rica, predicciones meteorol¨®gicas..., otros proyectos desarrollan nuevas tecnolog¨ªas b¨¦licas a las que s¨®lo se accede con dominio de la astron¨¢utica, hoy inviable para las potencias peque?as o medianas. La multitud innumerable de peque?os o grandes objetos, ¨²tiles unos, inservibles ya otros, meros restos met¨¢licos algunas veces, que rodea constantemente la Tierra a enorme velocidad, permite el acceso de los hombres a una nueva dimensi¨®n -la planetaria- para la ciencia y la tecnolog¨ªa, sea cual sea el uso que se quiera hacer de ella.
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