Los clubs de opini¨®n
Hay que hacer todo lo posible para evitar que las dificultades actuales y sus contradicciones, agravadas por el estado de confusi¨®n ideol¨®gica, enturbien la construcci¨®n de un futuro de convivencia y entendimiento entre todos los espa?oles.El reciente proceso electoral y el curso pol¨ªtico que nos toca vivir significan una primera codificaci¨®n del comportamiento ciudadano en funci¨®n de valores ?pre-pol¨ªticos?: la distribuci¨®n conocida de los votos supone tan s¨®lo una aproximaci¨®n a los requerimientos del cuerpo social. Se ha logrado as¨ª una primera diferenciaci¨®n de tendencias que, si bien es suficiente para hacer posible el juego de los grupos parlamentarios, no es bastante para la vertebraci¨®n de los partidos, aunque lo sea c¨®mo indicador de las tendencias psicosociales a corto plazo.
El inevitable tr¨¢nsito desde dichas actitudes a las de car¨¢cter propiamente pol¨ªtico no s¨®lo exige el debate partidista en el sentido cl¨¢sico, sino, adem¨¢s, la colaboraci¨®n de instrumentos de alta sensibilidad social y elevada flexibilidad operativa capaces de una penetraci¨®n capilar en la sociedad espa?ola, de nuevas aportaciones ideol¨®gicas y de cohesionar amplios sectores de opini¨®n en torno a opciones posibles y progresivas.
En un breve plazo, los espa?oles nos veremos confrontados a una serie de reformas, para las que constituye una necesidad perentoria la prioridad de una ilustraci¨®n p¨²blica que supere el deteriodo de los enfoques tradicionales y la puesta a punto de instrumentos y equipos humanos capaces de asumir dignamente la gesti¨®n pol¨ªtica.
No podemos olvidar la posici¨®n concreta de Espa?a en el mundo de las sociedades avanzadas, ni debemos eludir el tratamiento de problemas en m¨¢s de un caso resueltos por la simple v¨ªa del efectivismo a corto plazo en detrimento de una solidez y eficacia m¨¢s permanentes.
Espa?a abriga una sociedad moderna que no ha eliminado todav¨ªa los rasgos m¨¢s palmarios del subdesarrollo; Espa?a soporta desequilibrios econ¨®micos y sociales cuya soluci¨®n no puede arbitrarse a espaldas de la opini¨®n p¨²blica; Espa?a asiste a la transmutaci¨®n de los valores que tradicionalmente han constituido su s¨ªntaxis social, privada de soluciones de recambio que hagan posible la superaci¨®n de concepciones pol¨ªticas y sociales primitivas; Espa?a, en fin, puede fatalmente llegar al borde de una generalizada disoluci¨®n del consenso social que desborde la capacidad de los pol¨ªticos para esbozar un proyecto realizable de nueva sociedad, una sociedad que aspire a su soberan¨ªa nacional en el marco de su dependencia europea en pie de igualdad con los dem¨¢s miembros y, fundamentalmente, a una personalidad propia por encima de soluciones importadas.
La creaci¨®n de los clubs de opini¨®n quiere ser, dentro de su indudable modestia originaria, una iniciativa que se ci?a al estado de la situaci¨®n en materia pol¨ªtica y un medio id¨®neo en la medida de lo posible para instrumentar la din¨¢mica decisiva en la construcci¨®n de una democracia avanzada. Por ello, la finalidad esencial de los clubs es la de encauzar la conciencia de la sociedad hacia sus propios problemas para concluir aportaciones ajustadas a la situaci¨®n actual y a las proximas expectativas. En este amplio marco, un objetivo prioritario de los clubs ser¨¢ la definici¨®n de un proyecto de sociedad basado en los principios de libertad y de justicia que constituyen el soporte del humanismo occidental. Esta finalidad pasar¨¢ inexcusablemente por el an¨¢lisis cr¨ªtico de la llamada alternativa marxista y, en especial, de su intento por acumular s¨®lo formalmente las conquistas pol¨ªticas y sociales del mundo occidental para volverlas contra ¨¦l cuando los rectores del marxismo, hoy tan moderados en apariencia, consideren que la fruta est¨¢ lo suficientemente madura (o podrida, seg¨²n se mire).
Interesa se?alar el car¨¢cter metapartidista de los clubs, pues en nuestra opini¨®n, buena parte de los problemas espa?oles recaba soluciones de tal naturaleza aunque sin merma alguna del leg¨ªtimo derecho de sus miembros a militar al propio tiempo en organizaciones o partidos pol¨ªticos ajenos al marxismo. Los clubs, por tanto, situar¨¢n los debates ideol¨®gicos en un nivel que trascienda los esquemas partidistas, rompiendo as¨ª el c¨ªrculo vicioso de sus planteamientos. Desde esa esfera cr¨ªtica se podr¨¢ fiscalizar, sin coacciones materiales o formales, la acci¨®n de los partidos, del Gobierno y de las C¨¢maras. Los clubs se definen, pues, en una primera aproximaci¨®n como entidades c¨ªvicas que cuestionan la gesti¨®n de las fuerzas pol¨ªticas en presencia y proveen los elementos te¨®ricos para la confrontaci¨®n de los conflictos sociales.
Entendemos que ofrecer un soporte de expresi¨®n cr¨ªtica en el proceso de cambio es una iniciativa seria y sugerente como para convocar los intereses y posiciones afines en torno a una plataforma que, por su independencia de partidos o grupos de presi¨®n, exhibe la suficiente receptividad para captar el sentido de la demanda social y la necesaria elasticidad operativa para ajustarse al avance de nuestra sociedad e influir en su desarrollo.
Estos clubs no ser¨¢n cen¨¢culos de notables, ni tertulias a puerta cerrada, ni albergues de diletancia, ni cuadril¨¢teros para la lucha pol¨ªtica o el enfrentamiento entre las clases. Los clubs compondr¨¢n una organizaci¨®n que sobre la com¨²n afinidad por la capacidad creativa y el trabajo en equipo, la misma adhesi¨®n a la cultura, el arte y la expresi¨®n humana, la misma preocupaci¨®n social, el af¨¢n por ser ¨²tiles y el ¨ªntimo convencimiento democr¨¢tico, aspira a lograr la coincidencia en sus aportaciones a un proceso que, por adquirir sus propias formas durante una g¨¦nesis y un tr¨¢nsito marcados por la incertidumbre, precisa de un apoyo c¨ªvico y de opini¨®n que no garantizan a¨²n los instrumentos pol¨ªticos convencionales.
Nuestro objetivo son las preocupaciones sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas no estrictamente partidistas; nuestra funci¨®n, servir de puente entre la situaci¨®n social, las expectativas y los ¨®rganos de expresi¨®n pol¨ªtica. Queremos hacer posible la participaci¨®n ciudadana por otros cauces que los partidistas, cada vez m¨¢s relativizados por lo que sucede de puertas para adentro, y en ocasiones de espaldas a los verdaderos problemas de la calle. Para ello, los clubs han de instrumentar un amplio debate ideol¨®gico que transfiera y llame la atenci¨®n al campo pol¨ªtico sobre los problemas reales de la sociedad espa?ola interpretados por los ciudadanos normales y corrientes, no como los ven los l¨ªderes o los cuadros ejecutivos de las organizaciones pol¨ªticas.
Del mismo modo que hemos pasado de una fragmentaci¨®n partidista a cuatro fuerzas pol¨ªticas fundamentales, es preciso reducir la dispersi¨®n ideol¨®gica reinante hacia las grandes categor¨ªas que en el orden pol¨ªtico, social y econ¨®mico definen un proyecto coherente de reformas.
Por estas razones, situamos la base de los clubs de opini¨®n en la zona de interferencia de las ideolog¨ªas, y lo hacemos con ¨¢nimo. cr¨ªtico. Ellos pueden ser el soporte desde donde perfilar las bases te¨®ricas y experimentales de una posible opci¨®n humanista, y puede permitir tambi¨¦n una circulaci¨®n de ideas que contribuya a desdogmatizar las existentes. Aspiran a representar, en suma, tales clubs una convocatoria nada estruendosa, sino reposada y racional, al esfuerzo cr¨ªtico y constructivo de todos los ciudadanos.
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