Una larga soluci¨®n para Navarra
Extraordinaria ha sido la tenaz y valiente defensa de los parlamentarios navarros de UCD sobre el derecho que a decidir sobre su identidad de pueblo y a guardar sus facultades de autogobierno peculiares tiene el pueblo de Navarra. Tarea descomunal que no buscaron, sino que se les impuso por el feroz y continuo ataque de los que estaban -y est¨¢n- interesados en bascular el peso del Viejo Reyno a sus intereses de partido.Un constante bombardeo de la opini¨®n se ha producido y viene produci¨¦ndose, por parte de todos los partidos, en pro del derecho inalienable del pueblo para hablar a trav¨¦s de los ¨²nicos ¨®rganos que realmente le representan y que no son todos, sino solamente los elegidos por el mismo pueblo. No hay m¨¢s legitimidad que la de la elecci¨®n. El pueblo y sus leg¨ªtimos representantes son la democracia. Pero a Navarra se le ha tratado antidemocr¨¢ticamente. Se han sojuzgado, avasallado y sacrificado su voz y sus intereses en contra de todos los principios democr¨¢ticos.
Repasemos la verdadera historia. Todos los parlamentarios de Alava, Guip¨²zcoa y Vizcaya, acompa?ados tan s¨®lo de tres de los nueve que eligi¨® Navarra, y que a su pueblo representan, plantean al Gobierno, aprovechando la candidez del se?or Clavero -querub¨ªn adolescente en materia de autonom¨ªas- un sistema preauton¨®mico que afecta no s¨®lo a las provincias leg¨ªtimamente representadas por la Asamblea de Parlamentarios vascos, sino tambi¨¦n a Navarra, mayoritariamente. ausente de dicha asamblea y opuesta a que se le aluda siquiera en un sistema que no le afecta. ?Con qu¨¦ derecho, en raz¨®n de qu¨¦ democr¨¢tico argumento, los parlamentarios de Alava, Guip¨²zcoa y Vizcaya se arrogan derechos tutelares sobre Navarra, si la mayor¨ªa amplia, plena y cualificada de su pueblo manifiesta que no quiere que el tema navarro se plantee en el ¨¢mbito de la preautonom¨ªa de las tres provincias vascas? No puede ser en nombre de ese tantas veces invocado pueblo de Navarra, porque sus leg¨ªtimos representantes ya han dicho que, no s¨®lo no piden nada, sino que rechazan toda referencia a Navarra en un texto legal sobre el r¨¦gimen de otras provincias. Todos nos preguntamos por qu¨¦ el Gobierno, desde el principio, no quiso ver que no s¨®lo no hab¨ªa consenso, sino ni siquiera mayor¨ªa en el tema. El consenso se pide para todas las provincias o regiones que desean acceder a la preautonom¨ªa, mientras en Navarra se legitima a la minor¨ªa contra una mayor¨ªa que la dobla.
Viene despu¨¦s lo m¨¢s triste y m¨¢s sombr¨ªo: las jugadas de los partidos pol¨ªticos. Con filosof¨ªa de mus, de ¨®rdago a la grande, del todo o nada, aquellos que hablaban en nombre de sus provincias vascas dicen que no quieren autonom¨ªa si no se cita e incluye a Navarra, aunque bien saben que la mayor¨ªa de los navarros, por boca de sus representantes mayoritarios, dicen que no la desean.
Sin tapujos, sin verg¨¹enzas y sin escr¨²pulos, se amenaza al Gobierno y al pa¨ªs entero, con la movilizaci¨®n de las masas. A la sombra oscura de un posible y venidero terror, mientras a los parlamentarios navarros de la mayor¨ªa se les tilda de obstruccionistas, de antidem¨®cratas y de bunkerianos, se les fuerza en el ¨²ltimo momento, en la hora und¨¦cima y bajo el apercibimiento en conciencia de poder ser causa de una nueva escalada de la violencia, a un obligado consenso. La moral p¨²blica qued¨® a salvo con este falso y fingido Fuenteovejuna que legitim¨® los procedimientos viciosos empleados. La paz p¨²blica ha salido ganando. Los partidos han salido ganando. S¨®lo los navarros hemos perdido.
Tres hechos lo explican todo
Hay que recordar tres hechos indubitados: la posici¨®n del PSOE de segundo partido en Navarra y su derrota en las provincias vascongadas frente al PNV; el mantenimiento de la ilusi¨®n del PNV de potenciar al m¨¢ximo el territorio y la poblaci¨®n del futuro Euskadi hasta poder llegar a ser una ?regi¨®n? europea, es decir, sujeto de su propia historia sin dependencia de Espa?a y en el marco de una Europa regional; y, por ¨²ltimo, la vocaci¨®n vasquista de una parte minoritaria de navarros, lo que, a sensu contrario, significa que la mayor¨ªa no es panvasquista. Con estos tres ingredientes se puede ya ver c¨®mo la jugada de los partidos PSOE y PNV, accidentalmente unidos y concordes en la tarea de absorber a Navarra dentro de Euskadi, no ha tenido m¨¢s fin que debilitar las defensas y levantar los obst¨¢culos que presumen han de encontrar en el pueblo navarro, mayoritariamente poco inclinado a la Inclusi¨®n en Euskadi.
Con la nueva Constituci¨®n, el dominio de los gobiernos de los territorios aut¨®nomos adquiere enorme importancia para la pol¨ªtica nacional, como todo el mundo sabe. Por ello, el PSOE desea fervientemente que los votos de los socialistas navarros se sumen al conjunto obtenido en las provincias vascas. De esta forma se refuerza su postura e influencia en el futuro Gobierno de Euskadi, algo important¨ªsimo, dada la fuerza y potencia del Pa¨ªs Vasco y su peso en la pol¨ªtica nacional. Los del PNV saben que sumar todo el territorio de Navarra y su poblaci¨®n, potencian su incipiente y deseado Estado y lo elevan a unas dimensiones, si no suficientes, s¨ª m¨¢s aceptables y, por supuesto, no rid¨ªculas. He ah¨ª las razones que mueven a actuar de consuno y con tan gran empe?o a socialistas y nacionalistas vascos.
El primer ataque fue bien simple: se intent¨®, declarada la repulsa de la mayor¨ªa de los parlamentarios navarros, que fuese el Consejo Foral Administrativo de Navarra -pero no el actual, sino el que saliera de las futuras elecciones municipales- el que, en solitario, decidiera sobre la incorporaci¨®n o no de Navarra. Se especulaba con ganar los comicios municipales. Tama?o contrafuero fue en¨¦rgicamente rechazado por la opini¨®n y por los parlamentarios de la mayor¨ªa navarra. Comenz¨® entonces a hablarse de refer¨¦ndum en tal materia porque el pueblo deb¨ªa hablar. Y hubo, a la saz¨®n. diputado socialista que manifest¨®, p¨²blicamente, que el refer¨¦ndum no era lo adecuado. Se estaba, todav¨ªa, en la fase t¨¢ctica del Consejo Foral, y no era prudente alentar la voz del pueblo que siempre se manifest¨®, en ocasiones similares, opuesta a la integraci¨®n. El empe?o se vio claramente que no era posible, y empez¨® entonces, como en juego del mus, el segundo envite. Se lanz¨® el ¨®rdago de las convocatorias de masas, se llen¨® el aire de gritos sobre el retraso de la preautonom¨ªa vasca y se acorral¨® a los parlamentarios mayoritarios de Navarra en el palacio de las Cortes para que llegaran a un consenso sobre el modo y forma de la decisi¨®n navarra sobre, Euskadi con sus colegas socialistas y nacionalistas minoritarios.
El regalo
Lleg¨® la soluci¨®n. Con el desvanecimiento y falta de definici¨®n que empapan a las normas que se toman en contra de la recta justicia, de las que aspiran a reconciliar lo contradictorio: si el ¨®rgano foral navarro competente determina la integraci¨®n en Euskadi. habr¨¢ de llamarse, adem¨¢s, al pueblo navarro en consulta popular y directa. El se?or Ajuriaguerra, posible presidente del Consejo General Vasco y parlamentario del PNV por Vizcaya, entrevistado al poco de conocerse el decreto-ley de preautonom¨ªa vasca por Radio Nacional de Espa?a, fue interrogado sobre cu¨¢l hab¨ªa sido la contrapartida -Mejor ser¨ªa decir ?regalo?, puesto que nada se dio, antes bien se quit¨®, a Navarra- a la ?cesi¨®n? de posiciones por parte de la Asamblea de Parlamentarios vascos, y contest¨® sencillamente: la obtenci¨®n de la decisi¨®n de los navarros por mayor¨ªa simple.
Era verdad, se hab¨ªa conseguido debilitar al m¨¢ximo el segundo frente, el de la consulta popular al pueblo y sus ¨®rganos forales. Aunque las dem¨¢s provincias y pueblos de Espa?a tengan constitucionalmente derecho a decidir por mayor¨ªa cualificada de dos tercios, aunque Navarra ya us¨® de esa cualificaci¨®n en ocasi¨®n de decidir sobre el Estatuto de Euskadi anterior, ahora se pretende despojarla de lo que a todos es com¨²n, y todo ello bas¨¢ndose en el decreto-ley y lo acaecido para su forzado nacimiento. Lo que se consider¨® como norma legal inocua, lo que se dec¨ªa que en nada afectaba a Navarra, puesto que no se decid¨ªa nada sobre su futuro, ha resultado, a la postre, da?ino y perjudicial para Navarra al pretender -una vez m¨¢s por el camino de la violencia y de la amenaza soterrada de las masas y la culposa tolerancia hacia los grupos activistas- negarle los derechos que los dem¨¢s pueblos de Espa?a tienen o tendr¨¢n, o podr¨¢n tener, al amparo de la Constituci¨®n: el derecho a decidir por mayor¨ªa cualificada sobre su destino de pueblos.
Eso era lo que se pretend¨ªa: debilitar el ¨²ltimo reducto de resistencia, adelgazar, pues callar es imposible, la voz de los navarros; jugar al uno por ciento de los indecisos y posibilitar, en fin, el que un inmerecido e inesperado golpe de fortuna proporcione los votos precisos. Los votos precisos para hacer a Euskadi m¨¢s grande, aunque menos justo. Los votos precisos para hacer a los socialistas m¨¢s poderosos, pero menos democr¨¢ticos.
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