La crisis sider¨²rgica, Asturias y Ensidesa
Director gerente de la Sociedad Asturiana de Estudios Econ¨®micos e Industriales
En el a?o 1975, la industria sider¨²rgica del mundo occidental se sumerge en una grave crisis coyuntural. Esta crisis, especialmente sentida en Estados Unidos y la Comunidad Europea, contin¨²a a¨²n sin encontrar fondo, de modo tal que el consumo, y consecuente mente la producci¨®n en estas dos ¨¢reas geogr¨¢ficas, es en 1977 solamente el 80 % y el 75% de las correspondientes cifras de 1974.
La siderurgia espa?ola no ha podido librarse, como es l¨®gico, de los avatares de esta crisis, aunque ha conseguido, hasta ahora, atenuar sus efectos negativos y estabilizar, al menos, su producci¨®n. La recesi¨®n del consumo se ha visto compensada por un saldo favorable del comercio exterior. Sin embargo, la situaci¨®n empieza a ser preocupante: las tres empresas sider¨²rgicas integrales presentan en 1977 ejercicios de grandes p¨¦rdidas y su falta de liquidez es grave. Por otra parte, las medidas proteccionistas de Estados Unidos y la Comunidad Econ¨®mica Europea, recientemente promulgadas, impedir¨¢n gran parte de las exportaciones.
Empresa p¨²blica-empresa privada
Esta situaci¨®n de crisis es tanto m¨¢s negativa para la siderurgia espa?ola por cuanto ha venido a manifestarse una vez iniciados grandes planes de inversi¨®n, que trataban de acomodar el aparato productivo a una demanda que el Plan Sider¨²rgico Nacional estimaba creciente.
Las recientes manifestaciones a los medios informativos asturianos de Manuel Fern¨¢ndez Pello, consejero en representaci¨®n del personal en la empresa nacional, los rumores de nacionalizaci¨®n de Altos Hornos del Mediterr¨¢neo y las manifestaciones del ¨®rgano empresarial Unesid, han venido a se?alar que otra vez m¨¢s el enfrentamiento de intereses siderurgia privada-p¨²blica puede llevar al sacrificio de esta ¨²ltima en beneficio de la primera.
Como es bien sabido, la obtenci¨®n de acero es un proceso en cascada, que parte de la producci¨®n de arrabio en los hornos altos, contin¨²a por la producci¨®n de acero bruto en las acer¨ªas, pasa por la fase de obtenci¨®n de semiproductos, y por ¨²ltimo, en los trenes de laminaci¨®n se elaboran los productos en formas consumibles. Las dos primeras fases son las que exigen grandes inversiones, presentan una relaci¨®n capital-producto m¨¢s favorable, requieren una gran dotaci¨®n de infraestructuras t¨¦cnicas, son actividades altamente contaminantes y, en definitiva, poco rentables. La fase de laminaci¨®n, por el contrario, requiere menor inversi¨®n, menor dotaci¨®n infraestructural, no contamina y es mucho m¨¢s rentable. La pugna entre la siderurgia privada y p¨²blica ha tenido como consecuencia el que el sector privado haya conseguido acaparar gran parte de la ¨²ltima fase productiva, reservando a Ensidesa las primeras fases e impidiendo su desarrollo equilibrado. El sometimiento de las posibilidades de expansi¨®n y desarrollo de la empresa nacional a los intereses privados tuyo su hito m¨¢s espectacular con la aprobaci¨®n, en 1971, de la entonces llamada IV Sider¨²rgica.
La IV Planta de Sagunto
Altos Hornos de Vizcaya y su asociada US Steel, mediante la creaci¨®n de la empresa Altos Hornos del Mediterr¨¢neo, acordaban con el Gobierno la construcci¨®n en Sagunto de una nueva planta de seis millones de toneladas/a?o de capacidad. El proyecto de construcci¨®n se inici¨® por la instalaci¨®n de un tren de laminaci¨®n en fr¨ªo, con lo que el criterio de acaparar por parte de las sider¨²rgicas privadas las fases productivas m¨¢s rentables y el beneficio de la revalorizaci¨®n de activos de las obsoletas instalaciones all¨ª existentes, parec¨ªan presidir la operaci¨®n. Las justificaciones t¨¦cnicas basadas en un supuesto ahorro en transporte por la proximidad de Sagunto al centro de gravedad del consumo, resultaban absolutamente insostenibles ante el ahorro en inversi¨®n que propiciaba la existencia en Asturias de la necesaria infraestructura para ampliar, tal como estaba previsto, las factor¨ªas de Ensidesa en esa producci¨®n.
La actual crisis sider¨²rgica ha hecho m¨¢s patente la irracionalidad de este planteamiento. Altos Hornos del Mediterr¨¢neo, con las obsoletas instalaciones heredadas de Altos Hornos de Vizcaya, un moderno tren de laminaci¨®n de chapa en fr¨ªo aislado de los escalones productivos anteriores, y 5.000 obreros, se encuentra actualmente en situaci¨®n insostenible. Su integraci¨®n en Ensidesa es la salida que preconizan, tantos sus due?os como su personal.
Una vez m¨¢s, nos encontramos en unas circunstancias en que, invocando el principio de subsidiariedad al que tienen que someterse la actuaci¨®n del INI, se pretende hacer cargar al Estado con los errores y fracasos de la iniciativa privada.
Para Ensidesa, el incorporar las instalaciones de Sagunto supone el desequilibrar extra?amente algunos de sus escalones productivos, incidir negativamente en uno de sus defectos estructurales: el exceso de personal, dispersar irracionalmente sus instalaciones, en definitiva, obtaculizar su rentabilidad empresarial. Si como es de temer, la siderurgia ptivada consiguiese imponer el resto de sus pretensiones, la empresa nacional no podr¨¢, adem¨¢s, continuar con su plan de inversiones, ya aprobado, e iniciado, pero actualmente en suspenso. Dicho plan, que incide fundamentalmente en instalaciones de los ¨²ltimos escalones productivos, y que permite equilibrar y racionalizar las factor¨ªas sider¨²rgicas de Ensidesa en Asturias, constituye un serio peligro para los intereses privados, que desear¨ªan lograr para s¨ª y con financiaci¨®n p¨²blica, las instalaciones previstas en el mismo, y convertir a la siderurgia estatal en segura proveedora de semiproductos.
Cuando se examina este problema desde la perspectiva regional, se llega, asimismo, a conclusiones dram¨¢ticas. La regi¨®n asturiana, a trav¨¦s de la ubicaci¨®n de Ensidesa en su territorio, y de la posterior y total integraci¨®n de la siderurgia privada aut¨®ctona en dicha empresa, se ha vuelto cada vez m¨¢s dependiente de la siderurgia p¨²blica.
Perspectiva asturiana
Esta actividad ha incidido negativamente en la regi¨®n, que hipotec¨® sus escasos recursos infraestructurales en ella, cercenando as¨ª otras posibilidades de desarrollo, sin que los efectos de inducci¨®n inherentes a la actividad sider¨²rgica pudieran ser aprovechados, al no conseguir un alto grado de elaboraci¨®n de los productos, ni establecerse una colaboraci¨®n entre el INI y los intereses regionales. Asturias es una regi¨®n altamente contaminada y poco atractiva de cara a la ubicaci¨®n de nuevas actividades econ¨®micas; en definitiva, es una regi¨®n declinante.
En los momentos en que la siderurgia asturiana, parece dispuesta a colaborar con la regi¨®n en su desarrollo, en que empieza a avanzar hacia una mayor racionalidad y equilibrio de sus instalaciones, este nuevo sometimiento a los intereses privados puede cercenar cualquier futuro prometedor para la regi¨®n. Ello supondr¨ªa el condenar de nuevo a Asturias al despilfarro del desaprovechamiento del potencial de desarrollo que encierra su industria sider¨²rgica, a afrontar regulaciones de empleo y nuevos traslados de personal y a consolidar su desequilibrio industrial. En definitiva, el condenar a la regi¨®n irreversible y parad¨®jicamente al subdesarrollo.
Nacionalizaci¨®n total
La soluci¨®n de la crisis del sector sider¨²rgico no ha de venir, pues, a trav¨¦s de una nacionalizaci¨®n parcial. Las soluciones hay que buscarlas a trav¨¦s de un trato igualatorio para las empresas, con independencia de que sean p¨²blicas o privadas, o bien, a trav¨¦s de una nacionalizaci¨®n total del sector; soluci¨®n ¨¦sta m¨¢s deseable, ya que acabar¨ªa para siempre con la pugna de intereses privados p¨²blicos y sus negativas secuelas, y permitir¨¢ afrontar con criterios estrictamente racionales y t¨¦cnicos su necesaria remodelaci¨®n.
Contra esta nacionalizaci¨®n, no deben esgrimirse supuestas irregularidades de la empresa nacional, en cuya investigaci¨®n parecen estar comprometidos algunos senadores. Pese a esas irregularidades y a su continuo sometimiento, Ensidesa es la empresa sider¨²rgica integral espa?ola que presenta mejor saldo de beneficios-p¨¦rdidas. Tampoco parecen v¨¢lidos los argumentos esgrimidos por el presidente de Unesid, tomando como ejemplo el caso ingl¨¦s, que en modo alguno debe ser exponente del fracaso de una nacionalizaci¨®n, sino del fracaso de la iniciativa privada para reestructurar un sector tan vulnerable como el sider¨²rgico. Lo que debe considerarse son las manifestaciones de Charles B. Baker, secretario general del IISI (Instituto Internacional del Hierro y del Acero), cuando, como conclusi¨®n de la ¨²ltima conferencia anual de este organismo, afirmaba, muy a su pesar, que s¨®lo los gobiernos pueden solucionar la actual crisis sider¨²rgica.
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