"Las palabras de Max"
Se sabe que, por razones fundamentalmente econ¨®micas, la mayor parte de las pel¨ªculas se ruedan en unas cuantas semanas, con una r¨ªgida planificaci¨®n del trabajo y en un ambiente cercano a lo compulsivo. Tras ese andamiaje hay siempre un problema de costes. Lo econ¨®mico, ¨ªntimamente ligado a la expresi¨®n cinematogr¨¢fica, impone su ley. Se trata, en la mayor¨ªa de los casos, de fabricar un producto antes que de expresar unas ideas y unos sentimientos.Las palabras de Max se ha rodado a lo largo de un a?o y en tres etapas diferentes. Nunca hubo un gui¨®n. S¨ª un largu¨ªsimo trabajo sobre los folios a la b¨²squeda de posibilidades dram¨¢ticas y expresivas. Ya se sabe que los folios tienen la enorme ventaja de que se pueden romper o borrar con entera facilidad. Est¨¢n al alcance de cualquier bolsillo. Por el contrario, hacer pel¨ªculas sigue siendo propio de privilegiados.
Se trataba de evitar al m¨¢ximo que el gui¨®n se convirtiera -como de hecho pasa tantas veces- en el primer elemento coactivo de la pel¨ªcula.
Naturalmente, se contaba con unos personajes, unos di¨¢logos, unas situaciones. Sin embargo, los personajes carec¨ªan de destino; las situaciones, de continuidad, y los di¨¢logos, de fijeza. La pel¨ªcula, al desarrollarse, al crecer, no en el gui¨®n, sino en la pantalla, es la que deb¨ªa ofrecer un destino a cada personaje y una continuidad a cada situaci¨®n.
El material obtenido en la primera etapa de rodaje comenz¨® a desvelar ciertas cosas. Hubo personajes que se quedaron sin aliento y desaparecieron. Hubo situaciones que revelaron inmediatamente su inconsistencia y fueron suprimidas. Pero hab¨ªa una cosa fundamental: lo que uno ten¨ªa delante de los ojos ya no era un material literario; era un material f¨ªlmico. A partir de ese momento hab¨ªa que trabajar m¨¢s sobre la pantalla,que sobre los folios. La pel¨ªcula comenzaba a poseer su propio sistema de crecimiento. Mostraba, a trav¨¦s de unas im¨¢genes, de unos gestos, de unas actitudes, de unas relaciones, de unos di¨¢logos o¨ªdos y vistos, sus propias exigencias.
La segunda etapa de rodaje ofreci¨® una evidencia: la relaci¨®n entre Max y su hija Sara no necesitaba ning¨²n posterior desarrollo. Se hab¨ªa completado uno de los soportes dram¨¢ticos fundamentales de la pel¨ªcula. Tambi¨¦n hab¨ªa surgido un nuevo personaje que, nacido como epis¨®dico, adquiri¨®, sin embargo, en la pantalla una gran importancia.
A partir de este per¨ªodo es cuando surgieron las mayores dudas. Fueron bien venidas. Porque ?no es acaso la duda el soporte ¨²ltimo de cualquier quehacer creativo? Sin embargo, en cine la duda est¨¢ pr¨¢cticamente prohibida. Cuesta demasiado dinero. En Las palabras de Max hubo tiempo para dudar. Adem¨¢s, cada duda pod¨ªa confrontarse con el extenso material rodado que en aquel momento hab¨ªa adquirido la suficiente consistencia como para iluminar ciertas decisiones. As¨ª, resultaba claro que hab¨ªa que incidir m¨¢s profundamente en la relaci¨®n entre Max y Luisa, su amante; que el personaje de Juli¨¢n, m¨²sico y viejo amigo de Max, pod¨ªa tener una mayor significaci¨®n. Tambi¨¦n en esta tercera etapa surgi¨® un nuevo personaje, Laura, mujer de Juli¨¢n.
Bien, tras este largo per¨ªodo hab¨ªa llegado el momento de colocar el material sobre la mesa de montaje.
Despu¨¦s de un sistema de rodaje como el que queda escuetamente descrito, es f¨¢cil comprender hasta qu¨¦ punto el montaje recuperaba su sustancial importancia.
No hab¨ªa ni secuencias, ni situaciones, ni ning¨²n desarrollo dram¨¢tico que hubiera que montar en funci¨®n de un hilo conductor previo de los acontecimientos narrados. Muy al contrario, el montaje se convert¨ªa en un, aut¨¦ntico narrador. En la mesa de montaje es donde de verdad hab¨ªa que decidir la sucesi¨®n de los acontecimientos rodados y donde, en definitiva, se iba a construir el tiempo narrativo de la pel¨ªcula. Ha sido en la mesa de montaje donde, en realidad, se ha escrito el gui¨®n de Las palabras de Max.
Todo el trabajo anterior se aparec¨ªa entonces como una acumulaci¨®n de materiales diversos que ofrec¨ªan muy distintas posibilidades de ser combinados. Al no existir una exigencia narrativa previa se hac¨ªa preciso un di¨¢logo con el material rodado para descubrir cu¨¢l era la ordenaci¨®n m¨¢s expresiva. Una delicada y apasionante operaci¨®n dial¨¦ctica.
Lo anterior no significa valoraci¨®n alguna de Las palabras de Max. Es, simplemente, la descripci¨®n de un m¨¦todo de trabajo que ha tratado de cuestionar determinados sistemas de producci¨®n y ganar una peque?a parcela m¨¢s de libertad creativa.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.