El cementerio at¨®mico de Cabril, sospechoso de radiactividad
Hornachuelos es un peque?o pueblo de la provincia de C¨®rdoba florecido entre sierra y agua. Un pueblo de paredes encaladas que se recuestan sobre la falda de Sierra Morena. El Bemb¨¦zar, con su pantano aguas arriba, lo atraviesa en busca del Guadalquivir. Sin embargo, entre tanta blancura y naturaleza, entre tanto frescor de la sierra cordobesa, ha surgido un fantasma: la radiactividad. A pocos kil¨®metros de Hornachuelos se encuentra El Cabril, antiguo poblado minero que ahora s¨®lo alberga la mina Beta, donde supuestamente se almacenan los residuos de las centrales nucleares espa?olas.La Junta de Energ¨ªa Nuclear (JEN) instal¨® el cementerio at¨®mico en El Cabril en 1961. Cuando llevaba quince a?os de actividad, la JEN solicit¨® el permiso de instalaci¨®n al Ayuntamiento de Hornachuelos, que se neg¨® a conced¨¦rselo. Desde que la JEN pis¨® tierra cordobesa, la inquietud domina al pueblo que, silencioso y atemorizado, se resiste a hablar del cementerio. S¨®lo unos pocos, seguramente j¨®venes, se atreven a pintar en las paredes encaladas lo que nadie quiere o¨ªr. Al amanecer, los gritos de spray ser¨¢n comentados con satisfacci¨®n y en voz baja por los habitantes de Hornachuelos.
Casos sospechosos
En los ¨²ltimos tiempos se est¨¢n produciendo demasiados casos de enfermedades s¨²bitas, muchas de ellas mortales, de leucemias, cirrosis y c¨¢ncer en la zona. El pueblo est¨¢ inquieto y la JEN tambi¨¦n. Se ha podido saber que la Junta de Energ¨ªa Nuclear est¨¢ investigando si el n¨²mero de enfermos ha aumentado tras la instalaci¨®n del cementerio at¨®mico, y que en la residencia sanitaria de C¨®rdoba Reina Sof¨ªa est¨¢ en tratamiento un hombre aquejado de leucemia. Se trata de un guarda jubilado que ha dejado su vida al aire libre. Este hombre, Manuel Ruiz Vega, ha colmado el vaso de las casualidades. La JEN act¨²a.?ngel Benito, m¨¦dico de Hornachuelos, tambi¨¦n ha observado una especial frecuencia de la leucemia y el c¨¢ncer en este pueblo. Actualmente existen cuatro enfermos del mal de Hopkings y cuatro con c¨¢ncer de h¨ªgado, adem¨¢s de una larga lista de pacientes con resfriados continuos, bronquitis agudas y ¨²lceras incicatrizables. Hace cinco a?os muri¨® en el pueblo un ni?o que viv¨ªa en pleno campo. El peque?o padeci¨® leucemia mieloide que fue tratada en Madrid y le ocasion¨® la muerte.
Manuel Ruiz Vega sol¨ªa ir de monter¨ªa a un kil¨®metro de la mina Beta. Un d¨ªa, al regresar a casa, soportaba cuarenta grados de fiebre. El m¨¦dico, con urgencia, orden¨® su ingreso en la residencia sanitaria de C¨®rdoba. Ruiz Vega, guarda durante m¨¢s de cuarenta a?os, ha bebido agua de los riachuelos que bajan de la sierra, de donde parten las aguas supuestamente contaminadas por la radiactividad. Preguntado si su enfermedad -¨¦l no sabe qu¨¦ es leucemia- podr¨ªa estar causada de alguna forma por la contaminaci¨®n de las aguas, ha contestado que puede ser, pero que no sabe: ?Yo no entiendo de esas cosas.? Y ha explicado: ?S¨®lo s¨¦ que ¨²ltimamente las jaras se secan y los alcornoques no producen tanto corcho.?
Tambi¨¦n, malformaciones cong¨¦nitas
Ram¨®n Cabezas Guill¨¦n tiene dos a?os y una malformaci¨®n cong¨¦nita que se refleja en la carencia de brazos, ojos deformes y labio leporino. Verlo es recordar las v¨ªctimas de la talidomina. Hasta ahora, nadie ha desmentido, con datos cient¨ªficos y fiables, que sea una supuesta v¨ªctima del cementerio at¨®mico. Su padre, Antonio Cabezas Villar, es del pueblo sevillano de La Algaba. Su familia, humilde, se instal¨® en Hornachuelos hace ahora dieciocho a?os. La madre engendr¨® a Ram¨®n cuando viv¨ªan en una choza a la orilla del r¨ªo Bemb¨¦zar, junto a la presa donde vierten sus aguas los afluentes de la zona de El Cabril. El agua que beb¨ªan era del propio Bemb¨¦zar.Sus padres nunca han padecido enfermedades y sus seis hijos anteriores no presentan deformaciones. El peque?o naci¨® en la residencia Reina Sof¨ªa de C¨®rdoba, y en el pueblo siempre se coment¨® con especial cari?o que los Reyes lo tomaron en brazos cuando visitaron la ciudad andaluza.
Ram¨®n estuvo internado un a?o bajo el cuidado del doctor Ram¨®n Ca?ete, y ahora est¨¢ sometido a revisiones peri¨®dicas. Su historia cl¨ªnica es una de las m¨¢s abultadas de la residencia y, sin embargo, sus padres dicen que no han recibido explicaciones con garant¨ªas a su caso. Ni siquiera una ayuda por los gastos extraordinarios que le supone a una familia, que vive de la recogida temporera del algod¨®n y otros cultivos, y de una peque?¨ªsima huerta que les proporciona escasos recursos, al tener un hijo en tales circunstancias.
El silencio es absoluto en torno a este ni?o, que posee deformaciones tan an¨®malas que s¨®lo tiene tres o cuatro precedentes en el mundo. A pesar de ello, en Estados Unidos existe un archivo cibern¨¦tico al que se puede consultar, previo suministro de datos, si el origen de estas deformaciones viene dado por mutaciones de la radiactividad.
Reacci¨®n oficial
En ?la nuclear? de And¨²jar trabajaba como mec¨¢nico de la JEN Francisco Mena Santiago. Treinta y cinco a?os, mujer y una hija de tres a?os y medio. ?Una enfermedad del p¨¢ncreas? motiv¨® su internamiento en la unidad de vigilancia intensiva (UVI) de Ja¨¦n. Dos d¨ªas antes de morir, su m¨¦dico, el doctor Rebollar -que no quiere saber nada de periodistas-, le anunci¨® que lo trasladar¨ªan a una sala normal.Tres d¨ªas despu¨¦s de que habl¨¢ramos con su viuda, ¨¦sta firm¨® un pliego en el que se asegura que la muerte de su marido no est¨¢ relacionada con la radiactividad. En Madrid comienzan a preocuparse por las indagaciones period¨ªsticas.
Al parecer, las r¨¢pidas gestiones sobre la viuda del se?or Mena y la alerta a Madrid las llev¨® a cabo, seg¨²n las fuentes consultadas, el director de la JEN en Andaluc¨ªa y Extremadura, Ram¨®n Perarnau Peram¨®n, auxiliado por el subdirector, Carmelo P¨¦rez Perea, y por su hombre de confianza, Jos¨¦ Tirado L¨®pez, practicante de la JEN.
Para no alargar m¨¢s la lista de fallecidos basta citar a Miguel Rico Fern¨¢ndez, tambi¨¦n empleado de la JEN en And¨²jar, que muri¨® con 36 a?os y dej¨® siete hijos. Su propio hermano nos dijo que hab¨ªa observado un comportamiento extra?o en un m¨¦dico de la JEN. Miguel estaba enfermo, y el m¨¦dico, sabiendo que ten¨ªa c¨¢ncer en la sangre, le daba el alta y baja alternativamente. Miguel muri¨® en 1970, y empez¨® a trabajar como alba?il en la construcci¨®n de la planta de tratamiento de uranio. Cuando ¨¦sta comenz¨® a funcionar, se qued¨® trabajando all¨ª.
El rumor corre como la p¨®lvora, y movimientos ecologistas y partidos pol¨ªticos est¨¢n realizando an¨¢lisis para comprobar la contaminaci¨®n de las tierras y aguas que negan una de las vegas m¨¢s f¨¦rtiles de Espa?a.
Al parecer, el gobernador civil de C¨®rdoba, Javier de Ansuategui y G¨¢rate, informado de la presencia de periodistas en la zona, ha dado ¨®rdenes de custodia y ha solicitado la confecci¨®n de un dossier sobre el cementerio.
Se asegura, tambi¨¦n, en diversas fuentes, que los transportistas que trabajan para la JEN en Pe?arroya-Pueblonuevo no s¨®lo realizan viajes a las distintas centrales nucleares de Espa?a, sino que se desplazan hasta Franc¨ªa y otros pa¨ªses europeos. De comprobarse ¨¦stos supuestos viajes fuera de nuestro territorio cabr¨ªan do hip¨®tesis: el cerneaterio at¨®mico de El Cabril absorbe residuos nucleares procedentes de bien es dep¨®sito de ura quecido a la espera de que trales nucleares lo necesiten.
Ahora no queda mas que esperar el oportuno e iracundo desmentido oficial.
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