"El ¨²ltimo guateque"
?El ¨²ltimo guateque? es el primer largometraje de Juan Jos¨¦ Porto, uno de los m¨¢s experimentados guionistas cinematogr¨¢ficos. Estas son sus reflexiones sobre su ¨®pera prima
Pienso que la gente m¨¢s o menos de mi edad -los que hoy estamos entre los treinta y tantos y los cuarenta y tantos- tienen muchos motivos para decir, para pensar, para sentir, que ellos no fueron como quer¨ªan ser, sino como ?tuvieron que ser?. Las nuestras fueron unas generaciones que, en sentido muy amplio, crecieron en el silencio, la represi¨®n y la mentira. Tuvimos que invent¨¢rnoslo casi todo: la vocaci¨®n, el amor, el sexo..., porque apenas si tuvimos oportunidad de conocerlos de manera natural, espont¨¢nea. Al despertar a la pubertad creo que muchos, quiz¨¢ la mayor¨ªa, ten¨ªamos la impresi¨®n de que nuestra existencia s¨®lo pod¨ªa gravitar sobre dos conceptos: la prohibici¨®n el deber. Y, sin embargo, creo hoy que tuvimos una gran capacidad imaginativa y so?ando nos inventamos unos mundos, en los que nos sent¨ªamos a gusto; so?ando, claro. Aquellos a?os ten¨ªan que hacernos, configurarnos, de una manera muy concreta. Somos as¨ª porque ten¨ªamos que ser as¨ª. Lo que m¨¢s me admira hoy de todo aquello es que nosotros, a pesar de todas las normas impuestas, supimos so?ar y, de alguna manera, ser felices. Tanto como para que hoy podamos sentir nostalgia de aquel tiempo. Un tiempo que hubi¨¦ramos deseado hacer de otra forma, claro, pero que a¨²n as¨ª, nos hizo sentirnos vivos. Ese fue el peque?o o gran milagro de mi generaci¨®n, de la que lleg¨® antes y de la que vino despu¨¦s.Hace unos cuantos a?os, en Benalm¨¢dena, durante la celebraci¨®n de la Semana de Cine de Autor -creo que fue el a?o en que Diamante hizo. su debut como director-, Daza y yo comenzamos a escribir una historia que, adem¨¢s de amor, nostalgia y amargura, ten¨ªa un t¨ªtulo: El ¨²ltimo guateque. Nos gustaba mucho, nos ilusionaba. Era como recrear aquel mundo nuestro que se esfum¨® sin que nunca lleg¨¢ramos a poseerlo realmente. Luego entr¨® tambi¨¦n en el gui¨®n Carlos Puerto y lo acabamos varias veces. Nos gustaba tanto que nunca quedaba bien. El caso es que a los productores que lo le¨ªan parec¨ªa interesarles, pero ninguno se decid¨ªa a convertirlo en pel¨ªcula. A m¨ª me daba mucha pena y bastante rabia ver c¨®mo otras historias m¨ªas -bastante menos sinceras, construidas de cara a la industria- se convert¨ªan en pel¨ªcula con superior facilidad. No lo entend¨ªa, ni lo entiendo.
Hab¨ªa pasado mucho tiempo, demasiado tiempo, y yo pensaba que el ?guateque? no se har¨ªa nunca. Las cosas hab¨ªan cambiado y el pa¨ªs tambi¨¦n. Entonces aparecieron los de Arte Siete y, sin la menor vacilaci¨®n, decidieron hacer la pel¨ªcula. Y la hicimos. Con mucho amor, con pasi¨®n, con nostalgia y con un poquito de amargura. Creo que las pel¨ªculas deben hablar por s¨ª mismas. En El ¨²ltimo guateque deber¨ªamos estar todos nosotros o, por lo menos, un poquito de todos nosotros; de lo que nos dejaron hacer y, sobre todo, de lo que nos prohibieron; de nuestros sue?os y de nuestras frustraciones.
Yo creo que es una pel¨ªcula muy sencilla, sincera, directa y, para nosotros, emotiva. Al realizarla he pretendido que el lenguaje resultara lo m¨¢s funcional posible. No hay met¨¢foras, ni s¨ªmiles, ni par¨¢bolas. Si acaso, un poquito de sano cachondeo y otro poquito de inevitable mala leche. Pienso que, en la pel¨ªcula se pueden apreciar bien a las claras dos formas de tratar el tema que hemos pretendido conjugar: una, mediante la cual yo quer¨ªa que la historia tuviera la misma dimensi¨®n y el mismo ¨¦nfasis que si la hubiera rodado en aquel tiempo, casi ?en directo? y desde la perspectiva de la edad que ten¨ªa entonces. La otra es bien diferente y corresponder¨ªa, o corresponde, a la visi¨®n que hoy tengo de las cosas que ocurrieron entonces. Pienso que esta doble ¨®ptica ha tenido la l¨®gica correspondencia en la narrativa del filme. As¨ª, ?el guateque? empieza y se desarrolla en sus dos primeros tercios como un aut¨¦ntico mosaico, un fresco -no s¨¦ si logrado- de aquellas gentes que fueron las m¨ªas. Cuando los protagonistas adquieren consciencia de lo que les ocurre, porque han sufrido lo suficiente para adquirir esa conciencia, la historia se resquebraja quiz¨¢ cruelmente para dejarnos, solos, con nosotros mismos.
?Ah!, no me gustar¨ªa olvidar nunca lo bien que se han portado conmigo todos los miembros del equipo y, muy especialmente, los el¨¦ctricos que, en su momento, me dieron m¨¢s ¨¢nimos de lo que ellos mismos sospechan. La realidad es que todos han sido generosos y comprensivos. Tambi¨¦n tendr¨ªa que dar las gracias a Los Cinco Latinos, al D¨²o Din¨¢mico, a Pino Donagio, a Celentano, a Guardiola..., sin cuya m¨²sica, de verdad, hubiera sido mucho m¨¢s dificil hacer esta pel¨ªcula.
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