Las elecciones galas, desde una perspectiva europea
Secretario general de Alianza Popular Las elecciones francesas tienen una gran importancia, no s¨®lo para el destino de Francia, sino para los pa¨ªses vecinos, y en general para toda la Europa occidental. De su resultado dependen una serie de cuestiones importantes. Destaco entre ellas las siguientes: primera, c¨®mo va a funcionar la V Rep¨²blica si, como parece probable, por primera vez no coinciden la mayor¨ªa parlamentaria y la llama da mayor¨ªa presidencial; segunda, c¨®mo va a quedar el sistema franc¨¦s de partidos pol¨ªticos; tercera, qu¨¦ influencia tendr¨¢ el resultado electoral franc¨¦s en las izquierdas europeas; y cuarta, cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias de dicho resultado en el proceso de construcci¨®n europea, y no s¨®lo en el plano de las Comunidades.
Partiendo, repito, de un resultado probablemente favorable a la actual oposici¨®n (los dos ¨²ltimos sondeos vienen dando una proporci¨®n cincuenta a 45 %, en la primera vuelta) ser¨¢ interesante ver c¨®mo funcionan unas instituciones que hasta ahora funcionaron con el control simult¨¢neo de la presidencia y de la mayor¨ªa en la Asamblea Nacional. El car¨¢cter ambiguo de una presidencia muy fuerte, pero no presidencialista, es decir, con separaci¨®n de poderes a la americana; y un parlamentarismo frenado por una serie de h¨¢biles f¨®rmulas (reserva legal, voto de confianza que permite incluso aprobar leyes en bloque, voto de censura constructivo, consejo constitucional, etc¨¦tera), hasta ahora s¨®lo plantearon el problema de cu¨¢l era la relaci¨®n exacta entre el presidente, y su primer ministro. De Gaulle y Pompidou tuvieron sus problemas, y tambi¨¦n Giscard y Chirac, pero (como decimos en Galicia) todo quedaba en casa.
Ahora, se ver¨¢: dos libros divertidos y bien escritos de futurolog¨ªa pol¨ªtica han contado los cien primeros d¨ªas de la nueva situaci¨®n; en uno, Mitterrand es destituido por Giscard; en otro, el ilustre tribuno de la izquierda muere asesinado. Los constitucinoalistas seremos m¨¢s cautos en nuestro an¨¢lisis institucional.
Una profec¨ªa -incumplida- de Malaux
El segundo problema es muy interesante tambi¨¦n. Desde las ¨²ltimas elecciones legislativas, celebradas en marzo de 1973 (y que coment¨¦ en un extenso art¨ªculo en Gacela Ilustrada, del mes anterior) se han producido grandes cambios en el sistema franc¨¦s de partidos, que en realidad se hab¨ªan iniciado a partir de la gran confrontaci¨®n de mayo de 1968. Lo esencial es una tendencia a la polarizaci¨®n clara entre dos grandes bloques, a la derecha y a la izquierda. No se ha cumplido la profec¨ªa de Andr¨¦ MaIraux de que ?el votante franc¨¦s iba pronto a encontrar un vac¨ªo entre los gaullistas y los comunistas?. En la IV Rep¨²blica s¨®lo el 50 % de los votos iba a los grandes partidos de entonces; hoy esa proporci¨®n rebasa el 80 %. La carest¨ªa de la organizaci¨®n y de las campa?as, y el efecto de la televisi¨®n, llevan inexorablemente en esa direcci¨®n. Por otra parte, todos los intentos de reforzar el centro, en los ¨²ltimos a?os, han fracasado a pesar de los esfuerzos del propio Giscard.
La lucha va a ser, a pesar de discrepancias internas, entre la izquierda marxista, de un lado, y todo lo dem¨¢s, del otro. Afortunadamente, en Francia (a diferencia de Italia) el protagonismo de la izquierda no lo lleva esta vez el Partido Comunista. En 1969 surgi¨® el actual Partido Socialista, sobre las ruinas de la SFIO, y en 1971 tom¨® su mando Mitterrand, descart¨¢ndose la participaci¨®n con ?terceras fuerzas? y orient¨¢ndose a la izquierda. A su vez, el Partido Comunista adopt¨® en 1971 un nuevo programa, m¨¢s eurocomunista, que abre el camino hacia el programa com¨²n, en 1972; paso decisivo, que hizo realinearse o escindirse a los dem¨¢s partidos que jugaban a la izquierda (PSM, radical-socialistas, etc¨¦tera). Sorprendentemente, desde el oto?o de 1977 qued¨® claro que los comunistas franceses no quer¨ªan esta vez jugar al Frente Popular, rompiendo oficialmente la alianza en enero pasado. No han querido ceder al protagonismo de Mitterrand, que en 1972 hab¨ªa dicho en Viena, ante la Internacional Socialista, que esperaba quitarles a los comunistas tres de sus cinco millones de votos. Esto, y la sinuosa l¨ªnea pol¨ªtica del l¨ªder socialista ha hecho desconfiar a los comunistas, suponiendo que, adem¨¢s, no hayan recibido alguna, indicaci¨®n de Mosc¨².
Del otro lado, parecida desconfianza muestra Chirac, que conoce perfectamente el intento de ?reequilibrar? la mayor¨ªa en su perjuicio, aparte de los contactos de Giscard con Servan-Schreiber y con el propio Mitterrand. Pero, en todo caso, el elector se va a encontrar con dos grandes bloques, y entre los dos tendr¨¢ que decidir, sobre todo en la segunda vuelta.
La tercera cuesti¨®n es importante. El eventual triunfo de la izquierda influir¨¢ en otros pa¨ªses, aunque no de modo uniforme: en unos dar¨¢ ¨¢nimos a la izquierda, en otros acabar¨¢ de hacer reaccionar a ciertas derechas pasivas. Por otra parte, las relaciones entre socialistas y comunistas, tras las elecciones, y su equilibrio en los pr¨®ximos meses, ser¨¢n dignos de seguimiento.
La cuarta y ¨²ltima cuesti¨®n es no menos decisiva. La construcci¨®n de Europa se ha quedado frenada desde la crisis de la energ¨ªa, y ahora est¨¢ totalmente parada hasta el final de las elecciones francesas. El ?sagrado ego¨ªsmo nacional? est¨¢ en sus cotas m¨¢s altas. Esperemos que, pasado el momento electoral, se volver¨¢ a una situaci¨®n m¨¢s aceptable que la actual. De mantenerse, en la actual seria crisis del ¨¢rea mediterr¨¢nea, se podr¨ªa producir una tendencia neutralista, de las m¨¢s graves consecuencias para el futuro de Europa y del mundo occidental.
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