Los ovnis
Bien, ya est¨¢n aqu¨ª. Son como inmensos galeones del espacio, luminosos, amenazadores, surcando majestuosos o en carrera veloz los oscuros caminos estelares.Steven Spielberg, en vez de entretenernos con tiburones, viene ahora a inquietarnos con esta org¨ªa de cet¨¢ceos espaciales. Ni siquiera llega a asustarnos, porque si, en un principio, los extraterrestres parecen evidenciar malos modales, a final de la historia se descubre que vienen en son de paz, en busca de otros hermanos con quien compartir este universo com¨²n a trav¨¦s de estrechas relaciones fraterno-musicales.
A fin de cuentas se nos viene a explicar que si aqu¨ª abajo, en esta m¨ªsera tierra heredada de nuestros mayores, la justicia o la moral caen cada d¨ªa, maltrechas cuando no envilecidas, otros hermanos de otros planetas llegar¨¢n a tiempo para salvarnos a bordo de sus naves luminosas. No se nos dice cu¨¢ndo pero de alg¨²n modo se nos anticipa ese momento, no se nos pide nuestra opini¨®n pero, seg¨²n se sabe, los d¨¦biles si¨¦mpre se dejan dominar.
Encuentros en la tercera fase
Direcci¨®n: Steven Spielberg. Int¨¦rpretes:Richard Dreyfus, Francois Truffaut, Melinda Dillon. EEUU. Cine de anticipaci¨®n. 1977. Local de estreno: Palacio la M¨²sica
Historia tranquilizante, pues para quien piensa en el m¨¢s all¨¢ mirando al cielo nocturno desde la hamaca de su chalet en la sierra, tosca combinaci¨®n de m¨ªstica y t¨¦cnica para mentes en v¨ªas de desarrollo. Se nos ofrece envuelta como un buen regalo del d¨ªa del Padre, en un lujoso celof¨¢n de m¨²sica, sonido y efectos especiales. Los t¨¦cnicos de la Odisea del Espacio y la Guerra de las Galaxias han unido en esta ocasi¨®n sus fuerzas y sus conocimientos para sacar adelante este relato pseudom¨ªstico, pretendidamente cient¨ªfico y un tanto elemental, que, sobre todo en su parte central, resulta aburrido mal construido y demasiado largo. La historia est¨¢ mal explicada pero importa poco. El p¨²blico quiere ver esos ovnis de los que tanto se habla y aunque aparezcan poco, se da por satisfecho, soporta aventuras infantiles, alg¨²n que otro rasgo de humor al final aplaude, no se sabe si en honor de las brillantes naves, de los hombres que en ellas se van para aprender nuevas normas y formas de vida o como simple expresi¨®n de escondidos sue?os, esperarido un buen d¨ªa ocupar este lugar privilegiado en el pr¨®ximo vuelo.
Steven Spielberg indudablemente sabe lo que se trae entre manos, es decir; lo que el p¨²blico pide. Desea maravillas y se las da de pl¨¢stico. Para mayor aliciente muy dentro del cine americano: tradicional incluye un desva¨ªdo ataque al Gobierno de EEUU, un ni?o y hasta una discreta ceremonia religiosa que otorgue rango y tranquilidad de conciencia a Ia aventura, am¨¦n de unos cuantos episodios tratados a la manera de Hitchcock. As¨ª el espectador puede marchar a la cama satisfecho y contemplar las estrellas en la noche pensando que no todo se acaba donde acaba el hombre. ?Qui¨¦n sabe! Despu¨¦s de todo, quiz¨¢ nuestra eterna salvaci¨®n est¨¦ all¨¢ en lo alto, donde estuvo siempre y no en esta tierra enojosa, madrastra y enemiga, sucia de guerras y conflictos laborales.
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