Francia la izquierda, s¨ª, pero...
EL RESULTADO electoral del domingo pasado en Francia s¨®lo ha deparado sorpresas dentro de reducidos l¨ªmites y en relaci¨®n con los sondeos de opini¨®n de las pasadas semanas. Los estudios de sociolog¨ªa electoral vienen mostrando los variantes del comportamiento pol¨ªtico galo, seg¨²n tradiciones que se remontan a la ¨¦poca en que la poblaci¨®n francesa era todav¨ªa preponderantemente campesina. A esas tendencias de largo plazo se suman, alcanzada ya la etapa de sociedad industrial avanzada, las resistencias de la estructura social a cambios r¨¢pidos y espectaculares, as¨ª como la inercia de las convicciones ideol¨®gicas y las lealtades pol¨ªticas mantenidas por los ciudadanos.Y este cuadro es v¨¢lido para casi todos los pa¨ªses desarrollados y con instituciones democr¨¢ticas consolidadas; incluso en esa Italia que acaba de dar una entrada casi sigilosa a los comunistas en la mayor¨ªa parlamentaria, en espera de que las circunstancias internacionales y los cambios dentro de la Iglesia hagan posible su acceso al Gobierno en alianza con los democristianos, las alteraciones de la geograf¨ªa electoral se han producido, fundamentalmente, dentro de los bloques de derecha e izquierda. Aunque en Espa?a ser¨¢n precisas todav¨ªa varias experiencias electorales para definir a ciencia cierta las l¨ªneas maestras de la divisi¨®n entre los dos bloques y en el interior de cada uno de ellos, no es aventurado predecir que las fronteras provisionales, marcadas en junio de 1977, podr¨ªan convertirse en estables si los estados mayores de los dos partidos actualmente hegem¨®nicos no rebasan la cuota normal de errores y desaciertos que la paciencia de los electores est¨¢ dispuesta a concederles.
Y, sin embargo, en ese paisaje de estabilidad cuasigeol¨®gica, se viene produciendo en la Europa del Sur una lenta deriva del cuerpo electoral hacia la izquierda. No es probable que la derecha francesa sea desalojada de su mayor¨ªa en el Parlamento despu¨¦s de la segunda vuelta, el pr¨®ximo domingo; pero si la izquierda es derrotada dentro de siete d¨ªas, la causa de su fracaso ser¨¢ la acci¨®n combinada de un sistema electoral ideado para favorecer a sus rivales y de las divisiones entre socialistas y comunistas._Lo cierto es que el cuerpo electoral se ha pronunciado en Francia, por vez primera bajo la V Rep¨²blica, a favor de la izquierda.
Esa deriva hacia babor, consecuencia del cansancio en el electorado de un monopolio gubernamental incapaz de satisfacer las nuevas expectativas surgidas en la sociedad avanzada, es una progresi¨®n de ritmo lento y de avances cuantitativamente modestos. La izquierda ha tardado a?os en arrebatar unos puntos porcentuales a la derecha; y no es seguro que su avance se consolide en posiciones rijas. Adem¨¢s, la unidad de la izquierda -ahora rota- en un pa¨ªs como Francia, en que comunistas y socialistas se reparten pr¨¢cticamente a medias el electorado de ese signo, tiene d¨¦biles cimientos. A medida que los partidos comunistas transforman sus programas y sus estatutos para abandonar las viejas pr¨¢cticas leninistas, la consecuencia parad¨®jica es que sus divergencias con los partidos socialistas se instalan en el terreno de la t¨¢ctica y del control pol¨ªtico, sin perder su virulencia y tensi¨®n. Cuando comunistas y socialistas parecen aproximarse en el nivel ideol¨®gico, crece su rivalidad, en tanto que grupos dirigentes rivales se disputan entre s¨ª un mismo espacio pol¨ªtico y electoral con parecidas consignas y programas.
De todo ello parece concluirse que la escisi¨®n de Francia -y de otras naciones del sur de Europa- en dos bloques pol¨ªticos antag¨®nicos dif¨ªcilmente puede superar, en breve plazo, la situaci¨®n de empate electoral para decantarse en una clara y rotunda victoria de la izquierda. Los progresos de ¨¦sta son ciertos, pero lentos y escasos. El poder de la derecha est¨¢ siendo erosionado, pero conserva todav¨ªa, y previsiblemente para muchos a?os, importantes soportes electorales. De a?adidura, el bloque de la izquierda, que come pausadamente el terreno a su rival, se halla minado por tensiones internas de consecuencias imprevisibles. El antagonismo entre comunistas y socialistas aumenta a medida que se produce su acercamiento doctrinal y program¨¢tico, sin que nadie haya descubierto todav¨ªa la receta para la reconciliaci¨®n entre esos ?hermanos enemigos?.
Ante ese panorama, los intentos de crear un bloque de poder que una a los segmentos de la derecha y de la izquierda capaces de entenderse cobran toda su plausibilidad. Giscardianos y socialistas tienen, en Francia, razones parecidas a las que, en Italia, aconsejan a democristianos y comunistas, sellar su compromiso hist¨®rico y a las que, en Espa?a, hubieran podido justificar en el pasado el Gobierno de coalici¨®n de UCD y PSOE.
Las sociedades de la Europa del Sur tienen planteados problemas que s¨®lo el respaldo de la mayor¨ªa del electorado puede permitir afrontar, y que s¨®lo la alianza de los grupos pol¨ªticos m¨¢s representativos y din¨¢micos de Ambos bloques est¨¢ en condiciones de resolver.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.