Carro: acalorada defensa de la pol¨ªtica descolonizaci¨®n del Sahara
El ex ministro de la Presidencia Antonio Carro, hombre sobre el que recay¨® una de las mayores responsabilidades en la ¨²ltima fase de la descolonizaci¨®n del Sahara, defendi¨® acaloradamente la pol¨ªtica que se sigui¨® con respecto al territorio ex espa?ol, y dijo no s¨®lo que ¨¦sta hab¨ªa sido la m¨¢s favorable a Espa?a, sino la ¨²nica viable en aquellos momentos, ?en contra de lo que se ha podido decir estos d¨ªas en esta Comisi¨®n ?.Los diecis¨¦is f¨®lios de discurso, preparados concienzudamente por Carro y que tuvieron como consecuencia inmediata un enfrentamiento verbal con el embajador en la ONU, Pini¨¦s, en el descanso siguiente a su parlamento), en presencia de diputados y periodistas, respondieron al alto clima de expectaci¨®n que reinaba estos d¨ªas en la Comisi¨®n de Relaciones Exteriores ante la comparecencia del hombre al que, junto con Arias Navarro, se le considera uno de los art¨ªfices de la pol¨ªtica seguida con la antigua colonia espa?ola.
Para Antonio Carro la descolonizaci¨®n del Sahara no fue una operaci¨®n maximalista. La sombra de la guerra estuvo presente a diario, y se corri¨® el riesgo de que la zona se vietnamizase. Hasta las dos grandes potencias -Estados Unidos y Uni¨®n Sovi¨¦tica- presionaron sobre la zona, con riesgo claro de un estallido b¨¦lico de efectos mundiales. ?No ocurri¨® lo peor. Tampoco dir¨¦ que lo mejor. Pero s¨ª lo menos malo de lo que la gran tensi¨®n en la zona pudo generar. ?
?La desconolizaci¨®n del Sahara se produjo dentro de una cierta normalidad.? Esto dijo Antonio Carro antes de hacer una larga cita hist¨®rica de todos los procesos de descolonizaci¨®n del ¨²ltimo siglo de las principales potencias europeas. ?Mi intuici¨®n de hombre de Estado, antes que de hombre de partido, me induce a presentaros la descolonizaci¨®n como un hecho favorable a Espa?a, y que hist¨®ricamente no permiti¨® soluci¨®n distinta a la adoptada. Y estoy seguro de que la mayor parte de los que hoy se sientan en esta comisi¨®n hubieran hecho exactamente lo mismo que lo que nosotros tuvimos que hacer en aquellos momentos.? ?Quiero decir tambi¨¦n que en ning¨²n momento se eligi¨® a Marruecos en vez de a Argelia. Simplemente elegimos a Espa?a.? Carro hizo entonces una historia de las posiciones de los pa¨ªses interesados en la zona, toda ella bajo el prisma del intento de aplicaci¨®n del estatuto de autonom¨ªa para el Sahara de 1974 y de la paralela enfermedad de Franco (verano de 1974), cuando, seg¨²n sus palabras, se iniciaron los movimientos reivindicativos de Ma-
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rruecos y la solidaridad de los pa¨ªses ¨¢rabes en favor de ¨¦ste, incluido Argelia.
Entonces Espa?a comunic¨® su decisi¨®n de celebrar el refer¨¦ndum sobre autodeterminaci¨®n del Sahara en los seis primeros meses de 1975, pero ?la avisada imaginaci¨®n del rey Hassan II provoc¨® un incidente dilatorio de singular efecto?. Se refer¨ªa Carro a la petici¨®n de Hassan II de que fuese el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya quien dictaminase sobre el dominio hist¨®rico de la regi¨®n.
Espa?a acept¨® la resoluci¨®n, aun a sabiendas de que ser¨ªa muy dif¨ªcil llegar al refer¨¦ndum, pero al menos se lograba distender la atenci¨®n en la zona y se lograba romper la solidaridad de las naciones ¨¢rabes con Marruecos, ya que Argelia apoyaba la tesis espa?ola de autodeterminaci¨®n. Carro hab¨ªa hallado de un riesgo grave de conflicto militar en la zona entre Espa?a y Marruecos en el verano de 1974.
Tres opciones
El ex ministro de la Presidencia plante¨® que, como consecuencia de los hechos citados en la primavera de 1975, a Espa?a solamente le quedaban tres opciones: una, entregar la independencia de forma unilateral al Sahara, aunque Espa?a no pod¨ªa hacerlo porque era s¨®lo potencia administradora y no pod¨ªa transferir una soberan¨ªa que no ten¨ªa. Dos, pactar con Marruecos, pero eso era imposible, porque el monarca alauita no admit¨ªa otra negociaci¨®n que no fuese la de la transferencia de la soberan¨ªa. Y tres, transferir las responsabilidades del territorio a la ON U.
Con esta ¨²ltima idea se pidi¨® a las Naciones Unidas -prosigui¨® Carro- el env¨ªo de cascos azules y se invit¨® a una misi¨®n de la ONU a visitar el territorio. Tras este viaje, a la vista de la hostilidad del pueblo saharaui contra Espa?a, se prepar¨® minuciosamente en el verano de 1975 (esto es, antes de la marcha verde) la Operaci¨®n Golondrina y se anunci¨® la decisi¨®n espa?ola de precipitar la transmisi¨®n de poderes.
Tras una serie de consideraciones sobre la actitud del Ej¨¦rcito en el Sahara (del que Carro destac¨® su disciplina, su gallard¨ªa y su aguerrimiento), dijo que en la Pen¨ªnsula se hubiera reprobado cualquier sacrificio est¨¦ril de los soldados espa?oles en el Sahara.
Espa?a intent¨® apoyarse en la ONU -continu¨®-, y lo ¨²nico que obtuvo fueron resoluciones contradictorias. ?No quedaba otra alternativa que la de poner a salvo nuestros intereses. Por eso se intent¨® obtener un acuerdo con las partes interesadas.?
La "marcha verde" fue una sorpresa
Para Espa?a, la marcha verde fue una sorpresa y una gran amenaza El d¨ªa 2 de noviembre, con la marcha verde a punto de entrar en el Sahara, la respuesta de las Naciones Unidas a Espa?a fue la de ?cauci¨®n y moderaci¨®n?. ?Es incre¨ªble la respuesta de la ONU cuando las metralletas marroqu¨ªes estaban sonando cerca de nuestro territorio?.
?Fue preciso en todo momento evitar cualquier riesgo de guerra?, prosigui¨®. ?El 7 de noviembre de 1975, el embajador marroqu¨ª en Madrid visit¨® al presidente Arias, en un momento cr¨ªtico en que la marcha verde se encontraba dentro del Sahara, y de ah¨ª sali¨® la utilidad de mi viaje a Agadir al d¨ªa siguiente.? Carro desvel¨® que entonces no fue muy dif¨ªcil la negociaci¨®n con el monarca alauita, aunque ¨¦ste le pidi¨® que firmara un pacto favorable a los intereses marroqu¨ªes. Al fin se materializ¨® un acuerdo en una carta de Carro dirigida a Hassan, en la que se ped¨ªa que para seguir negociando fuese preciso la retirada de la marcha marroqu¨ª sobre el Sahara, al tiempo que Hassan 11 dirig¨ªa una carta al entonces jefe de Estado en funciones, el hoy rey Juan Carlos, en la que se ped¨ªa la entrega por parte del Estado espa?ol a Marruecos y Mauritania de todas las responsabilidades en el Sahara.
Posteriormente llegaron las negociaciones. De ellas, el ex ministro de la Presidencia dijo que en todo momento los acuerdos de Madrid, o mejor, la declaraci¨®n de Madrid, entre los jefes de Gobierno de Espa?a, Marruecos y Mauritania, se hab¨ªan escrito con pluma espa?ola; es decir, que los Gobiernos marroqu¨ª y mauritano no hab¨ªan escrito pr¨¢cticamente ninguna palabra en el texto. Y que, en cualquier caso, una lectura pausada de la declaraci¨®n de Madrid dejaba bien claro que no era otra cosa que una declaraci¨®n unilateral de retirada por parte de Espa?a, sin que ello entra?ase una cesi¨®n a Marruecos y Mauritania.
?Porque lo ¨²nico que se hizo fue abandonar el Sahara sin entregar el mismo a los ej¨¦rcitos marroqu¨ª y mauritano, sino que ¨¦stos se limitaron a ocupar las posiciones que los espa?oles iban dejando libres.?
La larga intervenci¨®n de Antonio Carro dej¨® bien claro que el proceso descolonizador del Sahara estaba sin terminar y que en todo momento, tal como se sucedieron los hechos, no se pudo actuar de otra firma. ?Para Espa?a -repiti¨® en varias ocasiones- no hubo otra alternativa y se opt¨® por el mal menor. El peligro, el riesgo, una vez superado, se olvida f¨¢cilmente, pero en aquellos momentos los intereses de Espa?a y de sus aguerridas Fuerzas Armadas hubo que situarlos por encima de todos los dem¨¢s intereses en juego. Y gracias a ello nuestra fue la iniciativa, nuestro el dominio de la situaci¨®n y el final de la operaci¨®n fue satisfactorio para los intereses de Espa?a.?
Incidente Carro-Pini¨¦s
El incidente entre los se?ores Carro y Pini¨¦s, en un tono casi violento y en medio de los pasillos de la Comisi¨®n, se produjo cuando este ¨²ltimo neg¨® ante los periodistas dos afirmaciones del ex ministro: que Espa?a habla solicitado la presencia de la ONU y de sus cascos azules en el territorio, y que nuestro Gobierno no supo, hasta su convocatoria, de la marcha verde. Pini¨¦s neg¨® contundente mente las dos afirmaciones. Ambos se acusaron p¨²blicamente de no estar diciendo la verdad.
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